Un disfraz de nazi jamás es inocente

El grave episodio ocurrido en Bariloche, donde alumnos de un colegio alemán agredieron a otros de una escuela judía, interpela a todos. Juan José Campanella aconsejó a los chicos: “Miren ‘Noche y Niebla’, el documental de Alain Resnais”. El video con las estremecedoras imágenes

Compartir
Compartir articulo

Setenta años después de que, pulverizado ese Tercer Reich que había prometido mil años de dominio del mundo, y en lejano rincón de Bariloche (un boliche), un puñado de chicos de un colegio secundario alemán de Lanús aparecieron grotescamente disfrazados con símbolos nazis y provocaron a alumnos de la escuela ORT, de fuerte raigambre en la comunidad de judía, con el clásico insulto que tantas veces sigue dando la vuelta al mundo:
–¡Judíos de mierda!
No fue un hecho menor. No fue una novatada de borrachines precoces. Algo profundo sigue latiendo en esos chicos, por mucho que sus padres y maestros juren, se desgarren las vestiduras y se avergüencen ante las cámaras de tevé.

No por nada, apenas horas después, el brillante director Juan José Campanella, en pocas palabras, fue lapidario:
– Esos chicos deberían ver Noche y Niebla, el documental de Alain Resnais.

Luminoso dedo en la llaga. Cross a la mandíbula. Porque esos 32 minutos de celuloide editados por el gran director, guionista y montajista francés (1922–2014) está considerado como uno de los más veraces y desgarradores testimonios del mayor genocidio sufrido por la humanidad.

Su título, Noche y Niebla, alude al nombre del decreto firmado por el mariscal Wilhelm Keitel el 7 de diciembre de 1941, ocho meses antes de que la inmensa maquinaria nazi se pusiera en marcha hacia la sangrienta utopía de someter al mundo bajo la cruz esvástica, y el nombre define el método: las capturas, las desapariciones y los crímenes amparados por la sombras…
Y no vale sólo por sus casi insoportables imágenes, que empiezan sobre bucólicos campos ya en paz, y terminan en el pavor paralizante de los hornos crematorios, los experimentos genéticos de ese nuevo Frankestein llamado Mengele, los fusilamientos en masa, y el vano sueño de un mundo sin judíos, gitanos, homosexuales, lisiados… Una Alemania de sangre pura, pelo rubio, ojos azules, cuerpos atléticos y cerebros lavados por el fanatismo.

Vale, digo, porque cada fotograma de Resnais fue extraído de los propios archivos del nazismo: un material tan inviolable como indiscutible.
Y, adhiriendo a Campanella, me permito recomendar otros dos films que acaso sean capaces de alojarse en la torpeza y la ceguera de esos nazis de carnaval –trágico carnaval– que atormentaron a los alumnos judíos. Uno es Sombras y niebla, de Woody Allen (1992), y el otro, La lista de Schindler, de Steven Spielberg (1993).

Pero… ¿es posible que esos adolescentes comprendan, se conmuevan, se avergüencen y estén dispuestos a enfrentar algo más duro que un reto y unas amonestaciones?

¿Eligieron esos disfraces y maquillajes por casualidad, y en Bariloche, un ámbito en el que hallaron refugio seguro varios criminales nazis?

Quisiera, como viejo periodista y profesor universitario, ser comprensivo y hasta piadoso. Pero a pesar de que lo intento, no puedo borrar de mis ojos una escena que vi en otro documental: un oficial nazi que ayuda a una niña de tres años a subir los escalones hacia la cámara de gas… porque sus piernas eran demasiado cortas.

……………………………………………………………….

Posdata: lector, el camino está abierto y es fácil. Puede ver aquí Noche y Niebla. Las imágenes reunidas dolorosamente por Resnais llegan a ustedes claras, sin filtro, sin opinión: sólo con la atroz fuerza de los hechos.