¿Quién se opone a la reforma electoral?

Por Leandro Querido

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Toda reforma electoral busca propósitos. Esto es una obviedad. Sin embargo, algunos de ellos se exponen abiertamente, otros, por el contrario, se los reservan.

En Santa Cruz hubo reformas electorales. Su argumento fue el de consagrar la figura del diputado del pueblo para generar "proximidad" entre la ciudadanía y sus representantes. No obstante, el objetivo era otro: licuar el peso electoral de Río Gallegos, un distrito difícil de "manejar". Después de la reforma electoral, los diputados del pueblo provenían de distritos en donde votaban puñados de electores y fueron conformando una legislatura monocolor. El kirchnerismo se infló artificialmente, como era de esperar. La aberrante ley de lemas fue el complemento de esta sobrerrepresentación.

En Santa Cruz el sistema electoral obtura el cambio, otorga privilegios a una facción partidaria que asfixia al resto de la ciudadanía. En esta provincia gana quien no obtiene la mayoría de los votos.

Ahora, en el Congreso, el kirchnerismo se opone a una reforma electoral que no es un capricho del presidente Mauricio Macri, como les gusta decir a las caras visibles de este bloque, sino que ha sido un reclamo contundente de la ciudadanía, agobiada por una innumerable cantidad de tretas formales e informales del sistema electoral.

En sus doce años al frente del Gobierno nacional, todas las reformas electorales que realizó el kirchnerismo tuvieron por objetivo profundizar el efecto conocido, en los procesos electorales, como cancha inclinada.

Así, sacó ventaja en las presidenciales de 2007 con el robo de boletas organizado con maquinarias clientelares que funcionaban con la precisión de un reloj suizo. Obtuvo suculentos montos de dinero para su campaña de parte de los laboratorios vinculados con el negocio de la efedrina que le permitieron estar mejor posicionado para afrontar los costos de una campaña que otras listas no podían sostener. Violaron sin costo alguno las normas y así, por ejemplo, utilizaron la cadena nacional con fines proselitistas. En una sesión escandalosa, sancionaron el voto joven y le negaron a la oposición la posibilidad de acompañar la iniciativa para hacer de ello un logro faccional. Sin embargo, el ejemplo más representativo acerca de la concepción que maneja el kirchnerismo de "reforma electoral" se manifestó cuando, de modo unilateral, sancionaron la ley por la cual se elegirían a los diputados al Parlasur. Una ley ventajista y tramposa, cuyo único objetivo fue el de distorsionar la idea de representación espejo a los efectos de obtener más bancas de las que debían tener. Además, esta iniciativa, tal como quedó demostrado luego de la elección, atentó contra la participación de la mujer. La delegación argentina está compuesta por una abrumadora mayoría de hombres.

Inclusive no hay que perder de vista que la reforma electoral que consagró las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) también fue producto del cálculo de un Gobierno que debió tomar medidas luego de la crisis de 2008-2009, que se trasladaba a las elecciones de 2010 en forma de eventuales fragmentaciones y disidencias en el frente gobernante.

Ahora, los que pensaron toda reforma electoral para sacar ventajas particularistas en detrimento del ejercicio pleno de los derechos políticos de la ciudadanía nos dicen que la reforma electoral que se discute es limitada. El proyecto de reforma electoral que se discute en el Congreso, además de tener una legitimidad de origen electoral (estaba debidamente explicitada entre las propuestas de campaña), es producto de un proceso participativo inédito en donde se consultó a partidos, autoridades electorales, ONG y académicos.

Siguiendo los pasos de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner, quien aseguró que no votaría con voto electrónico, un sector del Frente para la Victoria se opone a la boleta única electrónica.

Es importante recordar que inclusive Sergio Massa, quien sufrió en carne propia la inclinación de la cancha electoral luego de romper con el kirchnerismo, se mostró abiertamente a favor de la reforma electoral en la campaña electoral y hasta llegó a reclamar la utilización del voto electrónico luego de las PASO 2015.

Las divergencias en el peronismo calan hondo ante el instrumento de votación. La boleta única electrónica nació en la provincia de Salta, a partir del impulso que le dio el actual gobernador peronista Juan Manuel Urtubey. Hoy, luego de muchas elecciones implementadas con éxito, la ciudadanía salteña valora y apoya el cambio en el sistema electoral. Posiciones encontradas. De un lado, la ex Presidente y su modelo santacruceño con trampas, distorsiones y ley de lemas. Del otro, la innovación electoral de un nuevo peronismo que no le tiene miedo al voto de la ciudadanía.

A partir de esta experiencia, la boleta única electrónica fue adoptada en la Ciudad de Buenos Aires. Las encuestas que ha publicado la Defensoría del Pueblo de la Ciudad dan cuenta del alto nivel de aprobación por parte de los electores y las autoridades de mesa.

Ahora, la posibilidad de trasladar este instrumento de votación a todo el país se discute en el Congreso. La mayoría silenciosa se expresó en las urnas, sin embargo, las minorías quieren imponer sus ventajas, mantener sus privilegios.

No cualquiera tiene autoridad para hablar de una reforma electoral que responda al ideario de elecciones con integridad. Sobre esta base debemos avanzar en cuestiones referidas a la seguridad que requiere el cambio. Acerca del contexto de controles cruzados que deben consagrarse para evitar que la reforma electoral no cumpla con las expectativas de cambio de la ciudadanía.

Pasar de un sistema en donde los representantes se hacen elegir por los representados a uno en donde los representados elijan a sus representantes no resultará fácil. El éxito de la reforma dependerá de ello.

 

El autor es politólogo especializado en observación electoral y director ejecutivo de Transparencia Electoral.