El ministro Sergio Bergman habló sobre la TV que compró en Chile

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El ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman, viajó a Chile para participar de un congreso. A su regreso, el funcionario fue fotografiado en Aeroparque con un televisor de 55 pulgadas. La imagen, publicada por una usuaria de Twitter, se viralizó rápidamente y generó críticas e ironías. Bergman habló con Infobae sobre el episodio.

 

—Hace unos días se viralizó una foto suya vestido con un delantal de hojas. Ahora se viralizaron fotos suyas comprando un Smart TV en Chile, ¿cuál es su explicación?

—Lo que sucede es que, sin minimizar el efecto que tienen las apariencias, es la coherencia de actuar como siempre actué.

—¿Eso qué significa?

—Eso significa que fue una decisión mía personal sin requerir ni asistencia ni utilizar estructuras del Estado. Tenía una invitación que se terminaba de confirmar en el transcurso de mi estadía en Chile y yo me había comprometido porque formo parte de este Instituto que se está inaugurando esta noche. Es un seminario de formación rabínica reformista en el marco de una fundación que se llama Mishkan que cumple sus primeros 25 años. Yo tenía el compromiso de apoyar y además de dirigir lo que va a ser el centro de educación a distancia de la formación rabínica y tomé la decisión, con mis propios recursos y mis propias manos, de comprar el Smart TV que es imprescindible para las teleconferencias ya que estamos conectados con centros de formación en Estados Unidos. Y también la primera edición del Talmud. Esa es la donación que voy a concretar en este acto de inauguración de hoy a las 19. Lo hice con total espontaneidad, sin necesidad de ocultarme ni utilizar ningún atajo. Lo compré, pagué el oversized en la compañía aérea y los impuestos como corresponde. Ni me escondí ni me fui de donde estaban todos los pasajeros, con los que viajé en la misma clase y como uno más. Me comporté de manera espontánea, ni siquiera premeditada. Casi análogo a como lo hice la vez pasada, cuando yo tampoco suponía esa repercusión en Twitter. Hay una condena y un juicio de valor sobre esta actitud que no digo que no podamos debatir, sobre todo por los antecedentes y porque la gente siempre tiene tanta suspicacia y dudas sobre la función pública…

—Tiene que explicarlo…

—Lo explico. Lo lamento una vez más porque me gustaría hablar de los temas de fondo que trato y en los que trabajo y no de las circunstancias, pero por supuesto entiendo la viralización, la sensibilidad, la percepción y en algunos casos también la manipulación. No es el fondo de la cuestión… no sé si para ahora pero diría que en algún momento habría que debatir si uno dice la verdad, hace las cosas a la luz del día, se comporta como un ciudadano con responsabilidades y obligaciones. Siempre pensé que esas cosas, dentro de la manera que hacemos política, de manera cercana y como un igual con responsabilidad, iban a ser ponderadas favorablemente. Es como que se echa un juicio de valor negativo a algo que me parece que es una conversación abierta. Particularmente no lo hago en términos de defensa sino de la explicación que estoy obligado a dar, pero no coincido con la ponderación que se dio en la viralización. Si tuviéramos más calma a lo largo de los próximos meses, tal vez hablemos de la función pública y de quién la tiene que asumir, y de qué conducta tiene y qué antecedentes y cómo se responde frente a los requerimientos de la ley de la gente. Tengo una tranquilidad interior y espiritual que me permite dar esta explicación sabiendo que no con ella voy a conformar a todos.

—Uno piensa que si bien es legal, quien compra algo en Chile, donde es más barato, en vez de hacerlo en Argentina, en este caso es un ministro.

—Ahí vamos a tener otra discusión, una discusión que ya tuvimos con otros compañeros respecto a dónde tienen sus recursos o de qué manera. En su momento el jefe de Gabinete también fue muy claro cuando se cuestionaba a tantos argentinos haciéndolo… Me parece que en algún momento vamos a tener que discutir el tema de fondo, por qué los argentinos tenemos que pagar tanto de más determinadas cosas. Eso de alguna manera va a permitir una mayor transparencia en el tema no solo de lo legal sino al acceso de estos bienes que, insisto, en mi caso fue coyuntural porque estaba ahí y fui, lo compré y lo traje. No hice una especulación sobre si apoyo a la industria nacional o si estoy a favor o no de estas discusiones que me parecen relevantes e importantes. Entiendo también que la gente no tenga el mismo nivel de exigencia para un funcionario que para un ciudadano común. Lo entiendo perfectamente. Estoy planteando para una lista más extensa que un LED, por ejemplo si el turismo lo tenemos que hacer acá o en el exterior, controlar qué bienes compra la gente cuando hace turismo, si usa autos nacionales o importados, una cantidad de categorías… Parece ser que importa más la apariencia que la consistencia, lo entiendo pero no necesariamente lo acepto. No tengo que aparentar nada que no soy.

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—¿Se puede saber cuánto pagó? ¿Es una compra personal?

—Sí, es una compra personal que está declarada. Eran 475.000 pesos chilenos que es el equivalente a seiscientos y algo de dólares. Está el pago del arancel y la factura que hay que presentar al ingresar.

—¿En Santiago de Chile participó de una cumbre ambiental?

—La OEA organizó una jornada sobre el derecho ambiental, en el marco de la Corte Suprema de Justicia de Chile con ministros de la Corte, el fiscal general, parlamentarios de países latinoamericanos. En el panel estaba el ministro Muñoz de la Corte Suprema de Chile; Luis Almagro, secretario general de la OEA. Participé del panel sobre el derecho ambiental y la importancia que tiene la formación de fiscalías y tribunales especializados por un lado y la idea de que el derecho ambiental se inscribe no solamente en términos de las disciplinas del derecho precautorio en defensa del ambiente sino también en la política de los derechos humanos, y cómo eso se extiende en el concepto de dignidad de las personas y los que están más postergados. Ese fue el debate que hubo en el plenario.

—¿La Fundación para la cual compró el Smart qué hace exactamente?

—El centro Mishkan es un centro de espiritualidad judía, fundado hace 25 años por quien es mi rabino y mentor, el rabino Reuben Nisembon, que asume hoy como rector de este seminario rabínico de formación reformista. Es un tema que no quería difundir porque forma parte de mi actividad personal y también institucional y comunitaria de la que, como les consta desde que asumí el cargo, no hago difusión.

—¿No iba a contar que haría la donación?

—Lo anunciaba hoy frente a las autoridades que van a estar presentes. Estaba esperando porque hay gente que viaja de Latinoamérica y de Israel para participar. Nunca tuve la idea de decirlo. Lamento que algo que yo hago se ponga en el plano de explicar y justificar haber decidido comprar y donar. Porque las donaciones son más nobles cuando uno no las anuncia y también cuando el donante se desconoce, de acuerdo a nuestra tradición. Insisto, no para mitigar el efecto que esto tiene en las redes, lo comprendo, pero de alguna manera no quiero verme en la situación como si tuviera que justificarme, como si hubiera delinquido o hubiera hecho algo ilegal. Estoy todo el día en la situación de explicar lo que parece inexplicable. Para mí es explicar lo que creo es explicable.

Semanas atrás, Bergman había sido noticia porque se disfrazó de árbol
Semanas atrás, Bergman había sido noticia porque se disfrazó de árbol

—¿Está preocupado, triste, enojado, arrepentido?

—No, no.

—¿La próxima vez hará lo que públicamente se vea que está bien?

—Voy a hacer lo que hago siempre. Entiendo y acepto el doble estándar, donde también como valor cultural preferiríamos que no se vea aunque sepamos que se haga antes que asumir que si uno lo hace y lo muestra es porque no tiene nada que ocultar. Yo diría al revés, a los que son tan duros y críticos, descontando a aquellos que tienen una motivación política y partidaria, a la gente de buena fe que critica y me parece válido, les diría que si supusiera que es algo que está mal, que no se pueda hacer, o que yo tuviera alguna duda sobre si es defendible, no lo hubiera hecho. Leí que me agarraron in fraganti. No, in fraganti nada, a mí no me agarraron haciendo algo in fraganti. Entiendo que de manera espontánea un ciudadano, periodista, me sacó una foto y la gente opina en un espacio abierto, plural, no dirigido ni condicionado… respeto todas las opiniones. Si yo hubiera hecho algo de lo que ahora me tengo que defender, ¿no habría podido evitarlo? Yo fui como uno más y por mi impronta (con esto no quiero criticar a nadie), porque no viajo con asistencia y no le pido a otro que lo haga por mí para no quedar expuesto como si yo hiciera algo que está mal. Pero entiendo que un montón de otros funcionarios quizás van a tomar recaudos, porque si las reacciones son estas… Yo no lo haría de otra manera, a lo sumo no lo haría. Me parece que no tengo que resignarme a dejar de hacer lo que un ciudadano libre puede hacer. Repito, entiendo perfectamente que no es lo mismo un funcionario que un ciudadano. Tengo derechos y obligaciones y las cumplo.