Mariano Torre y su "relación abierta" con Elena Roger: "No existen celos"

“Es mucho más sano lo que hago yo que lo que hacen todas las personas que mienten”, dice el actor en diálogo con Infobae. Además cómo cambió su forma de vida: “No veo que vivamos felices”

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Alcanzó la fama con "Verano del 98" y en "Casi ángeles" llegó el boom internacional. Hoy es uno de los protagonistas de "La Momia" en la calle Corrientes y explica la responsabilidad que sienten los artistas frente al público que paga una entrada en un momento económico difícil: "A mí ser generador de opinión pública y estar en un escenario mostrando algo ya de por sí me genera una responsabilidad con el espectador. Ni hablar si le sumamos el esfuerzo que está haciendo".

Hace años decidió cambiar su forma de vida y se comprometió con la sustentabilidad, construyó en Ushuaia la primera casa realizada a partir de basura, que genera su propia electricidad, no necesita cloacas y no produce desperdicios: "La cabeza puede dejar de pensar en el paradigma anterior de comprar, usar y tirar, y empezar a hacerlo circular. Compro lo que necesito, lo uso y cuando no lo uso, hago que siga de alguna manera los circuitos de reciclado".

Fue la pareja con Elena Roger, ya por sus inicios en 2009, la que facilitó este recorrido en la búsqueda de una nueva forma de vida que lo acerque a la felicidad. Requirió un análisis profundo de sus elecciones y entre otras cosas decidieron mantener una pareja abierta: "No tiene que ver con lo sexual, tiene que ver con la honestidad", explica en esta charla.

—¿Qué es lo mejor y lo peor de ser actor?

—Lo mejor es la cantidad de vidas que puedo vivir y lo peor no tiene que ver con ser actor, lo puedo asociar un poco más a la fama, la histeria que se genera en torno a esa figura.

—¿Te costó esa fama de más chico?

—Tuve mínimo tres o cuatro años hasta poder acomodarme y te diría que unos ocho hasta realmente estar cómodo, no comerme ninguna y ser el mismo que soy cuando estoy adentro de mi casa.

—¿Estamos hablando de la época de "Verano del 98"?

—Sí, yo tenía 19 años, pasé de la nada misma a mucha exposición en la calle, que todo el mundo me mire, y sumale Buenos Aires. Yo venía del sur, y no sabía manejarme en una vida adulta. Me empecé a creer que era ese personaje de la televisión, que era importante de verdad y que si iba a algún lado, me tenían que hacer un lugar porque era yo. Por suerte estaba mi hermana para pegarme un cachetazo y decirme: "Salamín, sos el mismo de antes de ayer".

—El camino siguió siempre dentro de la profesión.

—Sí. Después siguió sin parar, empecé de lo más chiquitito que es un bolo, hasta protagonizar "Casi ángeles" que era Mick Jagger en Israel, con gente que sabía todo de mi vida esperando abajo en el lobby del hotel.

—¿Y ahí se volvieron a confundir las cosas o ya estabas parado distinto?

—No, eso lo pude disfrutar tranquilamente porque sabía que era el chiste del personaje, ya tenía dividido que eso era mi trabajo. En la vida del actor estás arriba para aprender a estar abajo y estás abajo para aprender a estar arriba; si cuando estás arriba no te acordás que vas a bajar, cuando bajes te la vas a pegar. La vida del actor es: "Tengo plata para comer de acá a seis meses si al programa le va bien" y cuando paró, quedaste en cero y volvés otra vez a la rueda a buscar cómo generar, si tenés ahorros o no.

No veo que vivamos felices

—¿Eso no genera mucha angustia?

—Yo no podría tener un trabajo estable. Soy muy consciente de que mi realidad la genero yo, los momentos en los que no estoy trabajando dejé de decir que no tengo trabajo y me autodenomino que estoy de vacaciones, así sean tres años. Ese momento lo uso para adquirir nuevas herramientas expresivas, para entrenar lo que tengo que entrenar, para armar el proyecto que tengo que armar.

—¿Qué fue lo primero que te hizo pensar y replantearte cómo vivimos?

—Primero, que no veo que vivamos felices, hay que empezar a preguntarnos por qué no vivimos felices. De esa pregunta es como empezar a tirar de un ovillo y empiezan a salir un montón de temas y después hay que ver con cuáles uno se quiere meter o no se quiere meter. En mi caso, me di cuenta de que tenía que replantearme absolutamente todo en la vida, las costumbres, la moda, los trabajos, qué comemos. Todo lo someto a análisis para ver si ahora lo vuelvo a elegir, si en este momento lo vuelvo a elegir.

—¿Esto empezó a suceder hace cuánto tiempo?

—El encuentro con Elena [Roger] fue súper importante porque ella tenía un paquete de pensamientos similares a los míos, entonces entre los dos, en vez de decir: "Che, yo siento que prefiero ser vegetariano", "No. ¿No vas a comer un asado", era: "Dale, yo también, ¿por qué entonces también no sacamos los lácteos que están buenos y por qué no…?". Y la discusión siempre sobre crecimiento en eso de decir, no sé, navidad: ¿Qué estamos festejando? Después podemos seguirla festejando, ¿pero sabemos qué estamos festejando? Un árbol noruego, pagano con un pesebre abajo cristiano.

—Al estar acompañado por Elena me imagino que el recorrido fue más sencillo, si no, puede ser de mucha crisis.

—Si no, es imposible. Nosotros decidimos en un momento cortar con montones de cosas, la moda, la ropa, el maquillaje, ella, el ser genuino, el decir lo que uno piensa, el hacer lo que uno piensa y hacer lo que uno dice.

—¿Te trajo problemas?

—No, me trajo tranquilidad, me trajo estar en el lugar que quiero estar. Sí hubo gente que se va alejando, nos vamos quedando con pocas cosas que compartir. A él le parezco un nabo o lo que sea, y queda un amor, "en su momento fuiste muy importante pero ahora no hay lugar".

—¿Tuviste que romper prejuicios para esto?

—Todo el día. Y los sigo rompiendo todo el tiempo.

—¿Los propios o los ajenos?

—Los propios y los ajenos. Los ajenos son más fáciles y son una forma de ver los propios.

—¿Cómo es eso?

—Para mí toda persona que se para delante de mí es un espejo de mí mismo, me sirve para eso. Todo lo que a mí me moleste de la otra persona es porque en algún lugar yo lo tengo de alguna manera, lo puedo ver y por algo me está generando ese rechazo.

—¿Qué pasa con los personajes cuando se termina un proyecto?

—Se terminan. Quedan en el arcón de los recuerdos, una voz, un texto, un nombre, un recuerdo lindo.

—No se los extraña.

—No, no extraño en general en la vida, no extraño. No sé cómo interpretar ese sentimiento.

—¿A tu mujer, a tu hija si viajan, si están separados?

—No, están ahora en Ushuaia, y mi hija me dice: "Papi, te extraño", "Bueno, gracias". No sé qué responder, no la extraño.

—Respondele que la extrañás, va a terminar en el psicólogo.

—Tiene que aprender que el extrañar no es amar, amar es amar, extrañar es extrañar. Sé que está ahí, sé que está bien, sé que la está pasando bien. La disfrutaré cuando vuelva y somos híper pegados.

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—¿Qué pasa con el estilo de vida que eligieron, respecto a la sustentabilidad y la sociedad de consumo con los regalos que recibe tu hija Bahía?

—Primero le dijimos ya qué es lo que nos gusta para ella y también respetamos que la otra persona quiera, su abuela, su abuelo, regalarle otra cosa. Lo que sí tenemos es que hay un cupo de juguetes, entra uno, uno se lo regalamos a alguien que necesite, entran dos, dos se los regalamos. Le vamos enseñando.

—Estás en pareja con tu mujer desde el 2009. ¿Qué te enamoró?

—Primero que nada su talento, me parecía un ser absolutamente de otro planeta cuando la vi arriba del escenario. Cuando la esperé a la salida del teatro para saludarla, esperaba ver bajar una diva, acababa de llegar de vivir en Londres y de su premio, y bajó una chica que podía ser ella o cualquiera, despeinada, todavía con maquillaje en la cara, y eso me terminó de romper la cabeza.

—¿Y fue fácil?

—Sí, fue fácil. Cuando nos encontramos, mi sensación era que toda la vida había esperado que llegue Elena.

—¿La que propone este tema de la honestidad como lo llamás fue Elena?

—No, fui yo. Hacía muchos años que no tenía pareja. Desde los 16 que recuerdo decir que el amor no podía ser exclusividad de una persona porque va en contra de lo que para mí es la palabra amor, pero nunca lo había puesto en práctica con ninguna pareja. De hecho, había tenido parejas muy celosas y la había pasado realmente horrible. Con Elena se dio una situación en la que ella se volvía a vivir a España y después a Londres, y yo era como: "Distancia, ¿para qué?". Una cosa fue llevando a la otra y acá estamos.

—¿Nunca te arrepentiste, nunca dijiste "qué estoy haciendo"?

—No, porque no tiene que ver con lo sexual, tiene que ver con la honestidad. No existen celos absolutamente para nada en mi pareja. Vivo con la tranquilidad de nuestros teléfonos están abiertos para el otro, nosotros estamos así para el otro y es acompañar en la experiencia vida todo lo que eso incluye.

—¿Cuáles son los límites?

—Tenemos dos reglas: el que necesita saber pregunta y siempre va a tener la verdad, y el que necesita decir dice y el otro escucha.

—¿No te trajo dolores de cabeza?

—Todo trae dolores de cabeza, pero son lindos dolores de cabeza porque en el momento que bajás y decís "¿qué es lo que me está lastimando de esto?", generalmente es el ego y no es algo a lo que le preste demasiada atención. Mejor dicho que le estoy sacando atención.

—Alguna vez te leí también decir que el 95% de la gente que vos conocés tiene un amante.

—Y lo esconde. No sólo eso, sobre todo en los hombres piensan: "Yo puedo hacer lo que quiera, pero que no me entere que ella me mete los cuernos". ¿Por qué? Somos 50 y 50. Esto es "hacé vos lo que quieras" pero dale la libertad que haga lo que quiera y que ella sepa con quién está. Para mí la pareja es el encuentro más perfecto entre el hombre y la mujer, es ser el ying y el yang. Lo importante es repensar si lo que estoy haciendo es realmente lo que yo tengo ganas o estoy siguiendo el mandato de "hay que hacer estos pasos y al casarse hay que ser…". Por ahí lo volvés a analizar y decís "no". Yo tengo amigos que me dicen: "No, yo quiero ser exclusivo para mi mujer, mi mujer conmigo". Buenísimo, esa es la tuya, pero hay mucha gente que no.

Es mucho más sano lo que hago yo que lo que hacen todas las personas que mienten

—¿Se encontraron dando muchas explicaciones al núcleo cercano?

—Un poco, sí, pero no soy muy tolerante. Es así, somos felices. Para mí es mucho más sano lo que hago yo que lo que hacen todas las personas que mienten o están haciendo alguna así que…

—¿Vos hoy tanto en lo sexual como en el resto podrías decir que sos 100% honesto con vos?

—Mi norte es ser 100% honesto conmigo. Seguramente no, tengo mis sombras y eso es a lo que todo el tiempo le trato de dar luz.

—Dijiste que toda esta búsqueda empezó preguntándote si somos realmente felices. ¿Hoy sos feliz?

—Sí, cien por ciento. Hay días que estoy más contento y hay días que estoy más triste, pero soy feliz.

La entrevista completa

Agradecimiento: Paula Balmayor, producción de vestuario