Larga vida al diario íntimo (aunque de íntimo ya no tenga nada)

Laura Marajofsky

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¿Por dónde pasan hoy las tendencias literarias más intimistas? Nuevos hábitos en torno a la escritura, atravesada por la tecnología, permiten recuperar ese viejo género que muchos creían sepultado en el pasado y que, sin embargo, parece más vivo que nunca

(istock)
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La anécdota sobre el ingeniero alemán Friedhelm Hillebrand, figura clave en establecer los estándares de las telecomunicaciones, es muy conocida. Hillebrand, quien ayudó a dar forma al intercambio de mensajes de texto a mediados de los 80, tenía que idear un método que permitiera que los mensajes fueran lo más livianos posibles. Experimentó con diversas estrategias hasta que se decidió por una: la mayoría de las cosas pueden ser dichas en 160 caracteres, máximo. Si bien la tecnología evolucionó luego permitiéndonos mandar mensajes más extensos, muchos creyeron que esto nos volvería seres asociales y generaría conversaciones deficientes y aisladas. ¿Qué pensaría de Twitter o Snapchat este caballero? Así, cada vez que aparece una tecnología nueva, el pánico moral cunde y nos vemos obligados a escuchar los pronósticos más negros.

De igual manera, con la aparición de las redes sociales se vaticinó primero una pérdida del "cara a cara", y luego una fragmentación de la conversación. Costó entender, después de numerosos estudios y artículos, que las redes no hacían más que facilitar y en todo caso fluidificar el contacto (como lo hizo el teléfono en su momento), permitiendo un complemento más que un reemplazo del vínculo interpersonal. Con la proliferación de todas estas plataformas y el cambio en los discursos y formatos, muchos empezaron a predecir cual Nostradamus otra muerte, la del diario íntimo.

Desde siempre el diario íntimo se prestó como espacio de intimidad, confesión y reflexión, un resguardo del mundo exterior para cultivar el mundo interior. De Virginia Woolf a Frank Kafka, de Emily Dickinson a Susan Sontag, hemos escuchado una y otra vez sobre el poder curativo y catártico, de compañía en la soledad, que el diario proveía. Sin embargo, es esta romantización, la propia imagen del autor con la pluma o la birome frente al escritorio, lo que más ha sufrido con las nuevas tecnologías, y quizás, no tanto el hábito en sí.

Franz Kafka
Franz Kafka

Cada vez se discute, se escribe y se lee más en la web y, al igual que con las redes sociales, lo que se ve no es una sustitución de un hábito por otro, sino la creación de nuevos subgéneros y estilos narrativos posibilitados por nuevas herramientas y dinámicas. Esto le permitió a las generaciones jóvenes liberarse de las estructuras previas, innovar o simplemente ser un poco menos y un poco más ellos mismos, gracias a la dualidad de las redes.

Una nueva clase de diario íntimo

Pensado desde un punto de vista meramente práctico, el diario en tanto espacio para la interlocución -a veces con uno, a veces con otros-, bien podría hoy trasladarse a las redes sociales que permiten un registro cotidiano ya sea través de las actualizaciones de estado, tweets o las populares "stories" (en Snapchat donde comenzaron, y ahora en Instagram, Facebook y hasta WhatsApp), que no son otra cosa que "micro-historias" contadas en tiempo real.

Inclusive en un código visual, el feed de Instagram también podría considerarse un relato "on going" no sólo de lo que hacemos sino también de quiénes somos. Lo mismo puede decirse del auge de las plataformas aspiracionales como Pinterest y sus boards cuidadosamente curados, e inclusive de las modas analógicas como los "scrapbooks" o libros de recortes, que no son otra cosa que maneras artesanales y manuales de llevar registro de nuestras predilecciones, de contar historias, en busca de algo que nos devuelva un reflejo. En ocasiones es algo tangible; en otras, meros bits y caracteres. Asimismo, los viejos "blogs" que hoy han evolucionado en microblogging con sitios como Tumblr o WordPress, también integran texto e imagen.

(IStock)
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Si te parece que esto es llevar un poco lejos el concepto de diario íntimo, tal vez algunos recuerden que hace unos años Facebook te proponía que pudieras imprimir un libro con tu propio feed de noticias. Otros experimentos recientes en el campo de la literatura han dado lugar a nuevos géneros como el Alt Lit, integrado por jóvenes millennials multiplataforma acostumbrados a producir en la web (blogs, redes sociales, YouTube), que han dado lugar no sólo a una aproximación a la literatura muy particular, sino a nuevos formatos: sus textos autobiográficos son colgados en la web para ser tomados y reconfigurados, algunos de sus libros son colecciones de estados o tweets (Selected Tweets de Tao Lin y Mira Gonzalez, por ejemplo).

Todos estos nuevos estadios narrativos tienen en común la inmediatez en la interacción con el público, el mix de lenguajes y códigos que permite todo (desde emoticones y oraciones cortas al lenguaje gráfico y audiovisual), y sobre todo, un desplazamiento en el concepto de lo público y lo privado. Estos jóvenes autores, o inclusive aquellos desconocidos que emplean estos lenguajes a modo de diarios personales, no parecen tener reparos en compartir sus experiencias con terceros. Cuando el diario es leído por varios cientos de "amigos" online o miles de seguidores/suscriptores, ¿cuánto queda de íntimo? ¿Acaso importa? Tal vez cuando hablamos de evolución del diario, de lo que realmente estamos hablando es de cambios culturales que hacen que hoy las nuevas generaciones no encuentren sentido en esta división.

Lo privado y lo público

Así como la llamada "literatura del yo" se encuentra en ascenso -las disquisiciones sobre su calidad corren aparte- algo interesante que sucede e sentido contrario a lo que se piensa, es que muchos de estos sitios (que permiten en su mayoría publicar de forma pública y privada, vale aclarar) habilitan cierto tipo de anonimato. En un excelente ensayo de New Republic sobre los hábitos de los adolescentes y el negocio detrás de la plataforma de blogging Tumblr, se refleja cómo muchos chicos encuentran en algunas de estas redes un espacio símil diario íntimo donde hablar de sus problemas y temores, y también socializarlos con una comunidad de completos extraños. "En Tumblr podés revelarte en el anonimato, decir lo que quieras sin miedo a que quede en tu registro permanente. Podés empezar cuantos Tumblrs quieras, uno para cada faceta de tu personalidad", explican en la nota.

Tao Lin
Tao Lin

Lo cierto es que quizás Tumblr, más popular afuera que acá, sea un reducto particular debido a su funcionamiento: al ser un sitio donde se puede "rebloguear" (el equivalente del RT pero en blogs), importa tanto lo que escribís como lo que compartís de otros. Por otro lado, para cultivar una audiencia sustancial hay que ir más allá del círculo de conocidos y postear cosas que también resuenen con terceros (motivo por el cual también es difícil de monetizar y no está tan coptada por la publicidad). "Mientras los adolescentes se muestran felices en Instagram, en Tumblr confiesan sus pesares, sus historias más personales, es un espacio seguro", comenta un adolescente que bloguea ahí. Ya sea por su particular funcionamiento -más cerca a un diario online que de una red social- o porque, como explican, "en Tumblr a nadie le importa cómo lucís, sólo lo que posteás", el sitio habilita un lenguaje reflexivo, coloquial, íntimo, pero no por eso menos irónico y descarnado. Como en el caso del Alt Lit se usan oraciones cortas sin puntuar o mayúsculas, que fluyen cual diálogo constante, acompañadas de imágenes o gifs animados, a mitad de camino entre un blog y un hilo de mensajes instantáneos.

¿Qué sale de Tumblr? Aunque no lo creas, muchos medios y compiladores de noticias levantan material de la plataforma. Por ejemplo Tumblr es la fuente principal del popular sitio de contenidos virales BuzzFeed. También ha dado algunos libros de autores surgidos allí.

(IStock)
(IStock)

En este sentido, Snapchat fue de las primera plataformas que entendió el juego de lo íntimo e instantáneo, ya que en un principio se usaba para compartir contenidos perecederos con amigos, y pareció, al menos por un tiempo, abstraerse de la lógica del conteo de likes. Aún así, hoy todavía mantiene cierta idea de micro-relato cotidiano reminiscente a la entrada de un diario (se pueden elaborar videos, incluir texto y hasta linkear), en donde lo mundano adquiere valor y lo efímero concede la posibilidad de ser uno mismo. Incluso esta idea de tener espacios privados para compartir material o "ser más real" generó el hábito de tener cuentas falsas en Instagram o "Finstagrams", en donde sólo amigos pueden ver tu contenido.

Mientras que el lugar común sería seguir hablando de "extinciones" antes que decodificar los nuevos fenómenos culturales, del mismo modo podría serlo pensar que la comunicación está en crisis porque ahora en vez de hablar nos mensajeamos. Como dato de color, Argentina lleva el podio de uso de notas de voz en reemplazo de los mensajes escritos en Whatsapp. Las tecnologías y usos evolucionan, generando nuevas conductas que ameritan lecturas que estén a la altura. Para los que temen que ya no queden resquicios para cultivar intimidades narrativas o crean que la introspección en la web es casi casi una contradicción, esta nueva camada de plataformas y redes llegaron para demostrar lo contrario. O al menos intentarlo.

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