El 2021 tendrá vida si hay más vacunación

El manejo de la salud durante la primera ola de la pandemia ha sido muy cuestionado. Y, hoy por hoy, cuando en los países centrales ya se aplican las vacunas de última generación, Alberto Fernández estira las expectativas y no negocia, o negocia mal

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La velocidad y el éxito de la vacunación, clave también para la recuperación económica
La velocidad y el éxito de la vacunación, clave también para la recuperación económica

El cristinismo no tiene problemas en crear fricciones con distintos sectores de la sociedad. En su historial político nunca ha dejado de estar enfrentado con otros poderes del Estado, con los diversos sectores de la economía y con la política. Ese es su gran defecto porque sólo puede formar alianzas para ganar una elección. Un mes después las rompe utilizando imposiciones. Es la historia del Frente para Todos. Un ente fragmentado en territorios sueltos, cada cual con vida propia.

A un año de gobierno, Cristina Fernández ha insistido tanto con sus problemas judiciales, ha dicho y actuado en tantos planos para aplastar jueces, en cobrar indemnizaciones millonarias por sus anteriores gestiones y las de su marido, que ha dejado de tener pudor.

Cristina sabe que el 50 por ciento de la población vive con menos de 30 mil pesos por mes, que las arcas del Estado son una miniatura, que la inflación no ha frenado y que la pandemia se ha llevado decenas de miles de comercios y Pymes pero sólo piensa en los Tribunales que la persiguen no sólo por corrupción. Y en los cobros millonarios retroactivos a través de Anses.

Cristina Kirchner
Cristina Kirchner

Para ella, la economía no es foco de preocupación. Lo fue en su momento del presidente Alberto Fernández, pero cuando habla de estatizar servicios privados o en reorganizar el servicio de salud atacando al sector privado, perece no tener la menor conciencia de unas arcas oficiales absolutamente vacías y endeudadas. Además, el planteo es errado: no hay planes concretos de mejora tras las privatizaciones.

El manejo de la salud durante la primera ola de la pandemia ha sido muy cuestionado. Y, hoy por hoy, cuando los países centrales ya se aplican las vacunas de última generación, Alberto Fernández estira las expectativas y no negocia, o negocia mal (como en el caso de Pfizer). Precisamente cuando ya se viene la segunda ola, o la tercera ola, o las mutaciones de la primera.

La comunicación oficial es de una precariedad que lastima. Se sabe que todo lo que ocurre en el hemisferio norte terminará arribando a la Argentina. Y la situación en Estados Unidos o en Europa es calamitosa.

Ni el hemisferio norte ni el sur verán una solución si no se vacuna a toda la población con paliativos seguros, de alta eficiencia. Las pandemias duran tres años y hasta hace pocas décadas una vacuna requería seis años de prueba y error en los laboratorios. Las vacunas contra el COVID-19 han sido logradas por una ciencia muy avanzada.

Una pasajera camina por las instalaciones de la T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, en España, en plena segunda ola de la pandemia del Covid-19
Una pasajera camina por las instalaciones de la T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, en España, en plena segunda ola de la pandemia del Covid-19

A nivel económico, el mundo ha sido muy castigado. Las caídas no remontarán fácilmente. En diciembre pasado la Reserva Federal de Estados Unidos decidió continuar con una tasa de interés de referencia del 0 al 0,25 por ciento. Es una buena noticia para la Argentina que ha comenzado a renegociar su deuda con el Fondo Monetario, pero por sobre todo porque como contrapartida de esas bajas tasas se logran altos precios internacionales de los commodities.

El caso de la soja es un ejemplo. La molestia del campo argentino con la prohibición de exportar maíz ha llevado a otro conflicto de envergadura. Para este año, los funcionarios consideran que habrá un crecimiento del 4,8 por ciento... que no alcanza para recuperar ni la mitad del terreno perdido en el 2020.

El proceso se originó en una caída de exportaciones argentina de 25,6 por ciento y un crecimiento de las importaciones del 20,7 por ciento. Esas compras en el exterior mostraron una necesidad de todos los usos económicos. El avance de los vehículos livianos escaló al 60 por ciento, los bienes de capital y los bienes intermedios avanzaron entre el 31 y el 30 por ciento. El saldo comercial septiembre-noviembre cayó 40 por ciento.

La pandemia llegó después de dos años de caída del producto (los dos últimos del gobierno de Macri), en los que los niveles de empleo se derrumbaron. Todavía no hay cálculos certeros, pero la economía se derrumbó el año pasado un 11 por ciento (a pesar de las prohibiciones a los despidos) y el desempleo pasó al 12,4 por ciento de la población. Cuatro argentinos cada diez padecieron problemas laborales (despidos, suspensiones o recortes salariales), el 35 por ciento de las familias redujo su consumo de alimentos.

Un stock de reservas por debajo de los 4.000 millones de dólares en el Banco Central motoriza incertidumbres. Sólo una rápida campaña de vacunación –que va a pasos lentísimos– la suerte del 2020 dependerá de la batalla cambiaria. Si hay devaluación las señales de alivio se esfumarán.