Macri demuele a Massa, apuesta a la obra pública y duda en ir a la ONU

El Presidente jura que Cambiemos ganará las elecciones de octubre, y considera a Cristina Kirchner un fenómeno menor. Además, cree que la inflación en 2018 será entre el 8 y el 12%, y piensa que el déficit fiscal estará cerca del 3, 2%

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Mauricio Macri ya no tiene sosiego leyendo La sonrisa de Mandela, el libro de John Carlin que describe la inteligencia política aplicada por el líder sudafricano para enterrar al apartheid. Macri juega su proyecto de poder en los comicios de octubre, y acusa a Sergio Massa y a Florencio Randazzo por el crecimiento electoral de Cristina Kirchner.

"Está viva por culpa del peronismo, especialmente por Massa y Randazzo, que no construyeron y no pudieron convencer a los intendentes", dice el Presidente en la intimidad de la Quinta de Olivos. Y para sostener aún más sus palabras, refiere a una planilla que exhibe la escasa cantidad de intendentes que apoyan a Massa y Randazzo. "En los primeros meses del gobierno, nosotros lo apoyamos a Massa para que surja algo nuevo -confiesa a sus amigos-, pero no hizo nada. ¡Nada!".

Macri sabe que su candidato a senador en la Provincia de Buenos Aires, Esteban Bullrich, todavía no seduce a la cantidad de votantes necesarios para derrotar a CFK, pero está confiado en revertir un panorama que no estaba en sus cálculos previos. "Vamos a ganar en octubre, estoy seguro", repite como una letanía cada vez que conversa con empresarios, banqueros o jefes de Estado, como sucedió durante la cumbre del Mercosur en Mendoza. El presidente está convencido de sus propias palabras, y tiene un argumento que resume su confianza política: "Las obras avanzan más rápido que las palabras", explica.

Para Macri y su perspectiva del poder y la política, el cemento pesa más que los discursos. Sostiene que la prédica del peronismo cae derrotada ante los emprendimientos que le pueden cambiar la vida a la gente, y pone como ejemplo su decisión de atacar al narcotráfico y la venta minorista de cocaína y paco. "Entramos a la 1-11-14, a la villa 31, a la Carlos Gardel, y derrotamos a los narcos", describe cada vez que se le pregunta cómo hará para derrotar al peronismo en los comicios de octubre. Y agrega: "Llevamos obras, ven las máquinas, se dan cuenta en el conurbano bonaerense que tenemos otra idea de la política, que venimos a cambiarle la vida y las cosas".

La tercera sección electoral, La Matanza, es un territorio inhóspito para Cambiemos. Allí se concentran todos los costos sociales del programa oficialista, y sobre esos costos Cristina construye un proyecto político que puede desembocar en su candidatura presidencial 2019. "El populismo le dio transporte barato, gas, luz y agua. Eso era una ficción, que afectó a la Argentina y a su economía", argumenta Macri para cuestionar a CFK y justificar sus medidas de gobierno. El Presidente reconoce que los costos del ajuste son duros, pero enfrenta los cuestionamientos con un argumento que roza el idealismo político: "Vamos a un cambio de valores, a la transparencia, a la honestidad", explica con tesón.

—Parece que no alcanza. Cristina está ganando— le replican ante este argumento de campaña.

—Enfrentamos a las mafias, cumplimos con nuestra palabra. Estamos yendo de menor a mayor. Todos los días pensamos en alguna mejora, sin que sean medidas populistas. Y al final, vamos a ganar. Hay mucha gente que apuesta por la Argentina, y no vamos a defraudar.

Macri está optimista respecto a la nueva imagen que supo transmitir de la Argentina, cada vez que viajó al exterior y contactó a jefes de Estado, académicos, banqueros, empresarios y legisladores. Sin embargo, reconoce que las inversiones extranjeras tardarán en llegar al país. El presidente entiende que hay desconfianza y que las elecciones de medio término son un punto de inflexión. "Han mentido mucho. Nosotros decimos la verdad, pero será un proceso largo. Yo sé, ya lo sabía, que muchos iban a esperar los resultados de las elecciones. Es una posición lógica, esperable", comenta cuando le preguntan en Olivos por qué aún no llegan desde el exterior los millones prometidos durante sus giras internacionales.

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"Hay un inmenso interés por la Argentina. Y creo que tiene que ver con Messi, el Papa, el tango, el fútbol, y la carne", explica Macri a sus allegados al referir sobre la predisposición que encontró en Emmanuel Macron, Ángela Merkel, Donald Trump, Mariano Rajoy y Xi Jinping, cada vez que pedía inversiones y apoyo financiero para sostener cambios estructurales en el país.

Macri está obsesionado con reducir la pobreza, y esa obsesión hace que dude respecto a su participación en la Asamblea General de Naciones Unidas. El Presidente cree que si no viaja en septiembre a Manhattan, nada sucederá respecto a su protagonismo en la arena internacional. "Tengo que ir al hueso, tengo muchas cosas que hacer en la Argentina. Y no siempre van los presidentes a la asamblea de la ONU", argumenta Macri.

—Argentina organiza el G20, y usted no iría a la ONU, que es el ícono de los organismos multilaterales…—le cuestionó un interlocutor ocasional del Presidente.

—Ya inserté a la Argentina. Tengo una lucha frontal con la pobreza, tengo que laburar acá…

En este sentido, Macri afina su reforma tributaria, cree que la inflación en 2018 será entre el 8 y el 12%, y piensa que el déficit fiscal estará cerca del 3, 2 por ciento. Las cifras del Presidente son puro optimismo: la inflación de 2017 no terminará en 17%, y será necesario una corrección hacia adelante. Ergo: la proyección de 12% como tope puede terminar en 15%, como mínimo.

El mandatario jura que ganará las elecciones de octubre. Cree que Cristina es un fenómeno local y que su influencia está limitada a los sectores más bajos de la Provincia de Buenos Aires. Apuesta más a la obra pública que al simple discurso político. Y considera que la ex mandataria será derrotada por Bullrich.

En poco tiempo se sabrá si tenía razón. Por hora, la política no es una ciencia exacta.