Juan Pablo Escobar: "Si a alguien le quedan ganas de ser Pablo Escobar, entonces yo hice un pésimo trabajo"

En una entrevista con Infobae en Punta del Este, donde presentó su libro “Pablo Escobar in fraganti: lo que mi padre nunca me contó”, el hijo del narcotraficante más conocido del mundo repasó su historia

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Desde adolescente, Juan Pablo Escobar –hoy Juan Sebastián Marroquín Santos, ya que cambió su identidad– tuvo en claro que no quería seguir los pasos de su padre, Pablo Escobar. Hace años que viaja dando conferencias y desarrolla una actividad pacifista, que lo ha llevado a lograr un punto de encuentro y de conciliación, incluso con muchas de las víctimas de la violencia narcoterrorista.

De visita por Uruguay, donde se encuentra presentando su segundo libro Pablo Escobar in fraganti: lo que mi padre nunca me contó, de editorial Planeta (su libro anterior se llama Pablo Escobar: Mi padre) el hijo del narcotraficante más conocido de la historia habló con Infobae.

Nacido en Medellín hace 39 años, Juan Pablo se recibió de arquitecto y diseñador industrial. Padre de un hijo de cuatro años, viaja por el mundo llevando su verdad a través de conferencias multitudinarias, donde busca seguir diferenciándose de su padre. Protagonista del documental siete veces galardonado Pecados de mi padre (proyectado por la ONU en la celebración del Día Internacional de La Paz), consiguió concretar el diálogo, la reconciliación y el perdón con los hijos de las víctimas de la violencia narcoterrorista ejercida por su padre en los años 80 y 90.

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– ¿De qué se trata este libro 'Pablo Escobar in fraganti: lo que mi padre nunca me contó'?

Es un libro que revela la trama de corrupción que permitió que mi padre fuera un hombre tan poderoso. Esencialmente y para resumir, te diría que revela como mi padre trabajó con la CIA para, a través del narcotráfico, financiar la lucha anticomunista norteamericana en Centroamérica. También hablo de una de las rutas más exitosas del narcotráfico que tuvo mi padre, que funcionó durante tres años y en las que envió más de 90 mil kilos de cocaína a los Estados Unidos, a un promedio de 800 kilos por semana, de manera ininterrumpida, entre el aeropuerto internacional de Medellín y el de Miami. Por supuesto, todo con la connivencia de las autoridades migratorias y antidrogas de la misma aerolínea. Revela una trama de corrupción de la que nunca se ha hablado, no para restar importancia a los crímenes cometidos por mi padre, pero sí para poner sobre la mesa que un hombre tan poderoso nunca pudo haber logrado solo semejantes cosas. Esa ruta del tren nunca fue descubierta. Hoy estamos hablando de ella, pero tal vez sigue funcionando. Entonces, claramente la corrupción sigue a la orden del día, aún después de dos décadas del fallecimiento de Pablo Escobar. Y el negocio del narcotráfico sigue triunfando y reinando porque gracias al prohibicionismo es que se garantiza esa enorme rentabilidad para financiar esa corrupción, esa venta de armas. En un mundo como el de hoy, con el terrorismo que se está viviendo, con los controles que hay a los pasajeros, a las personas y a los contenedores es imposible que nadie vea entrar la droga y nadie vea salir las armas. Evidentemente, la están dejando pasar.

– ¿Qué cambió en Colombia desde la muerte de tu padre?

Han cambiado los protagonistas, quizás las historias tienen un menor tinte de terrorismo, de una manera tan dramática como los métodos violentos que utilizaba mi padre. Pero esas estructuras mafiosas persisten hoy en día, porque no ha cambiado nada. En realidad, el tema del prohibicionismo sigue garantizando la vigencia y la permanencia en el tiempo de esas estructuras mafiosas. Eso es lo que le garantiza su supervivencia.

– ¿El acuerdo de paz será también un golpe letal al narcotráfico en Colombia?

No lo creo. El golpe letal al narcotráfico se dará cuando los gobernantes del mundo tengan la valentía para legalizar. Mientras tanto, otros pasarán a tomar las riendas de las estructuras mafiosas de narcos que quedarían sueltas, si es que las FARC se comprometen efectivamente a abandonar todos esos negocios. Hoy con estos acuerdos, el narcotráfico comienza a ser reconocido como un delito político, toda una paradoja.

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– ¿Qué diferencia encuentra entre los cárteles mexicanos y los colombianos?

La diferencia es que, en un principio, eran los colombianos los que empleaban a los cárteles mexicanos y ahora es absolutamente a la inversa. Ahora hay mayor poder en esos cárteles y tienen dominio sobre los colombianos. No hay un solo país de esta Tierra que pueda declararse libre del tema del narcotráfico, indistinto de aquellos países que lo prohíben o lo permiten. Sin ninguna duda, es un problema de salud pública que nos afecta a todos y que de ninguna manera se puede solucionar con ametralladoras. Ya está demostrado que no es la manera para enfrentar el problema y creo que la educación está subvaluada y menospreciada, y tiene un efecto tremendo y muy positivo sobre la mente de los pequeños. Si los educamos temprano, con buena información y con amor, perfectamente van a saber decirle que no a las drogas cuando se las ofrezcan. Pero si ni siquiera los educamos desde temprano y, si como padres no nos educamos para educarlos, entonces ¿qué pretendemos recibir?

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– ¿Qué suerte cree que le espera al "Chapo" Guzmán en los Estados Unidos?

No va a pasar nada. El narcotráfico va a seguir funcionando. A mí me interesaría más que nos cuenten quiénes son los jefes de los carteles de Miami, de Los Ángeles, de Nueva York, de Chicago o de Washington. De esos nunca nos cuentan nada. Nos muestran todos los organigramas de todos los cárteles perfectamente organizados, desde la frontera para abajo, pero ¿la droga llega por arte de magia a los Estados Unidos?, ¿se distribuye por un acueducto? Esas son cosas que nunca nos van a querer mostrar, porque siempre es más fácil querer culpar a los latinoamericanos para poder intervenir en sus países, en sus naciones y en sus políticas. Es una verdad a medias y muy conveniente.

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– ¿Le gustaría hacer otra serie narcotraficantes con el verdadero Pablo Escobar que usted conoció?

Me gustaría, y en algún momento la voy a hacer, si están los medios y la posibilidad de realizarla. Creo que sería útil, siempre y cuando lo logremos instalando un claro mensaje: que no haga apología como lo hacen esas series. Siempre dije que, si alguien lee mis libros o ve mi documental y le quedan ganas de ser Pablo Escobar, entonces yo hice un pésimo trabajo, porque no pude comunicar lo que verdaderamente esta historia nos enseñó. No tengo ninguna duda que estas series hacen apología, me doy cuenta por las redes que chicos que tienen miles de oportunidades eligen convertirse en Pablo Escobar: se disfrazan, se peinan, hablan y se visten como él porque esta serie les ha instalado eso, la cultura de que ser gánster está bueno, que te da poder y reconocimiento, chicas lindas, autos lujosos, propiedades, pero esa es la parte más corta de la historia y no es todo. Hacen ochenta capítulos con esa partecita y todos piensan que así es la vida del narco, pero no conozco narcos jubilados.

– ¿Qué recuerdos tiene de su padre? ¿Era un padre presente?

Siempre estaba presente. Era muy distinto que en su actividad, se las arreglaba para estar presente en el hogar y no importaba si estaba en la clandestinidad o no. Siempre estaba presente. Desde todos los lugares, se las arreglaba para hacerte sentir que estaba cuidándote y atento.

– ¿Cómo se enteró de su muerte?

Una periodista me lo informa, pero nunca me dice que me está grabando, reacciono violentamente y salen al aire las palabras que todos conocen ("Voy a matar a todos esos hijos de puta, ¡yo los mato!"). Eso me sirve para aprender que todo lo que dices tiene una consecuencia, genera un efecto y transforma tu realidad. Evidentemente, esos cinco segundos de amenazas me obligaron a vivir un exilio que todavía persiste. Pocos recuerdan que a los diez minutos llamé a los medios para jurar que nunca vengaría la muerte de mi padre. Hace 23 años que cumplo la segunda promesa, no la primera.

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– ¿Por qué no decidió ser heredero de su padre?

Si sumas las páginas de mis dos libros son como setecientas páginas de razones por las cuales ese no es el camino.

– ¿Cómo es su vida ahora?

Vivo en Buenos Aires. Acabo de terminar este libro y estuve casi viviendo en Colombia por 6 meses para hacer la investigación. Ahora me dedico a las conferencias. En México tengo una presencia muy fuerte por la realidad que está viviendo hoy ese país. Lo que más me gusta es que, a través de esas conferencias, puedo ver cómo llego a la juventud y logramos transformar su actitud, una vez que les mostramos las historias como verdaderamente ocurrieron.

– Es padre de un hijo de cuatro años, ¿cómo se imagina hablando con él de las drogas cuando crezca?

Igual que mi padre habló conmigo. Tenía ocho años y me puso las drogas disponibles sobre la mesa. Me explicó sus efectos, sus consecuencias, sus efectos adversos sobre la salud. Me reconoció que las había probado en su totalidad, a excepción de la heroína. Me dijo que si algún día las quería probar, prefería que lo hiciera con él. Ese día me legalizó las drogas y ese día perdí la curiosidad por ellas de manera definitiva. Si funcionó conmigo, que estaba rodeado las 24 horas de drogas, espero que funcione con mi hijo. Como debería de funcionar con miles de niños.

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– ¿Es verdad que su padre le dijo que "es valiente quien no consume drogas"?

Literalmente, ese fue el comienzo de la charla. "Valiente es el que no las consume" y esa es una frase que siempre hay que recordar.

– ¿Qué pasó con todo el dinero que tenía su padre?

La respuesta está en el libro verde, en el capítulo titulado "¿Dónde está la plata?". Quise hacer ese capítulo porque es una respuesta que amerita muchísimo nivel de detalle y ahí está claramente detallado dónde, cómo y quién se quedó con ese dinero. La gente piensa que mi padre sólo juntaba dinero, pero él gastaba mucho, a veces más de lo que le entraba. Y en el narcotráfico hoy eres rico y mañana eres súper pobre, y debes todo. Es una ruleta, es un casino. Hoy eres el ganador y le ganaste a la casa, pero la casa siempre gana. A la larga, los mafiosos terminan perdiendo y no poquito, sino millones y millones en una sola jugada que les sale mal. Y así le pasó a mi padre. La guerra, la corrupción y la violencia: nadie las hizo por amor a Pablo Escobar si no por amor al dinero de Pablo Escobar.

-Si pudiera volver a hablar con su padre hoy, ¿qué le diría y qué cree que él le diría a usted?

Me apoyaría en todo lo que estoy haciendo y sabría que soy consecuente con todo lo que le dije en vida. Estaría feliz de verme donde estoy y haciendo todo lo que hago. Estaría en primera fila aquí sentado. Lo único que le diría es que lo amo porque no me quedaron pendientes con él. Todo se lo dije de frente y en vida, no esperé a que muriera para venir a decir lo que te digo ahora a ti.

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