
Cuando llega la primavera, la sensación de estar cada vez más cerca de fin de año y la recepción de los días soleados provoca bienestar y alegría en muchas personas. Los rayos solares están, pero no queman excesivamente. La memoria del frío se diluye y ya no tiene lugar por estos días.
Los cambios de temperatura y el aumento de polen en el aire pueden debilitar las defensas y aumentar las probabilidades de padecer alguna infección, resfriado o alergia. No todo es color de rosa.
La llegada de la nueva estación también provoca que sean los peores tres meses para muchos individuos que sufren estas alergias y deben soportar más de 90 días esta problemática. El renacer de las flores puede causar eccemas cutáneos, asma, rinitis y picazón e irritación ocular, solo por mencionar algunas de las reacciones más comunes.

"La astenia primaveral, desconocida para muchos, produce gran cansancio y fatiga en quienes la sufren. Es un trastorno temporal caracterizado por la debilidad, común en poblaciones de entre 20 y 50 años, que afecta especialmente a las mujeres", explicó el médico Ernesto Crescenti (MN 50.776).
Los principales síntomas de la astenia son el agotamiento físico y mental a través de la desmotivación o la aparición de una ansiedad excesiva. Sin embargo, no está relacionada con la somnolencia. "Es en las mañanas -al despertarnos- cuando más se nota y por mucho que hayamos dormido o descansado bien, sigue afectándonos", dijo Crescenti.

En ocasiones la astenia primaveral está relacionada con otras dolencias como infecciones, anemia, celiaquía, embarazo, trastornos del sueño o déficit de vitaminas. "Si uno se nota muy flojo durante la primavera debe realizarse, en primer lugar, un análisis de sangre para ver si tiene algún déficit. Si no es el caso, se recomienda seguir una serie de pautas que reforzarán la barrera protectora y permitirán llegar al verano con la salud intacta".
La prevención, clave para reforzar las defensas
El doctor Crescenti recomendó "seguir pautas correctas de sueño, evitar trasnochar demasiado y llevar un ritmo de sueño de entre 6 u 8 horas diarias". También enumeró las tres claves para que, a través de la prevención, el sistema inmune permanezca fuerte y sano:
Actividad física: Una de las mejores opciones para subir las defensas y aumentar la vitalidad del cuerpo es hacer ejercicio físico. Lo recomendable sería -al menos- tres veces por semana durante 30 ó 60 minutos.
Alimentación balanceada: Se trata de un aspecto muy importante a la hora de aumentar las defensas. Se debe llevar una dieta variada y equilibrada, consumiendo vitaminas A, B o C, minerales como el cobre, el hierro o el zinc y alimentos ricos en betacaroteno.

Buen descanso: Dormir repara los daños celulares sufridos durante el día, por lo que el descanso nocturno ayudará a nuestro sistema inmune a recuperarse y aumentar sus fuerzas.
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