Liberalismo: el rol de las fuerzas armadas en el sistema democrático

Las Fuerzas Armadas no deben preparase para una guerra determinada sino ser útil al gobierno en el manejo de crisis internacionales

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Los Liberales adherimos de manera irrestricta al Sistema Representativo, Republicano y Federal de gobierno bajo el paraguas de nuestra Constitución Nacional con especial énfasis en los principios pétreos contenidos en los treinta y cinco primeros artículos que se refieren a Declaraciones, Derechos y Garantías. En este marco conceptual, la reconfortante confluencia entre la Democracia como sistema político y la Economía de Mercado en un mundo cada vez más globalizado, determinan una búsqueda constante de alianzas regionales, hemisféricas y mundiales.

Concluimos inexorablemente que la política exterior, basada en sólidas convicciones que heredamos de los padres fundadores de nuestra Nación, entre ellos el gran tucumano Juan Bautista Alberdi, es la condición primaria para nuestra definitiva reinserción en el concierto de países con los cuales compartimos los mismos ideales de progreso, bienestar general y compromiso incondicional por la libertad e igualdad de oportunidades.

Es por ello que se necesita buscar la paz y la seguridad internacional en los términos previstos por la Naciones Unidas (U.N.) porque es la condición necesaria para permitir la inclusión de Argentina en una economía interdependiente en expansión y en la consolidación definitiva de sus Instituciones fundamentales.

Las características y sobre todo la misión de las Fuerzas Armadas en general entendemos deben responder a los lineamientos de Políticas de Estado perdurables, expresada a través de una decisión del más alto nivel de gobierno que podríamos conceptualizarlo de la siguiente manera: “contribuir a la defensa nacional actuando en forma disuasiva o empleando los medios en forma efectiva a fin de proteger y garantizar de modo permanente la soberanía e independencia, la integridad territorial, la capacidad de autodeterminación, la vida y la libertad de los habitantes y los recursos de la Nación frente a los riesgos y eventuales amenazas de origen externo”.

En este contexto, ellas deben asegurar el logro de una disuasión creíble que haga no aceptable una acción hostil por parte de un eventual agresor. Es por ello que la positiva vertiente actual del instrumento militar presente y futuro hace imprescindible acogerse a la nueva corriente de pensamiento llamada “Estrategia del Conflicto”, cuya columna vertebral doctrinaria es la “Teoría de la Interdependencia”, nacida con la caída del muro de Berlín y el surgimiento del Nuevo Orden Internacional vigente. Tal fue la importancia del derrumbe de la muralla de la vergüenza, ya que luego de haber la Doctrina del “Realismo” protagonizado el eje discursivo de las Fuerzas Armadas durante más de trescientos años, es reemplazada por la mencionada “Interdependencia” con un claro aggiornamiento para adaptarse las naciones a este nuevo paradigma superador que revolucionó las relaciones asimétricas del instrumento militar.

Por lo tanto las Fuerzas Armadas no deben preparase para una guerra determinada sino ser útil al gobierno en el manejo de crisis internacionales derivadas de conflictos, siendo en consecuencia rediseñar un instrumento militar acorde a las necesidades presentes y futuras: extremadamente profesional, excelentemente adiestrado, con remuneraciones actualizadas permanentemente por la responsabilidad indelegable que tiene todo el personal militar y civil de las Instituciones, contando para ello con Fuerzas Armadas que evidencien capacidad de despliegue inmediato a zonas regionales y/o internacionales donde el Gobierno así lo determine, con la previa autorización del Congreso Nacional y en estrecha coordinación y apoyo de los Organismos Internacionales Supranacionales (Naciones Unidas – Organización de Estados Americanos).

Por todo ello es necesario recordar que el andamiaje jurídico, político y social del Liberalismo se asienta en tres pilares formidables y fundamentales: Democracia, Estado de Derecho y Economía de Mercado, trío indisolublemente encadenados e inescindibles puesto que uno no puede existir sin los otros dos. En momentos que las ideas de la libertad sufren el embate de los nocivos y perversos ataques del nacionalismo que ha resurgido dramáticamente en diversas partes del mundo ante la euforia contendida de la izquierda que observa asombrada como estos “populismos de nueva generación” están combatiendo al Liberalismo pero sin tener ellos que participar activamente. Que excelente negocio que nunca siquiera imaginó la izquierda vernácula y trasnochada.

Estos personeros de extrema derecha son protagonistas del festín ideológico que utilizan, sí, algunos conceptos liberales económicos pero aborrecen de la democracia sin mencionarla directamente: en definitiva, el fin último es su reemplazo por un sistema, primero autoritario y finalmente totalitario. De allí a la instalación de gobiernos filo nazi y/o filo izquierdistas, ambos regímenes políticos esencialmente iguales, existe un solo paso.

Por todo lo anteriormente mencionado, colocando el rol de las Fuerzas Armadas en su esencia específica que deben estar marginadas de cualquier interferencia política, incluído el demencial mesianismo residual de querer ser líderes de soluciones al margen de la Constitución Nacional y del Estado de Derecho, es necesario comprender la faceta positiva de su esencia y razón de ser del instrumento militar en el siglo XXI: evitar la guerra y mantener la paz.

Decía el Dr. Carlos Pellegrini en uno de sus discursos excepcionales: “El militar tiene otros deberes y otros derechos, viste de otra manera, hasta habla y camina de otra manera… él está armado, tiene el privilegio de estar armado, en medio de ciudadanos desarmados…Con una señal de su espada se mueven batallones, se abren nuestras fortalezas y toda esta autoridad y privilegio se lo damos bajo una sola y única garantía, bajo la garantía de su honor y de su palabra”.

Comentaba a su vez las palabras de otro Presidente ilustre, Domingo Faustino Sarmiento cuando mencionaba con su brutal sinceridad: “el Ejército es un león que hay que tener enjaulado para soltarlo el día de la batalla” y finalizaba Pellegrini con meridiana claridad: “y esa jaula, señor Presidente, es la disciplina, y sus barrotes son las ordenanzas y los tribunales militares y sus fieles guardianes, son el honor y el deber”.

Finalmente podemos concluir que el instrumento militar tiene además el objetivo superior de asegurar y preservar la vigencia de los valores supremos de nuestro sistema Representativo, Republicano y Federal de gobierno basado en la defensa inclaudicable de la Libertad en un mundo cada vez más interdependiente, globalizado, donde la Democracia, la Economía de Mercado y el Estado de Derecho son virtudes esenciales ya que representan una versión en macro escala de la función de las Fuerzas Armadas: ser una herramienta idónea de la política exterior de la Nación.

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