Mi vida, mi oficio: el tintorero que mantiene una tradición exclusiva de los japoneses que emigraron a Argentina

Marcelo Arakaki mantiene el local que fundó su abuelo en Palermo. Cuántas horas trabaja por día, cuánto gana y qué es lo peor de su trabajo. La historia de su familia y por qué se convirtió en un consumo de lujo

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MI VIDA MI OFICIO TINTORERIA JAPONESA

Fue un oficio que floreció durante la primera mitad del siglo XX en Buenos Aires. Tintorería siempre fue sinónimo de la comunidad japonesa en Buenos Aires. Llegó a haber unas 2.000 durante la década del 60 y en la actualidad quedan apenas 200 locales.

Cada negocio se caracterizaba por tener una enorme plancha de vapor que echaba humo en el planchado de cada camisa, un olor característico por los solventes quitamanchas que se usaban y las prendas colgadas del techo para su secado. Los nombres siempre remitían al país de oriente que habían dejado para llegar a la Argentina. Así se leía en las vidrieras los nombres de Sol naciente, Tokio u Oriente.

Los primeros japoneses llegaron durante el comienzo del siglo XX. Muchos de ellos, por las barreras idiomáticas, empezaron a trabajar en las lavanderías de las casas de familias aristocráticas o de choferes. Con el tiempo, pusieron los primeros locales de tintorería con lo aprendido en esas mansiones en la que se encargaban de la limpieza de los vestuarios de la clase alta.

Marcelo Arakaki es tercera generación de tintoreros. Su local se ubica en Palermo y lleva 83 años abierto (Alejandro Beltrame)
Marcelo Arakaki es tercera generación de tintoreros. Su local se ubica en Palermo y lleva 83 años abierto (Alejandro Beltrame)

Tercera generación de tintoreros

Marcelo Arakaki es tercera generación de tintoreros. Su local se ubica en Palermo y lleva 83 años abierto. Su abuelo vino después de la Primera Guerra Mundial a la Argentina. Su papá nació en Japón y vivió en Okinawa hasta los 30 años, para después venirse al país y continuar con el negocio familiar. Y siguiendo con la tradición familiar, el hijo de Marcelo también trabaja ahí y espera continuar con el legado.

El tintorero trabaja de lunes a viernes 12 horas por día y los sábados mediodía. Puede ganar hasta un 1.500.000 de pesos al mes por el trabajo que realiza.

Arakaki recibió a Infobae en su local y con algunas prendas colgando detrás de su escritorio dio detalles de su trabajo. “La temporada alta para la tintorería son los cambios de estaciones. Por ejemplo de primavera a verano o de Otoño a invierno. También en noviembre y diciembre cuando la gente puede necesitar algún vestido o traje para una fiesta”, explica para la sección Mi vida, mi oficio.

Marcelo cuenta que la disciplina oriental es fundamental para este trabajo. “No es difícil, pero es necesario mantener la concentración, porque un error puede arruinar la prenda de un cliente -sostiene el tintorero-. Lo más complicado es la ropa femenina. Muchas veces los vestidos tienen detalles que hay que cuidar a la hora de limpiarlo. Muchas veces la ropa de autor, de un diseñador, combinan telas que son incompatibles para luego los sistemas de limpieza que se usan”.

Marcelo junto a su hijo que ya es la cuarta generación de tintoreros en Argentina (Alejandro Beltrame)
Marcelo junto a su hijo que ya es la cuarta generación de tintoreros en Argentina (Alejandro Beltrame)

Arakaki explica el proceso para la limpieza de un traje. “Se recepciona, se revisan los bolsillos y hasta se quitan los botones si son frágiles. Tras el primer proceso, se vuelve a revisar para ver si quedó alguna mancha. Luego, se plancha con el vapor y se deja secar colgado”, enumera.

Gajes del oficio de tintorero

Para Marcelo, lo peor del oficio de tintorero es el calor que tiene que soportar en el local. “Puede hacer entre 5 y 10 grados más que en la calle durante el verano. Eso no se puede evitar porque no se puede poner aire acondicionado por el vapor y los solventes que usamos”. Y sobre los gajes del oficio, Arakaki también muestra las marcas que le dejaron en la piel. “No hay tintorero que no tenga una quemadura en el brazo por la plancha de vapor”.

El tintorero compara su oficio con el médico. “Recibimos al paciente que es la prenda, hacemos un diagnóstico y luego le aplicamos el tratamiento para dejarla limpia”, explica Arakaki.

Arakaki en el mostrador de su tintorería donde recibe a sus clientes (Alejandro Beltrame)
Arakaki en el mostrador de su tintorería donde recibe a sus clientes (Alejandro Beltrame)

Marcelo se sonríe cuando revela que en Japón no hay tintorerías. “Este es un oficio que surgió ante la necesidad de los primeros inmigrantes que llegaron a la Argentina. Tampoco existe en ningún otro país del mundo”, sostiene.

En tanto sobre el futuro de su oficio, Arakaki sostiene que “las tintorerías tradicionales van dejando de existir. No existe un recambio generacional. Muchos hijos de tintoreros dejaron este oficio y estudiaron en la universidad. Además, hoy este servicio se ha convertido casi un lujo para muchos porteños”.

* Mi vida, mi oficio es un programa de entrevistas sobre la importancia, el valor, las exigencias y experiencias de cada trabajo, contadas por sus propios protagonistas. Escribinos y contanos sobre tu oficio y tu historia a mividamioficio@infobae.com

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