Diego Kolankowsky: "Se está juzgando ocho meses contra 12 años, y eso no es justo"

“Me convertí en periodista queriendo aportar para que el país crezca”, dice el hombre que creó ciclos como ZOO y La Cornisa. Hoy es productor teatral y empresario de medios

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"Soy, periodista, productor de contenidos periodísticos y me he convertido en dueño de medios, felizmente". Así se define profesionalmente el creador de programas como ZOO o La Cornisa que también fue gerente de noticias: "Me divierto mucho generando ideas y contenidos" agrega.

Hoy dedicado a los musicales, tras el éxito de Spring Awakening en Broadway hoy prepara Merrily we roll along que se estrena en Hollywood el 22 de Noviembre y triunfa con Peter Pan en Buenos Aires: "Tenía un sueño desde muy chico que era hacer comedia musical; surgió en mi adolescencia cuando vi Drácula, eso quedó en alguna parte y hace cuatro años me convertí en productor de teatro".

— Sorprendió este costado profesional, te teníamos muy vinculado a lo periodístico y de repente estabas haciendo musicales afuera.

— Sí, cuando soñamos lo hacemos en grande. Empecé por la meca. Soy un productor de sueños, los míos propios y los de otros. ¿Sabés lo que es caminar por Times Square repleto de marquesinas y ver una gráfica de una obra tuya?

— Contame cómo fue la primera vez que la viste.

— Me puse a llorar. Tengo 42 años, hace veinte viajé por primera vez a Nueva York y me llevó el papá de un amigo. Tuve la suerte de tener unos amigos fantásticos, era un poco el chico pobre de un grupo de amigos más o menos acomodados y me iba de vacaciones con la familia de los otros. A los 22 ya tenía un par de Martín Fierro de cable y esas cosas y un amigo me dijo: "Tenemos que conocer Nueva York", y el padre de ese amigo me regaló ese viaje. Pensé que no volvía nunca más, veía Times Square y soñaba: ¿algún día yo podré estar acá trabajando? Volví 48 veces después de esa vez que pensé que iba a ser la última. Cuando vi Springs awakening en la esquina de la 47 y Broadway, me puse a llorar, me sentaba y la miraba.

Diego Kolankowsky
Diego Kolankowsky

— En Argentina estás con un presente fantástico con Peter Pan.

— Otro sueño, porque después de eso decís ¿qué puedo hacer en nuestro país que esté a la altura? No quería ser un productor de algo prestigioso afuera y ser un productor de nada menor acá.  

— ¿Cuáles son las diferencias entre ambos países para producir?

— En el talento, hasta seríamos más talentosos en la creación nosotros. Lo que ellos tienen es un orden y un sistema que nosotros no. Se trabaja cuatro o cinco años, los procesos de producción son mucho más largos. La producción teatral, al menos lo que yo vi con Peter Pan, tiene mucho que ver con la Argentina, es riesgo puro. El teatro en la Argentina se vive y se produce mucho más parecido a la tele en vivo y en Estados Unidos como una cuestión artística que tiene otros tiempos de maduración.

No quiero destruir un producto por el minuto a minuto

— ¿No te dieron ganas de hacer televisión allá?

— Nosotros tenemos un programa en DK Group, sobre luxury y lifestyle, relojes, viajes. Es un periodístico distinto amoldado a los gustos que tienen hombres y mujeres con un determinado poder adquisitivo. Sale en 14 países. Somos muy low profile y muy de nicho, no me imagino hoy haciendo national television en Estados Unidos, no tengo ganas de seguir corriendo atrás del rating, corrí desde los 18 años en Telefé Noticias, La Cornisa, Zoo, Lanata, Tres poderes. Fueron muchos años de muchísimo estrés y el cuerpo me lo cobró. Lo que no quiero hacer es destruir un producto por el minuto a minuto; lo he hecho, he corrido atrás de eso y en un momento no está bueno.

— ¿En cuál de los tres países en los que tenés base está el periodista?

— El periodista está acá a full y al tanto de todo, peleando con todos y con los gobiernos como siempre, porque el periodismo tiene que ser crítico siempre. Es mi corazón, vivo y transpiro eso.

— ¿Cambió el ejercicio de la profesión a partir del cambio de gobierno?

— No, el ejercicio nuestro no cambió. Mi productora fue realmente independiente, no elegimos ni una tribuna ni la otra, elegimos ir por el medio, tener las dos campanas, algo que parece perdido en el periodismo. Cuando hacíamos La Cornisa estaban las dos campanas y se discutía. Durante los últimos 6 u 8 años cada programa tenía una idea y vos tenías que mirar dos programas para formar la propia.

— Te fuiste hace cuatro años de La Cornisa ¿sigue teniendo las dos campanas?

— No la vi más, me dediqué de lleno a armar Delta, tengo muy lindos recuerdos, me ayudó a formarme, arranqué a los 24 años con grandes desafíos y llevamos adelante un programa con 17 años en televisión abierta, algún mérito debe tener.

— ¿Cuesta dejar ir esos productos en los que uno trabajó tanto?

— Sí, muchísimo. Lo tendría que haber dejado ir muchísimo antes.

— ¿Pero te fuiste bien?

— Me fui bien, sí, pero lo tendría que haber soltado antes para poder realizar estos sueños.

— Como periodista no sentiste el cambio de gobierno. ¿Y como empresario de medios?

— Como todos sabemos, se puso un poco más difícil la pelea por la publicidad institucional, se ha puesto muchísimo más difícil en algunos organismos con algunas ideas que tienen los que ejercen el gobierno en la actualidad; pero lo entiendo.

— ¿Cuál es tu análisis de estos ocho meses?

— Seguramente al país le falte más tiempo para poder realizar un cambio, para las personas que pregonaron el cambio. Me parece que es muy pronto juzgarlos. Se está juzgando a veces ocho meses contra doce años y eso no es justo.

— ¿En qué momento empezaste a disfrutar de lo que hacés?

— Me golpeé mucho, he sufrido mucho por esta profesión, no he tenido límites en la entrega. Me ha cobrado caro físicamente, el estrés a temprana edad, he tenido parálisis facial y me di cuenta que la vida no iba por ahí. Un día me levanté, tenía 33 años, 6 Martín Fierro, un Emmy, estaba en un hospital y no podía hablar, no escuchaba, no veía, por una parálisis facial por estrés. Nunca fumé, no tomo, nunca me drogué. Estaba persiguiendo premios, prestigio y rating que a mí no me llenaban, que en realidad eran para alguien más. Y en esa búsqueda, psicólogo de por medio, entendí que la vida había que vivirla de otra manera. Ahí explotó mi productora para mil lugares distintos.

La televisión se convirtió en una fotocopiadora de formatos

— ¿Cómo impactó en este proceso la paternidad? Tenés una nena de cinco años.

— La vida me dio a Ámbar Kolankowsky, que es un sol, es una princesa que me acompaña, que duerme en casa y tengo una compañera fantástica. Ámbar me completó la vida, me abrió puertas en el corazón y en el entendimiento que no había descubierto,

— ¿De la tele de la Argentina qué te gusta?

— No quiero ser snob pero me mato mirando Los restauradores, mucho reality de Discovery, mucho reality de Gas monkey, El precio de la historia. Y cuando miro televisión argentina miro cable de deportes o cable de noticias.

— O sea que no te gusta la propuesta hoy de la televisión local.

— No es que me guste o no, creo que es muy similar. La televisión se convirtió en una fotocopiadora de formatos, Intratables es un formato, generó una revolución, después salieron todos los programas que se pelean de la misma manera en otros canales. Lo mismo pasó con los programas de archivo, hubo un programa de archivo y después se replicó en cuatrocientos mil. La Cornisa tenía un formato de entrevista polémica e investigación, eso se disgregó, se repartió en toda la televisión, Ale Fantino hace muy bien lo mismo. Ale Fantino y Juan Cruz, que son dos grandes amigos, tienen una Cornisa diaria con el entrevistado, sus propios panelistas que resuelven; no tiene investigación, pero es como que se va repitiendo. Entonces se repiten los invitados.

— ¿Qué conductores te gustan?

— De la Argentina me gusta mucho Ale Fantino, me gusta Santiago (del Moro), me gusta muchísimo Rodolfo Barilli como conduce el noticiero; Telefé Noticias es el noticiero que está contando absolutamente toda la realidad de lo que pasa en la Argentina, de las marchas, de las contramarchas, de los despidos, de las subas, de las cosas que hace bien el gobierno. Creo que no hay más programas de juegos, no hay mucho entretenimiento, no hay family show, tampoco hay mucha ficción. Hay mucho periodístico vivo. La fórmula América hoy conquistó e inoculó los otros canales. Quizás lo que nos está faltando es un poco más de ficción. Programas de humor, antes el humorístico era un clásico, generacionalmente, Francella, Olmedo…

Me encantaría ser gerente de programación de un canal

— ¿Te gustaría ser gerente de programación de un canal?

— Sí, gerente de programación de un canal me encantaría. No te digo que es un pendiente, pero sí me gustaría. Está bueno diseñar, agarrar una tela en blanco y poder acomodar, sí, me encantaría.

— Habiendo hecho de todo, ¿con qué soñas hoy?

— Empiezo a soñar cosas que tienen que ver con lo personal, con mi hija Ámbar y el país. Me convertí en periodista queriendo cambiar la Argentina, queriendo aportar para que el país crezca. Soy hijo de una costurera tucumana y de un bandoneonista diarero; a mí esa Argentina me dio oportunidades. Esa Argentina de colegio privado mientras pude y estatal en la secundaria porque no se pudo más me dio la chance de recibir premios, de producir. Me gustaría recuperar eso y mejorarlo. Sueño con una Argentina muchísimo más educada.

Sueño con una Argentina mucho más educada

— ¿Crees que hoy un nene con origen similar al tuyo puede convertirse en éste que sos hoy? ¿Existe esa posibilidad de movimiento social ascendente?

— Lo puede soñar, es muchísimo más difícil concretarlo que 30 años atrás. El tema de la droga en la Argentina es un problemón, y la diferencia entre la casa de mi mamá y la de mis amigos era la casa, las milanesas eran las mismas. Hoy eso no pasa. La milanesa que comemos nosotros no debe ser la misma que la que se come en alguna otra parte, y cuando voy a Morón, que fue el último lugar donde residí en la provincia de Buenos Aires, encuentro un Morón diferente. Hasta se habla en forma distinta que hace no tanto. Veo diferencias sociales muy agudas, pero no es de este gobierno, ni siquiera del anterior, hay diferencias sociales inmensas y son culturales también. Leí un libro de (Javier) Auyero hace unos años en el que a través de la investigación de maestros hacía encuestas a los chicos de colegios del conurbano y el principal temor que tenían era por: 1, los ruidos en el techo, 2, los disparos, 3, que a la abuelita le habían pegado. Dista mucho esa realidad, a cinco minutos de la que tenemos nosotros hoy acá en este estudio. Cuando era chico y me hacías una encuesta, mi miedo era si perdía Boca; no tenía miedo a los disparos, no tenía miedo a ruidos en el techo, no tenía miedo por si a mi abuelita le pegaban o no le pegaban. Eso sí entristece.