Metrobus: llegó el verdadero progresismo a La Matanza

Mejorar el transporte público al hacerlo más rápido y cómodo es contribuir decisivamente a mejorar la calidad de vida de las personas, sobre todo de los menos pudientes. Es una de las tantas formas de hacer política social en serio

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El presidente Mauricio Macri inauguró el viernes pasado el Metrobus de La Matanza. Es un hecho que merece resaltarse por la obra en sí misma y sobre todo por lo que representa en términos de una concepción política diametralmente opuesta a la que rigió en la Argentina durante 12 años.

El trazado tiene 16 kilómetros, desde la estación de Sunchales, en el kilómetro 32 de la ruta 3, hasta la estación Ramos Mejía. Tiene 17 estaciones y por esa vía circularán 20 líneas de colectivos.

La intendente de La Matanza, Verónica Magario, de filiación kirchnerista, presente en el acto de inauguración, se quejó de que el recorrido no llegara hasta la Ciudad de Buenos Aires, sino que termine a 35 cuadras de la General Paz. Pero se le explicó que en ese último tramo de la ruta 3 esta se angosta de tal forma que hace imposible erigir en ese espacio los tres carriles más las estaciones que requiere el Metrobus. Es, en todo caso, una queja curiosa, porque es mucho mejor tener un Metrobus que llegue cerca de Buenos Aires que no tener ninguno. Si le parece una obra tan conveniente, uno debería preguntarse por qué ni ella ni las autoridades nacionales y provinciales de su partido la construyeron durante su larga gestión, de más de 12 años.

Pero el kirchnerismo sigue en lo suyo. Se viralizó un audio en el que se instruye a diversas organizaciones de ese signo político a manifestarse en contra del presidente Macri durante su paso por La Matanza. Con dedicación digna de mejor causa, se precisaba cómo debía protestarse, dando a entender, por la precariedad de los carteles y la ausencia de "referentes", que se trataba de vecinos comunes. El relato continúa, ahora en la oposición.

Este medio de transporte les facilitará la vida cotidiana a cientos de miles de personas, como lo hizo en la Ciudad de Buenos Aires. Es una apuesta clara y concreta al transporte público y en detrimento del privado, lo que suele asociarse más a los sectores progresistas que a los conservadores. Otro misterio para quienes vinculan sin ton ni son las políticas de Cambiemos con el neoliberalismo. Mejorar el transporte público al hacerlo más rápido y cómodo es contribuir decisivamente a mejorar la calidad de vida de las personas, sobre todo de los menos pudientes. Es una de las tantas formas de hacer política social en serio.

Transporte, caminos, cloacas: esas inversiones que llevan años son las que a la larga tienen el mayor rédito social, aunque durante su desarrollo puedan, por las molestias, traducirse en algún costo político. Los estadistas pagan esos costos, porque su objetivo no es la elección inmediata, sino la mejora constante y sostenible de las condiciones de vida de la gente. Las inflamadas consignas contra el "imperio" pueden arrancar aplausos de los militantes, pero no es con arengas como los vecinos de La Matanza van a pasar menos horas del día viajando y van a poder dedicar más tiempo a sus familias. Eso requiere una nueva épica, menos altisonante, más prosaica: la que se enfoca no en las palabras, sino en las cosas, como nos reclamaba hace más de siete décadas Ortega y Gasset.

El Metrobus es mucho más que un sistema de vías preferentes para el transporte público: es una avanzada del progreso social.