La dramática historia de la joven que al filo de la muerte tuvo fuerzas para dar a luz a su hijo

Camila y Ezequiel eran novios, tenían 18 años, construían su casa y su futuro, pero un asesino truncó sus vidas a balazos. El bebé nació sano, y hoy está en su sexto día en el mundo…

Compartir
Compartir articulo
Camila Castell, tenía 18 años y estaba embarazada de ocho meses
Camila Castell, tenía 18 años y estaba embarazada de ocho meses

Esta nota empieza a ser escrita hoy y ahora. Jueves 20 de julio, una menos cinco de la tarde. Pero él, todavía un bebé sin nombre, nacido el sábado 15 después de ocho meses en el vientre de su madre, con dos kilos seiscientos gramos de peso, sano, y todavía cuidado por los médicos del hospital Héroes de Malvinas, Merlo, y sus dos abuelas, tardará muchos en saber qué pasó ese sábado, cómo nació, y porqué no conoció a su madre, y acaso tampoco a su padre, que hoy yace en estado vegetativo en el mismo hospital…, a pocos metros del lugar en que su hijo vive su sexto día en el mundo.

Lo sabrá todo y poco a poco. Al principio, cuando pregunte por su madre, es posible que sus abuelas le digan que está de viaje, o más piadosas, la verdad: que está en el cielo…, para que no espere su retorno de ese viaje.

Algún día le mostrarán una foto de ella, de Camila Castell, y de su padre, Ezequiel Franco Luis Reynoso. También es posible que para entonces, él lleve uno o más nombres de su padre: el que hoy sigue entre la vida y el final…

Y a cierta edad, cuando tenga uso de razón, su curiosidad se imponga, y rastree el pasado en recortes de diarios o en una pantalla, sabrá –con dolor, emoción, lágrimas– qué pasó aquel sábado de julio de 2017.

Sabrá que ellos, sus padres, Camila y Ezequiel, tenían ese día 18 años, eran novios desde los 17, construían su casa con esfuerzo, y el futuro tenía una nueva luz, la más intensa, porque él latía desde ocho meses antes en el vientre de la que pronto llamaría, a media lengua, "mamá".

Pero sabrá también, sombríamente, el horror de ese sábado…

Ezequiel terminó de trabajar y fue a buscar a Camilla a la casa de la madre, en la calle Mercedes al cuatro mil de Mariano Acosta. Poco después del mediodía, mientras hablaban en la puerta, apareció un hombre con un revólver en la mano, y clavó dos balas en la cabeza de Ezequiel. Camila –contó un testigo– gritó "¡No!", se arrojó sobre Ezequiel para protegerlo, y el asesino disparó una tercera bala que entró en la columna vertebral de Camila: herida mortal.

Llegó consciente al hospital, tuvo a su hijo por cesárea, pudo verlo, pero murió horas más tarde
Llegó consciente al hospital, tuvo a su hijo por cesárea, pudo verlo, pero murió horas más tarde

Y llegará al punto culminante. Al supremo acto de amor. Su madre entró al quirófano del mismo hospital en shock hipovolémico, pero consciente. Murió el domingo 16, poco antes del mediodía. Pero antes, con un esfuerzo más allá del límite humano, parió a su hijo.

También (imposible no seguir rastreando su historia), sabrá que el asesino –hoy, mientras esta nota es escrita, sería Mario Díaz, 30, paraguayo, prófugo– mató a Camila por celos. Dos años antes, obsesionado por ella, la sentenció: "Si no estás conmigo no vas a estar con nadie". Se lo dijo de frente, y también por una red social.

Otro monstruo de los tantos que vivían entonces entre nosotros, y que también vivirán cuando este bebé que hoy tiene seis días sea un hombre, conozca ya su historia, y empiece a edificar la suya. Que… ¿cuál será, cómo será? Toda conjetura es imposible. Pero dos hechos son ciertos: su infancia y su adolescencia no serán fáciles. Sin madre, sufrirá esa infinita ausencia.

Pero en cada momento de adversidad, de dolor, de preguntarse porqué, la imagen de su madre retrasando su muerte para salvarle la vida tendrá la fuerza de un ciclón. Y ya no habrá modo de flaquear, de rendirse, de caer.