Una batalla cuerpo a cuerpo

El cierre de listas promete sorpresas de último momento y un tendal de heridos en las dos principales coaliciones

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Gerardo Morales, Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau
Gerardo Morales, Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau

El escenario electoral entra ya en tiempos de esas definiciones de las que no habrá posible vuelta atrás: en 3 días (el próximo miércoles) vence el plazo para la inscripción de alianzas y, en apenas 12 días más vencerá el plazo para la inscripción de candidaturas y el cierre de listas. Un evento que si bien siempre tenso y traumático para la política, en este inédito e incierto proceso electoral de 2023 promete sorpresas de último momento que dejarán seguramente un tendal de heridos, algunas certezas y muchas incógnitas aún de cara a las generales de octubre.

Sin embargo, una vez cruzado ese verdadero Rubicón que constituye el cierre de listas para las dos principales coaliciones que han venido estructurando la dinámica político-electoral de los últimos años, y que atraviesan desde hace ya bastante tiempo fuertes disputas internas y pujas por el liderazgo, ya no habrá tiempo para reflexionar en torno a lo sucedido ni limar asperezas para suturar heridas: faltarán apenas 7 domingos hasta las PASO, 17 semanas para las elecciones generales de octubre y 5 meses para la asunción del nuevo gobierno. Y, todo ello, en un país que atraviesa una crisis económica y social inédita por su persistencia y carácter multidimensional.

Es en este marco en el que se inscriben los últimos -y más dramáticos- capítulos de la feroz interna que enfrenta el PRO y, por añadidura, Juntos por el Cambio. Una disputa interna que ha venido escalando a niveles hasta hace unos meses insospechados y que hacen que una posible ruptura, aunque poco probable, sea un escenario aún posible que no debiera descartarse de plano.

Esta semana volvió a quedar expuesto con crudeza quiénes están de un lado y otro de esta verdadera grieta que atraviesa a JxC. La propuesta de Larreta de ampliar la coalición y sumar a los sectores peronistas nucleados en torno al proyecto presidencial del gobernador cordobés Juan Schiaretti (Florencio Randazzo, Diego Bossio, etc.) no solo desató un furioso vendaval, sino que mostró de un lado un compacto bloque larretista que incluye a Morales, Lousteau, Manes, Pichetto y Carrió -entre otros- y, del otro, el ya inocultable tándem Macri-Bullrich.

Pese a la validez de algunos de los argumentos expuestos por los defensores y detractores de la propuesta, y que ya no habrá tiempo para la inclusión formal de Schiaretti al conglomerado opositor, la fisura ya quedó planteada, y queda claro que las profundas diferencias internas expuestas solo se dirimirán en las PASO del próximo 13 de agosto.

Mientras tanto, y a pesar de la imposibilidad formal de sumar al sector peronista que anima el gobernador de la provincia mediterránea, Rodríguez Larreta seguirá profundizando su perfil en torno a su posicionamiento como líder y constructor de una “nueva mayoría” que sirva no solo para ganar sino fundamentalmente para gobernar un país complejo, todo ello contrastando explícitamente con la férrea resistencia del eje Macri-Bullrich en defensa del formato restringido de la coalición, con la idea siempre presente de que esa actitud se perciba como mezquina y sectaria por potenciales votantes de la coalición.

Espert junto a Rodríguez Larreta y junto a Bullrich
Espert junto a Rodríguez Larreta y junto a Bullrich

En este marco, lejos de ver en la un fracaso en el bloqueo a la posibilidad de incorporación de Schiaretti, en las terminales larretistas se festejó la incorporación del liberal José Luis Espert, y se preparan varios pseudo-acontecimientos que buscarán impactar en la agenda político-mediática y reforzar el posicionamiento buscado: fotos con otros líderes opositores, la presentación de un documento programático de 10 coincidencias básicas y varios gestos más tendientes a mostrar la manifiesta voluntad de ampliar la coalición, antes o después del 13 de agosto.

Lo que queda claro a esta altura es que la disputa es por todo, un enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre el fundador del partido que no quiere resignar su rol de gran elector y custodio de la supuesta pureza de su espacio nacido en 2015 para derrotar al kirchnerismo, y quien aspira a reconfigurar esa coalición nacida en 2015 para gobernar el país con un nuevo esquema coalicional que incluya a sectores del peronismo. En este contexto, ya quedó en el olvido el gesto de renunciamiento del ex presidente que, por momentos, parece eclipsar a su propia candidata y desplazarla para subirse directamente al ring a batirse mano a mano contra el alcalde porteño.

Aún sin una ruptura formal a la vista las posiciones son tan irreconciliables que ese escenario electoral de tres tercios del que habló en su momento Cristina Fernández de Kirchner y que muestran hoy todas las encuestas parece mutar a un escenario de cuartos, lo que sin dudas plantea un interrogante en relación a cómo se procesarán las derrotas en el interior de JxC de cara a la difícil tarea ya no solo de vencer a un kirchnerismo desgastado sino de enfrentar con éxito al ascendente Javier Milei.

Así las cosas, está más que claro que después del 13 de agosto no habrá espacio para los dos: uno terminará duramente derrotado y será muy difícil recomponer relaciones y suturar heridas en tan poco tiempo. Pero eso será parte ya de otra historia que aún está por escribirse.

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