Realidad aumentada, o lo que hay detrás de Pokémon Go

Por Mónica Gutiérrez

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¿Qué hay detrás de Pokémon Go? ¿Qué se traen entre manos estos monstruitos tan feos como seductores? ¿Qué encanto oculto los lleva a arrastrar multitudes de millennials a una travesía tan adictiva como riesgosa? ¿Qué impulsa a los Estados a lanzar advertencias, clausurar desplazamientos e, incluso, llegar a prohibirlos?

Para los que hoy están entre los veinte y los treinta es un regreso recargado a las afiebradas fantasías de la infancia. El retorno a un espacio de juego habitado por criaturas digitales, seres sorprendentes y ficticios de especies desconocidas hasta la llegada del nuevo milenio.

Para otros tantos, se trata de un negocio descomunal que no sólo levantó en cuestión de horas las acciones de las megaempresas que le dieron vida, sino que permite aventurar miles de millones de dólares por el ingreso que generan las microventas de pokebolas, inciensos y otros neceseres indispensables para la captura y la crianza de las pequeñas bestias digitales.

Para los que nos gusta mirar un poco más allá de las cuestiones del momento, detrás de la arrasadora invasión de pokemones está la irrupción a nivel masivo de un nuevo recurso tecnológico de alcances impredecibles: la realidad aumentada o RA.

No confundir la RA con la denominada "realidad virtual". La realidad virtual es un ambiente generado en el dispositivo que no interactúa con el mundo real ni toma sus elementos. Se trata de generar algo en un ámbito cerrado, sin contacto con el mundo real. Una simulación de un espacio que recrea el mundo físico para moverse o manipular en su interior.

La realidad aumentada es otra cosa. Menos desarrollada al día de hoy, pero infinitamente más inquietante. Se trata de introducir en el mundo real elementos del mundo digital y permitir que interactúen en ese espacio. Pueden ser objetos, personajes, datos, información o recreaciones de diverso tipo.

Es una innovación tecnológica que demanda dispositivos especiales provistos de GPS, cámaras digitales y sensores con la capacidad de medir áreas, distancias y profundidades. Por eso se dice que los Pokémon son un juego de la realidad aumentada en su mínima expresión, pero no un juego de la realidad virtual. Son otra cosa, mucho más sofisticada.

Si dispusiéramos de una implementación avanzada de la denominada realidad aumentada, los pokemones no sólo se superpondrían a la imagen de la realidad, sino que también podríamos verlos moverse por los espacios como si tuvieran vida propia, incluso ocultarse entre los objetos reales que nos rodean. La realidad aumentada mezcla mundos virtuales con el entorno real. Lo que da por resultado una creación mixta. Amplía el mundo real con la incorporación de elementos. Modifica el entorno físico en que se mueve el usuario, pero sin reemplazarlo. Es más natural, porque demanda la presencia en el lugar y puede incluir en su concepto la holotransportación.

En los países más avanzados del mundo, ya se pueden usar aplicaciones que emplean la realidad ampliada para guiarnos por museos y sitios históricos, reconstruir situaciones del pasado, sumergirnos en el mundo del conocimiento, abrir caminos nuevos a la educación, asistir el trabajo de arquitectos y cirujanos, o guiar a pilotos de avión corriendo los límites de lo imaginable. Bienvenido el delirio de los pokemones si, como muchos suponemos, llegaron para marcar un quiebre: el ingreso a una nueva fase disruptiva en la era de la comunicación digital.

 

@monigps

 

La autora es periodista. Trabajó en radio y TV. Recibió múltiples reconocimientos, como los premios Konex y Martín Fierro, y la distinción Alicia Moreau de Justo.