Andy Albertson, de Wichita Falls, Texas, dijo "no más" cuando alcanzó su peso más alto de 143 kilos. "Estaba cansado de ser gordo", afirmó, y así nada más, cambió su estilo de vida. Si antes sólo comía comida chatarra y era extremadamente sedentario, ahora, tendría una activa vida en el gimnasio y comenzaría a comer más sano.
Era el 2015 y con apenas 22 años, su salud era deplorable, así que se inscribió en el gimnasio. Apenas pasó un año y ya había bajado lo suficiente para alcanzar un peso ideal de 63 kilos.
"Cambié drásticamente mi forma de pensar sobre la comida y el ejercicio. Esa mentalidad es lo que me hizo tener tanto éxito. El 8 de enero de 2015, decidí que estaba cansado de ser gordo. Estaba cansado de las luchas diarias asociadas a ser obeso. No hubo un momento en particular, sólo estaba cansado", expresó.
En solo un mes haciendo una hora y media de cardiovascular, en la bicicleta y elíptica, Andy logró bajar 9 kilos; lo que, sin duda alguna, lo motivó a seguir adelante. Para mayo, ya había perdido 27 kilos.
En ese punto, decidió buscar ayuda profesional para incrementar sus resultados. Entonces, contrató a Jerry Hughes, quien no solo le dio una rutina de entrenamiento, sino que, además, lo puso en régimen alimenticio de 2.400 calorías diarias.
Pero, por supuesto que la obesidad de Andy no había nacido de la nada. Él mismo recuerda cómo en la escuela, tanto sus compañeros como los profesores, se burlaban de él por su físico y peso. Eso lo llevó a dejar las clases de deporte y simplemente refugiarse en la comida.
Comenzó a tener malos hábitos alimenticios que se resumían en saltarse el desayuno, comer comida rápida para el almuerzo – su comida favorita era pollo frito de siete piezas con papas fritas, galletas y una soda grande – y luego para la cena una "comida casera típica del sur", comida rápida o ir a un restaurante.
Pero, todo eso ha quedado en el pasado, ya que hoy Andy come entre cinco y seis comidas pequeñas por día que consisten en proteínas magras, carbohidratos, verduras y frutas. Además, hace entrenamiento con pesas tres veces a la semana y una hora de cardio todos los días.
"Odiaba la forma en que me veía y la forma en que me sentía. Odiaba la idea de que la gente me miraba y juzgaba por mi tamaño. Decía que no me importaba mi peso o lo que otros pensaban de mí, pero eso era mentira. Era un mecanismo de defensa. Ahora, es una historia completamente diferente. Me encanta la forma en que me veo y siento. Me gusta ir al gimnasio y desafiarme físicamente", detalló.