El atleta olvidado que pudo ser leyenda y arruinar las olimpíadas nazis

Fue amigo e histórico rival de Jesse Owens, una leyenda absoluta. Pudo haber sido una celebridad en los Juegos de Berlín en 1936, pero una lesión lo condenó a la indiferencia

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Eulace Peacock venciendo a Jesse Owens en 1935 (NA)
Eulace Peacock venciendo a Jesse Owens en 1935 (NA)

El olvido fue el peor rival que tuvo Eulace Peacock en su carrera. Mucho más que el histórico Jesse Owens y las lesiones. Aun superior que las trabas para la raza negra en su época. Pudo ser leyenda, terminó viviendo bajo la sombra perdida de un exitoso.

Owens no sólo es recordado en la historia como uno de los atletas más imponentes, sino también por ser el hombre que puso de rodillas al nazismo en pleno auge. Los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín fueron la plataforma que intentó utilizar Adolf Hitler para demostrar una supuesta superioridad de la raza aria sobre el resto. Él se apoderó de cuatro medallas de oro –hecho que no se repetiría hasta 1984– y demolió la teoría que intentaba imponer el régimen. Sin embargo, el lugar de Owens bien pudo haber sido propiedad de Peacock.

Fue un atleta de alto nivel que tuvo una marcada rivalidad con Jesse dentro de las pistas y una estrecha amistad fuera de ellas. Su condición de afrodescendientes los unió aún más y ambos coincidieron en el debate sobre el boicot a los Juegos del nazismo: debían ir para demostrar que Hitler estaba equivocado.

El 6 de agosto de 1934, con 20 años recién cumplidos, Peacock igualó el récord mundial de los 100 metros en Noruega con un tiempo de 10,3 segundos. Se había convertido en el hombre más rápido del momento y la gran promesa estadounidense de conseguir la medalla dorada en dos años.

Eulace Peacock con la ropa de su universidad
Eulace Peacock con la ropa de su universidad

La esperanza duró poco: Owens lo igualó menos de un año después el día que rompió otros tres marcas mundiales con triunfos en 200 metros, 200 metros con obstáculos y salto en largo. Todo en 45 minutos. La rivalidad alcanzaba su pico máximo.

Entre el 34 y 35, Peacock y Owens compitieron cara a cara en 18 ocasiones. El primero ganó seis de esos cruces, aunque tres de ellos de manera consecutiva y a poco de la etapa clasificatoria para los Juegos. Charles Paddock, doble campeón olímpico e ídolo de Jesse, elogió a Eulace y lo marcó como el candidato a subir al peldaño más alto del podio en Berlín.

El 24 de abril de 1936 la historia dio un vuelco inesperado y le allanó el camino a Jay-cee: su oponente se lesionó el tendón de la corva derecho que ya venía molestándolo desde fines de 1935 y se quedó sin posibilidades de competir por el pasaje a las olimpíadas.

El resto de la historia fue la más conocida. Owens ganó cuatro medallas en la cara del propio Hitler y se transformó en una auténtica celebridad. "No podía ponerme a derrarmár lágrimas. Sucedió y eso fue todo. Claro que estaba decepcionado, pero no se puede pasar la vida pensando en lo que podría haber sido", reconoció tiempo después Eulace en una entrevista.

Owens celebra en Berlín una de las cuatro medallas que ganó
Owens celebra en Berlín una de las cuatro medallas que ganó

EL DETRÁS DE ESCENA

Su historia pasó desapercibida por completo para las grandes luces, pero igual siguió compitiendo en atletismo y alcanzó un distinguido nivel de reconocimiento en su país. Nunca pudo estar en unos Juegos por la cancelación de la cita durante 12 años a raíz de la Segunda Guerra Mundial.

En el contraste de estilos con el cuádruple medallista olímpico, se lo definía como un corredor más moderno por la fuerza y la potencia de sus musculosas piernas. Le sobraban condiciones para ser una celebridad.

Una vez fuera de las pistas, se dedicó a ser juez de diferentes pruebas de atletismo y creció económicamente al colocar licorerías y tiendas de alquiler de autos. La historia volvió a emparejarlo con su amigo Owens, con quien manejaron exitosos frigoríficos.

En 1996 murió tras batallar durante años contra el Alzheimer. Su nombre casi no cuenta con datos en español y apenas es mencionado en su país como un protagonista secundario en la vida de su histórico rival. Peacock, condenado al olvido.