Estado versus empresas no tangibles: ¿dónde cae la presión fiscal?

Agustina Blanco

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La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) es un organismo autárquico del Estado argentino dependiente del Ministerio de Hacienda que se encarga, entre otras funciones, de la aplicación, la percepción, la recaudación y la fiscalización de las rentas y los impuestos nacionales. El problema que enfrenta ahora este órgano, junto con el Gobierno nacional, es qué hacer con las empresas que no son tangibles, es decir, las empresas que producen ingresos a través de software de aplicaciones móviles y plataformas en línea que generan dinero sin que el Estado pueda fiscalizar la entidad empresarial a través de sus agentes.

En este sentido, hacemos referencia a Airbnb, Netflix o Uber (aunque si bien Uber comparte el mismo problema de raíz que Netflix y Airbnb, es un caso aparte), todas compañías que forman parte de la nueva generación de plataformas que se dedican a satisfacer las necesidades de las personas en lo que respecta al ocio o la movilidad y que, sin lugar a dudas, son elegidas por la mayor cantidad de usuarios.

El economista Murray Rothbard decía que un impuesto es un "robo legalizado y organizado en gran escala". En relación con esta idea de un Estado absorbente, podemos utilizar la justificación vertida por el titular de AFIP, Alberto Abad: "Airbnb no posee inmuebles, pero alquila millones de inmuebles en todos los centros de veraneo; Facebook no crea contenidos; Netflix no usa cables; Uber no posee vehículos, Alibaba no posee inventarios y Whatsapp no es una telefónica. Es la desmaterialización total de la economía, y esto trae problemas para los esquemas normativos". También aseguró: "Desde nuestra visión, el elemento que une todo esto es la desmaterialización de la base imponible. ¿Dónde le cobramos a Netflix? ¿Dónde le cobramos a Uber? ¿Dónde le cobramos a Airbnb? Esto tiene un impacto fundamental en el financiamiento de los países, y el financiamiento está asociado a la calidad de vida de los ciudadanos".

Si retomamos las palabras del ministro, en lo que respecta a la calidad de vida de los ciudadanos, Abad olvida que todas estas multinacionales son elegidas libremente por una gran porción de la población, y que, en el caso de que deban ser contratados como servicios, son, en efecto, pagados de acuerdo con la calidad de las prestaciones que cada uno prefiera en función de los requisitos y las exigencias de cada cual. De igual manera, la presión tributaria siempre se traslada al producto, lo que encarece su consumo y perjudica al que lo demande.

En el caso de Netflix, podemos mencionar que Argentina se encuentra tercera en lo que respecta al ranking de posicionamiento de la compañía en América Latina (lo encabeza México y sigue Brasil). Esto demuestra que sin lugar a dudas esta plataforma es la mejor elección a causa de su bajo costo y su alta calidad.

Empero, el problema es la mentalidad de varios dirigentes políticos del país, como la respuesta del ex ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, quien, tras ser consultado por la baja de la presión fiscal, comentó: "Sepamos que la consecuencia de bajar impuestos es quedarnos sin recursos para las políticas sociales". Y podríamos seguir citando a quienes niegan la mejoría de abandonar, o al menos disminuir, impuestos, ya que al haber menos presión tributaria, hay recursos que se destinan a mejorar la calidad del servicio para ganar presencia en el mercado.

Lo cierto es que son sólo excusas políticas para mantener las dimensiones elefantiásicas del Estado, que debe ser financiado a través de impuestos al sector productivo, y de esta forma legitimar la enorme presión fiscal que nos condena a ser un país subdesarrollado.

En palabras del economista Javier Milei: "Argentina es una máquina de triturar valor. Si generás un mango, te lo saca el Estado" y esta vez no será la excepción. Pero la recaudación del Estado y el posterior gasto público, en su mayoría, no están ligados a la "calidad de vida de los ciudadanos", mas sí a pagar los caprichos del gobierno de turno.

Argentina ya esgrimió cuáles son las reglas del juego, será competencia de las empresas dedicadas a satisfacer de forma exitosa estas necesidades evaluar si seguirán brindándonos sus utilidades, puesto que, como dice Adam Smith: "No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por sus propios intereses".

La autora es periodista. Investigadora de la Fundación Libre.