Por qué Cristina no leyó ni leerá el libro sobre la muerte de Néstor Kirchner

La ex presidenta, como Néstor Kirchner, desconfía de los periodistas independientes. Aunque, en campaña, se muestra más abierta

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Bien sentada, la mano derecha debajo de la mandíbula, los labios apretados, la mirada atenta; Cristina Kirchner se puso rápidamente en guardia cuando Samuel "Chiche" Gelblung le habló de mi último libro, Salvo que me muera antes.

—¿Quién?

—Ceferino Reato.

—Mmm…

Cristina Kirchner ya había pedido "un poquito más de agua, por favor". Me hizo recordar la famosa frase de Juan Domingo Perón sobre los sapos que un político tiene que tragar tan a menudo. En especial, cuando está en campaña, un arte que consiste en seducir voto a voto. Mejor, tragar los sapos con agua.

"No lo leí", lo interrumpió, seca, Cristina. "Lo tenés que leer. Está bien hecho", le sugirió el experimentado periodista. La ex presidenta le explicó entonces por qué no leía "las biografías mías o las de Néstor. Porque, si son ciertas, ya las sé; y si son mentiras, no me interesan". Y agregó: "Yo estaba ahí. ¡Para qué lo voy a leer si yo sé lo que pasó!", en alusión a la muerte de su marido y mentor.

Es una frase ingeniosa, pero no es cierta: ella leyó los originales de la biografía que escribió Sandra Russo, La Presidenta, y hasta le hizo correcciones, como admite la propia autora en el libro en la página 276.

"Cristina lo leyó y me dijo que estaba bien, pero no fue demasiada expresiva en ese sentido", dijo Russo a Tiempo Argentino el 7 de agosto de 2011. Y agregó: "Durante un vuelo a Río Gallegos, le mostré la primera versión. Hasta ese momento, yo tenía la primera entrevista que le hice y el material de todos los entrevistados, pero necesitaba que lo viera para hacer correcciones. Y sí, (las correcciones) eran un montón, se acordaba de todo".

En la entrevista por Crónica TV, Chiche Gelblung siguió con el tema, que no parecía agradar a Cristina Kirchner.

—(Reato) Me contó una cosa que yo no sabía…

—¡No te escucho, más alto!

—Me contó una cosa que yo no sabía, y es que hubo un velorio a cajón abierto de Néstor en Calafate.

—Sí.

—Me sorprendió ese dato. Nosotros vimos el velatorio público cuando llegó acá. Me impresionó mucho esa parte.

—¿Por qué te impresionó?

—Porque se crearon tantos mitos, tanto verso sobre cómo había muerto.

—Mitos no, infamias.

—Sí, sí, repugnantes. Coincido con vos.

—No le pongas el nombre de mitos a lo que simplemente han sido brutales y bárbaras infamias que revelan muchas veces el porqué yo tenía y tengo una visión tan crítica de cierto periodismo. Infamias. Que ni siquiera respetan el dolor ni la muerte. Infamias.

—Pero fue muy importante que se sepa, que alguien las cuente.

Cristina volvió a acerca la copa de agua a sus labios y alzó las cejas. Evidentemente, no estaba muy de acuerdo con el entrevistador.

¿Por qué? Creo que Cristina comparte con Néstor, su marido, la aversión por un cierto tipo de periodismo. En esto, él marcó el camino del matrimonio. Lo hizo en Santa Cruz, donde gobernó durante tres períodos consecutivos; intentó repetir el esquema a nivel nacional.

Pasa también en otras provincias, donde los medios de comunicación dependen del dinero que las gobernaciones e intendencias invierten en ellos en publicidad; la sociedad civil es débil y eso se nota en la falta de empresas privadas que los respalden y en la ausencia de una opinión pública moderna y vigorosa, que valore y exija la libertad de prensa.

Son "democracias plebiscitarias": el líder, o la líder busca el contacto directo con la gente, sin mediaciones; el Poder Legislativo está bajo control; la Justicia, también; las empresas privadas no tienen espaldas para ser autónomas; los medios de comunicación no son independientes.

Los Kirchner siempre se destacaron por la obsesiva voluntad de dominar a la prensa. Uno de los pocos medios que resistió el avance arrollador del poder político en el reducto kirchnerista fue la agencia on line OPI Santa Cruz. "Imagináte —cuenta el periodista Francisco Muñoz— que el subsecretario de Información Pública en la época en que Néstor era gobernador levantaba el teléfono de su despacho y les dictaba los títulos de tapa a los diarios La Opinión Austral y Tiempo Sur".

Típicas maniobras de cooptación —Kirchner era un experto en esa movidas— porque ni un diario ni el otro habían sido kirchneristas; muy distinto resultó el caso del holding mediático de uno de sus hombres de mayor confianza, Rudy Ulloa, que ya nació K, alimentado por la publicidad oficial y por oportunas decisiones gubernamentales.

La Opinión Austral es el diario con mayor historia de Santa Cruz; fue fundado en 1959 por Alberto Segovia y es la nave insignia del mayor holding mediático privado de la provincia, formado también por LU 12 Radio Río Gallegos y FM Laser. Mientras Segovia vivió, el grupo mantuvo una línea política tradicional, refractaria al peronismo; a su muerte, sus herederos se alinearon fuertemente con el kirchnerismo, una movida que implicó que se fueran quedando sin trabajo los pocos periodistas del holding que se animaban a criticar algunas medidas del gobernador y sus funcionarios.

El viraje hacia el mundo K fue tan llamativo que algunos rebautizaron al diario "Lupinión Austral", según recuerda el periodista Daniel Gatti en su libro Kirchner, el amo del feudo, publicado en 2003.

Los dueños de OPI Santa Cruz —Rubén Lasagno y Muñoz— fueron visitados a fines de 2006 por dos ministros del presidente Kirchner: "Vinieron a ofrecernos lo que quisiéramos para cambiar la línea editorial de independencia periodística. Nos dijeron que podíamos seguir trabajando como siempre, pero que ya no podríamos hablar más de ellos. Obviamente, no aceptamos", aseguró Muñoz.

El caso más reciente de cooptación fue el de Tiempo Sur, que tanto en 2007 como en 2011 respaldó al candidato radical a la gobernación, Eduardo Costa, pero luego se hizo kirchnerista y pasó a ser beneficiado por la pauta publicitaria oficial, tanto a nivel nacional como provincial.

"¿En qué terminó todo eso?", se pregunta Muñoz. Y se contesta: "En que hoy los hijos de los propietarios de esos diarios son funcionarios de la gobernadora Alicia Kirchner. Matías Kalmus, director adjunto de Tiempo Sur e hijo del dueño, Leopoldo Kalmus, es el titular del Instituto de Seguros de la Provincia de Santa Cruz (Ispro), un ente del gobierno. Ignacio Perinciolli, hijo de los dueños de La Opinión Austral y uno de los mejores amigos de Máximo Kirchner, integraba el directorio de YPF por la provincia y ahora dirige Fomento Minero de Santa Cruz (Fomicruz), que es el ente oficial que se ocupa de la minería".

La Opinión Austral y Tiempo Sur siguen fieles al kirchnerismo. Para ellos, el tiempo no pasa, al menos por ahora: el 28 de diciembre de 2016 ninguno registró en la tapa la noticia del procesamiento de Cristina Kirchner, Julio De Vido, Lázaro Báez y José López porque, según la Justicia, habrían formado parte de "una asociación ilícita para apoderarse de los fondos asignados a la obra pública vial" en Santa Cruz.

Para los Kirchner —para Néstor y para Cristina— el mejor periodista es el periodista que depende de ellos, tanto sea por sueldo, publicidad o ideología.

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