Marcha de la Resistencia: cuando combatir es todo lo que se sabe hacer

Por Martín Pitton

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Máximo Kirchner cerró la lista de oradores en la Marcha de la Resistencia. En primer lugar, debe decirse que el número de fondo a cargo del hijo de Él y Ella decepcionó un poco. Otros teloneros, como el ex ministro Agustín Rossi y Hebe de Bonafini se mostraron más combativos y fueron más precisos a la hora de desnudar su verdadero pensamiento. En términos generales, los discursos pueden sintetizarse en que Mauricio Macri sería un perverso que se regocija haciendo sufrir al pueblo y esta tarea la lleva a cabo gracias a la participación de los medios de comunicación, que, en definitiva, tienen el mismo objetivo que el Presidente. Pero no sólo eso, sino que los casos de corrupción que se descubren casi a diario no son otra cosa que una estratagema del Gobierno para tapar la grave situación en que ha sumido al país.

Esta línea argumental la ensayó Agustín Rossi, quien será recordado como el ministro de Defensa al que se le perdió un misil, se le hundió un barco amarrado en un muelle, constantemente le robaban armas y municiones de las bases militares y no fue capaz de reparar el rompehielos Almirante Irízar, a pesar de haber gastado una fortuna.

Así, siguiendo este razonamiento, es fácil concluir que José López arrojando nueve millones de dólares en bolsos en un convento, las más de doscientas propiedades de Lázaro Báez, los 206 millones de pesos que Hebe de Bonafini debe explicar dónde fueron a parar en la causa Sueños Compartidos y la propia e inexplicable fortuna de la familia Kirchner se tratan de una gran montaje de Macri para distraer al mismo pueblo que se propuso hambrear.

Todo el razonamiento es insólito y se derrumba sin mayor esfuerzo. Es cierto que no se debe soslayar la impericia de este Gobierno, no sólo para resolver los problemas pero también para agravarlos. Es claro que el kirchnerismo, que fuera del poder y privado de los recursos públicos exhibe fuertes debilidades, termina siendo completamente funcional al Gobierno que intenta combatir y "mandar a la mierda", en palabras de la propia Hebe de Bonafini. Es muy difícil creerle a la titular de Madres de Plaza de Mayo cuando llama a los trabajadores a compartir su salario con los desocupados. Entre las acusaciones que debe enfrentar está la de no pagar las cargas sociales de los trabajadores de Sueños Compartidos. Bonafini no tiene autoridad moral.

En soledad, Máximo llamó a los legisladores que se fueron a que vuelvan, se acordó de Juan Domingo Perón, pero principalmente de sus padres. No había en el palco ningún peronista que hoy tenga algún cargo en la conducción del partido, ni siquiera Daniel Scioli, que días atrás se sacó una foto con Cristina Fernández de Kirchner que dio tanto que hablar. Tampoco estaban los gobernadores y, salvo por el intendente de Ensenada, Mario Secco, el peronismo territorial y que gobierna también estuvo ausente. Es probable que miraran el acto por televisión, espantados. Probablemente, el hijo presidencial haya olvidado aquella máxima que reza que el peronismo acompaña a sus dirigentes que salen del poder hasta la puerta del cementerio y los dejan entrar solos. El kirchnerismo ya atravesó ese umbral, lo que sucede es que muchos aún no se dieron cuenta.

La Marcha de la Resistencia, a juzgar por la cantidad de gente que estaba en la Plaza de Mayo, no debería preocupar mucho al Gobierno de Mauricio Macri. Eso no es tener el control de la calle. No faltará quien diga que la lluvia fue la causa de la escasa concurrencia al cierre de la Primera Marcha de la Resistencia. Sin embargo, no pocos recordarán aquella marcha en homenaje al fiscal Alberto Nisman, a un mes de su muerte, que también se hizo bajo lluvia y fue mucho más nutrida. Esa se trató de una verdadera marcha de la resistencia… contra la impunidad.

El kirchnerismo sigue fiel a su relato y continúa en ese combate perpetuo que libra en su imaginación. No pueden salir de allí, pero tampoco quieren hacerlo porque ello implicaría hacerse cargo de una realidad que el pueblo ya vio hace mucho tiempo y de la que son en gran medida responsables.

@martinpitton

El autor es periodista y abogado.