Mirar hacia atrás para saber lo que viene

Por Alfredo Atanasof

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Hace un par de semanas fui invitado a una entrevista en un programa de televisión. En mi imaginación, la temática iba a ser el aumento de precios de la canasta básica, la tarifa del gas y la electricidad, la creciente desocupación… En fin, la actualidad.

Pero el periodista me sorprendió cuando me obligó a retroceder en el tiempo hasta mis días como jefe de gabinete del presidente Eduardo Duhalde. "¿Cómo hicieron para manejarse con las amenazas de los acreedores externos, con los aprietes de los poderosos de adentro?", me preguntaba. "¿Cómo hicieron con el enojo de la gente, con las urgencias de los más necesitados?".

La verdad es que lo que hicimos es lo que se aconsejaba en una situación como la que vivíamos, la sensatez: llamar al diálogo y al acuerdo de las fuerzas políticas y de los actores sociales. En medio de lo peor de la crisis, tomó enorme envergadura Diálogo Argentino, una convocatoria realizada con el patrocinio de la Iglesia, para que todos juntos, autoridades nacionales, provinciales, municipales, líderes religiosos, dirigentes de los principales partidos políticos, empresarios, gremialistas, intelectuales, dirigentes sociales, reunidos alrededor de una mesa, propusiéramos, discutiéramos y acordáramos los mejores caminos para salir de la gravísima situación en la que estaba el país. Entendíamos, entonces, que esa era la única herramienta que podía llevarnos a nuestra meta: entregarle al próximo Gobierno una Argentina de pie y en paz.

Digo hoy, con orgullo, que lo logramos. Y también, que no fue fácil. Una cosa es proponerse dialogar y otra construir un ámbito que permita el diálogo fecundo.

Por supuesto que hubo tensiones, peleas y gritos. No podía ser de otra manera. Estábamos discutiendo el futuro inmediato de nuestra patria, en una realidad en la que hasta hubo propuestas desde afuera para que Argentina pagara sus deudas con parte de su territorio o entregara su gobierno al gerenciamiento de un grupo de CEO internacionales por 5 años. Pero, finalmente, la sensatez se impuso.

Recuerdo una anécdota que hoy suena divertida y que ilustra el clima de esos días. Durante una de las reuniones, uno de los representantes del Gobierno propuso implementar retenciones sobre las exportaciones agrarias para recaudar fondos con que afrontar las urgencias. La respuesta de uno de los dirigentes agrarios presentes al funcionario fue inmediata: "No te c… a trompadas porque están los curas". Sin embargo, gracias al diálogo, un par de semanas después se firmaba el acuerdo sobre las retenciones entre los representantes del campo y el Gobierno. Y todos contentos.

Hoy estamos pasando momentos difíciles, pero la situación no es, ni por asomo, la de esos días. Sin embargo, vuelven a surgir las voces que reclaman al Gobierno diálogo, apertura, consenso.

Quizás sea el momento de rendirse ante la evidencia de que los tiempos en los que la facción que ganaba las elecciones gobernaba al conjunto sin consultarlo han pasado definitivamente, en Argentina y en el mundo.

Creo que se abre una nueva etapa, donde la gobernabilidad estará asentada precisamente en la capacidad de los gobernantes de formar coaliciones amplias, basadas en acuerdos de fondo, que incluyan las opiniones y los intereses de la gran mayoría de los habitantes del país. Ya no solamente como una forma de afrontar las crisis, sino como un sistema para hacer aquello para lo que fueron elegidos: lograr que todos vivamos mejor.

@AAtanasof

El autor es ex jefe de gabinete de ministros. Secretario Ejecutivo del Movimiento Productivo.