Advierten un aumento en los casos de bullying en Argentina

Especialistas señalan que el acoso escolar crece de la mano de las redes sociales. Preocupación ante la falta de datos o herramientas para mejorar la convivencia en las aulas

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La llaman violencia silenciosa o acoso escolar, pero se lo conoce más por la voz inglesa bullying. Si bien sucede en todas las escuelas del mundo, en la Argentina las estadísticas más recientes causan especial inquietud: no sólo porque es el país de la región con mayor cantidad de casos, sino porque, además, se calcula que uno de cada cuatro chicos tiene miedo de ir a clase.

Así era al menos en 2011, cuando se realizaron los últimos estudios serios y pormenorizados a nivel local. Y aunque no hay datos actualizados, los psicólogos y especialistas en el tema estiman que la problemática creció exponencialmente.

La semana pasada se conoció un nuevo caso en la provincia de Mendoza. Un chico de 8 años que mostraba síntomas de pánico logró contarle a su madre detalles del sufrimiento al que lo sometían varios de sus compañeros de séptimo grado de la escuela Antonio Tomba de Godoy Cruz, a la que asistía. "Lo llevaban al baño y le bajaban los pantalones; además agarraban comida que había en el suelo, la pasaban por la tierra y se la hacían comer", describió su abuela Claudia.

También lo pisoteaban con los botines, lo cual le llenaba el cuerpo de moretones. Finalmente, la familia lo cambió de colegio y ahora "le ha vuelto la paz", aseguran.

Las redes sociales y el bullying

Violación de la intimidad, maltrato, discriminación, insultos, marginación: el acoso aparece en diferentes formas y encuentra nuevos canales de la mano de las tecnologías emergentes y las redes sociales. Semanas atrás, también en Mendoza, se conoció el caso de una cuenta de Twitter que recibe de manera anónima fotos y videos, en algunos casos de desnudos, con los nombres completos de las personas expuestas; divulga los archivos a sus 1647 seguidores para mofarse colectivamente. Desde entonces se multiplicaron las denuncias: Facebook, Instagram, Snapchat, Tumblr. Red social que aparece, red social que se utiliza para el ciberacoso.

Alejandro Castro Santander, psicopedagogo especializado en bullying, creó en 2006 el Observatorio de Convivencia Escolar, del que es Director General. Trabaja en el interior del país y en el extranjero, ya que el programa integra la red de observatorios por medio del Observatorio Internacional de Violencia Escolar. En diálogo con Infobae, Santander apuntó a la necesidad de volver a analizar con profundidad la situación local debido al desarrollo de las redes sociales y su papel en la violencia escolar.

(Shutterstock)
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Es probable que los chicos no perciban con exactitud el daño que causan con el bullying o ciberbullying, pero se trata de algo severo: dejan a sus compañeros heridas que no se ven pero se sienten en profundidad. Y en muchos casos no se cierran, sobre todo si se abren en etapas de formación de la personalidad.

Esos daños pueden llevar incluso a la muerte. Aquí en Argentina, el tristemente recordado caso de Carmen de Patagones (2004) se constituyó en el ejemplo más emblemático y doloroso. En el mundo, la reciente carta de un chico estadounidense que no soportó el acoso de sus compañeros y se quitó la vida causó escalofríos: "Me rendí. Los profesores no hicieron nada", escribió.

La necesidad de un plan preventivo y la falta de apoyo por parte del Estado

"Tenemos datos muy actuales de México, donde hicimos un trabajo el año pasado. También de Colombia y Lima. Pero acá estamos un poco atrasados", dijo Castro Santander, y remarcó la falta de apoyo en general, pero en particular del Estado, para atender seriamente la cuestión. "Hace falta que algo explote para que la cosa se empiece a mover un poco. Apostamos siempre a la prevención, pero parece que cuesta", sostuvo.

A diferencia de algunos de sus colegas, Castro Santander prefiere la palabra violencia antes que bullying, porque considera que su uso está "de moda" en términos mediáticos. "Es como la violencia contra la mujer. No es que haya más casos necesariamente, sino hay más conciencia. Y la violencia en las aulas también existió siempre".

Hace ya 40 años que se estudia el fenómeno bullying, desde que el psicólogo sueco Dan Olweus comenzó a investigarlo. Sin embargo, Argentina llega tarde a atender el tema. Se lo consideró, primero, tras el caso de Carmen de Patagones; siete años más tarde se realizó el único estudio profundo y federal sobre el bullying en Argentina.

Los especialistas presumen que si se lo repitiera ahora el resultado sería peor: el índice de casos daría más alto, sobre todo porque en las escuelas han cambiado algunos indicadores, y porque se sumaron nuevos canales. "En el momento que hicimos el estudio la cantidad de casos de acoso en redes sociales no era la misma que ahora", destacó Santander. "La semana pasada estuve en Santa Fe y en Paraná, y me contaban sobre cientos de cuentas de Facebook o Twitter con denuncias de agresión", señaló el especialista. 

Es tan complejo analizar el fenómeno del bullying que los investigadores de distintas partes del mundo tienen diversos criterios a la hora de recopilar datos. Otra dificultad radica en que no todos los casos se dan a conocer a las autoridades. Castro Santander estimó que se denuncia uno de cada diez casos.

El acoso físico y psicológico puede dejar gaves secuelas en los niños (Shutterstock)
El acoso físico y psicológico puede dejar gaves secuelas en los niños (Shutterstock)

Violencia naturalizada

Más allá de las diferencias de criterio y los métodos de investigación, las encuestas que realizó el equipo de Castro Santander sobre los alumnos dan cuenta de que el problema ha cobrado una dimensión mayor a la que se cree. "Tanto en el estudio que realizamos en 2006, como en el 2011, uno de cada cuatro chicos de entre 9 y 18 años dijo que le tenía miedo a un compañero. Y si hacemos la reducción de 12 a 15 años, el miedo aparece en uno de cada tres. En especial preocupa la falta de conciencia: los alumnos no se consideran víctimas, creen que ese trato entre pares es normal".

—¿Eso qué significa?

— Que a pesar del acoso, son amigos. Es decir que el acosado es una víctima integrada en el grupo. Considera que ese es su rol, y que cada vez que ingrese en un grupo le pasará lo mismo. Y los otros no se consideran victimarios. Han naturalizado la situación.   

En la práctica, para resolver el problema es común que se retire del colegio al chico que es víctima y no al que comete el acoso. "Como en general las instituciones no dan una respuesta, las madres dicen 'a mi hijo no lo llevo más a ese colegio'. Y es entendible, porque víctima y victimario no pueden estar juntos, y lo primero que hace una mamá es proteger a su hijo", explicó Santander.

Una ley que no funciona

Aunque nunca se aplicó, la Ley para el Abordaje de la Conflictividad Social, también llamada ley Antibullying, tiene tres aspectos centrales:

1) Crea equipos especializados para intervenir en los ámbitos de enseñanza ante situaciones de violencia verbal y/o física.

2) Fija políticas de convivencia en la escuela, basadas en valores tales como el respeto, la aceptación de las diferencias, la resolución pacífica de los conflictos, el diálogo y la contextualización.

3) Crea una línea gratuita 0800 para que la víctima haga la denuncia anónima.

"No se trata sólo de hacer funcionar un protocolo ante un caso de bullying, debemos actuar en la prevención, es decir, en la gestión de la convivencia. ¿Qué podemos hacer para disminuir los casos? Hay que capacitar al docente. ¿Los docentes saben o naturalizan? Hay mucho por hacer y uno que trabaja en las instituciones se da cuenta que no se está haciendo nada", alertó el psicopedagogo.

"Las redes sociales son tierra de nadie"

La licenciada en psicología Lucrecia Morgan dirige el Equipo Antibullying Argentina (ABA), una ONG que va camino a transformarse en una fundación, actualmente trabaja en la elaboración de sus propias estadísticas. Según adelantó a Infobae, sus primeros sondeos indican que la violencia verbal y la social son las más frecuentes, así como el ciberbullying. "También advertimos que la mayoría de las situaciones violentas suceden dentro del aula y en presencia del docente. Al ser modalidades más solapadas, pasan inadvertidas por los adultos, sobre todo en el caso de las redes sociales, que no pueden ser monitoreadas por los docentes", explicó Morgan.

"Es algo complejo —siguió Morgan—: las redes sociales parecen ser tierra de nadieLos padres tienen dificultades para controlar las actividades en línea de sus hijos, y en la escuela argumentan que no permiten que los alumnos utilicen el teléfono celular. Entonces aparece como un ámbito sin supervisión. Por eso es importante que familia y escuela se unan y trabajen en equipo para educar a los chicos en el uso responsable de redes sociales".

Aún sin las cifras cerradas, la directora del Equipo ABA coincidió con su colega en que hubo un incremento en los casos de acoso escolar.

—¿A qué se debe?

—A que en la Argentina hay más factores de riesgo que pueden llevar a que estas prácticas se perpetúen. Faltan políticas y normativas de intervención y prevención. La Ley para el Abordaje de la Conflictividad existe pero aún no está reglamentada en todo el territorio nacional —señaló Morgan—.

"Dado que el Estado no ofrece una intervención mejor, la especialista cree que cada escuela tiene la posibilidad de trabajar en la prevención de esta forma de violencia. Hoy los chicos llegan de las casas con mucho déficit socio-emocional y el docente enfrenta mayores desafíos. No sólo debe ocuparse de los contenidos académicos, también tiene que atender estas cuestiones afectivas de los chicos", advirtió la psicóloga.

Los motivos que desatan la violencia escolar pueden ser muchos y muy variados, pero casi siempre radican en la falta de aceptación de las diferencias, ya sean étnicas, físicas o de personalidad, entre otras. Algunos chicos inclusive han sido atacados por el mero hecho de ser buenos alumnos.

"Nosotros entendemos que el bullying no es un tema de una víctima y un agresor sino que tiene una dinámica de grupo", señaló Morgan. "Entonces la clave es trabajar con todo el grupo, no sólo con quienes están directamente afectados o involucrados. Porque el resto juega un rol muy importante a la hora de apoyar o no apoyar ese acto de violencia: si no hay espectador, no hay espectáculo".  

Ambos colegas coinciden en varios puntos: y es que, a nivel nacional, el bullying avanza sin control de la mano de nuevas herramientas tecnológicas y gana terreno por la falta de políticas serias para el análisis y la prevención. La comunidad educativa no puede perder tiempo a la espera de que un problema de mayor gravedad estalle.

La provincia de Mendoza, por ejemplo, desde su Dirección de Orientación y Apoyo Interdisciplinario a las Trayectorias Escolares (Doaite), inició un estudio en el mes de junio. El objetivo es registrar todos los casos: según adelantaron, tendrán números certeros a fin de año.