Los contrastes de la Ciudad de Buenos Aires

Myriam Bregman

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La Ciudad de Buenos Aires muestra a flor de piel las desigualdades sociales. Por un lado, el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta intenta mostrar una ciudad inclusiva, en crecimiento y, por el otro, los recientes indicadores laborales de la Dirección de Estadísticas y Censos del gobierno porteño revelan el deterioro de las condiciones de vida de amplios sectores de la población.

Larreta destinó casi 15 millones de pesos para una nueva edición del Campeonato Federal del Asado, para competir por el mejor cocinero de carne a la parrilla, o destinó para publicidad oficial 1.200 millones de pesos para el año 2017, mientras los indicadores laborales empeoraron y son la letra chica de una realidad que ocultan tras los millonarios spots televisivos. Por eso mi primer proyecto de ley en la Legislatura será la declaración de la emergencia laboral.

La desocupación en la Ciudad se agudizó, en un año trepó desde el 8,6 al 9,4 por ciento. A esta desocupación altísima hay que sumarle además un 8,1% de subocupados, que es el sector que trabaja menos horas que las que quisiera. Esto indica que más del 17% tiene problemas laborales.

Los datos demuestran también que el empleo está mal repartido. Mientras un alto porcentaje de la población tiene problemas de empleo, la mayor parte de los ocupados soporta jornadas de trabajo excesivas. Todo en beneficio de las patronales, que recargan el trabajo a una parte, arrojan a otros a la desocupación o trabajos precarios con salarios que no permiten llegar a fin de mes.

El índice de desocupación más alto es para la zona sur de la Ciudad: en un año trepó del 12,5 al 14,3 por ciento. En este complejo cuadro laboral se destaca que la desocupación se profundizó para las mujeres: en el mismo período hubo un aumento del 9,6% al 11,6% de desocupación. Pero otros sectores de riesgo, además de la zona sur y de las mujeres, son aquellos que no han terminado el secundario, con un 14,3% de desocupados; o los que no finalizaron un nivel superior de estudios (terciario, superior no universitario o universitario), con un 11,6% sin empleo.

Asimismo, otras estadísticas informan que en la Universidad de Buenos Aires se reciben tres de cada diez estudiantes. La mayoría tiene que dejar por no poder sustentar los gastos de viaje y de apuntes cada vez más inaccesibles o porque tiene que trabajar muchas horas y no le queda tiempo para estudiar. En tanto que, en los terciarios, el 70% estudia y trabaja con muchas dificultades. Se impone con carácter de urgente la implementación de un boleto educativo gratuito para estos sectores, proyecto de ley que ya fue presentado en el 2016 por mi compañero Patricio del Corro en la Legislatura. Pero también un sistema de becas integrales de estudio para estudiantes que lo necesiten, para que la mayoría de las familias no quede afuera del sistema de la educación pública superior.

Un último dato, pero no menos importante, lo constituyen los no registrados o en condiciones de precariedad, que en la Ciudad alcanzan el 24,9% y en algunas zonas llegan al 30,6 por ciento. Y ni que hablar de los talleres clandestinos y del trabajo infantil, que no entran en ninguna estadística pero que abundan en la Ciudad del PRO y sólo parecen conocer su existencia cuando ocurren verdaderas masacres.

El 87% de la población ocupada lo hace en la rama servicios y comercio. Los jóvenes que tienen la suerte de conseguir un trabajo lo hacen en trabajos no registrados y en malas condiciones que los obligan a dejar el estudio. Jornadas de 10 o más horas en los comercios, los trabajos basura que ofrecen las grandes compañías de comida rápida, call centers con salarios de miseria y ritmos de trabajo imposibles de aguantar en el tiempo.

Ante tamaña irracionalidad que vive la población de la Ciudad, la salida que estamos planteando es reducir la jornada laboral a 6 horas, 5 días a la semana, sin reducción salarial y con un salario acorde a la canasta familiar. Los trabajadores de la junta interna de ATE Indec elaboran una medición que se aproxima a esa canasta y que hoy está en los 23 mil pesos aproximadamente. Ningún trabajador debería tener un salario por debajo de esa cifra. Pero ya sabemos que en la realidad más del 50% de los asalariados no llega ni siquiera a la mitad.

Nuestra propuesta también es declarar la emergencia laboral, porque son necesarias medidas extraordinarias para una situación que pone en evidencia crudamente que los principales problemas en la Ciudad más rica de la Argentina siguen siendo el desempleo, los despidos, la informalidad y la flexibilidad laboral.

La autora es abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH) y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).