"Florencia es un inmenso lago en las tinieblas": la terrible inundación cumple 50 años

El 4 de noviembre de 1966 la ciudad italiana sufrió la peor anegación de su historia. Tras el desastre, miles de jóvenes de todo el mundo acudieron a colaborar en el rescate de miles de obras de arte, que terminaron bajo el agua y el barro

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Aquel dramático 4 de noviembre de 1966, la agencia de noticias oficial italiana ANSA concluyó la cobertura del primer día de la peor tragedia climática de Florencia, que había comenzado alrededor de las 3 de la mañana, con un texto elocuente:

"Florencia es un inmenso lago sumergido en las tinieblas… de aguas lodosas que se extienden por más de seis kilómetros cuadrados en los barrios al norte del Arno y en un área indefinida en los barrios en el sur del río. La inundación, la más grande desde 1270, afecta a dos tercios de la ciudad. Falta el agua, falta el gas, la energía eléctrica está suministrada sólo en algunas zonas, el teléfono no funciona. La situación es dramática en las casas y en los hospitales. También en las zonas que escaparon a la inundación escasean las provisiones alimentarias; en las demás, es imposible el abastecimiento."

El Ponte Vecchio, en Florencia
El Ponte Vecchio, en Florencia

En menos de 12 horas, Florencia fue invadida por 80 millones de metros cúbicos de agua. El río ingresó en la ciudad arrasando todo: casas, negocios, monumentos. El agua llegó a los cinco metros de altura y dañó tesoros inestimables de la ciudad célebre por ser la culla del Rinascimento (la cuna del Renacimiento).

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Obras como el Crucifijo, de Cimabue, en la basílica de Santa Croce, la Madalena, en madera, de Donatello, o la Última cena, de Vasari, expuesta otra vez recién en 2006, se convirtieron en símbolos de la inundación.

La Trinidad de Masaccio después de la inundación
La Trinidad de Masaccio después de la inundación

Las obras de arte dañadas fueron al menos 1.500; y bajo el agua terminaron un millón de libros y 30 mil autos. Las personas desplazadas fueron 18 mil, mientras que 4 mil que perdieron sus habitaciones. Los muertos fueron 35, 17 en la ciudad y 18 en los alrededores.

(Rcs/Moroldo)
(Rcs/Moroldo)

Al principio nadie pareció darse cuenta de la magnitud de la inundación. El 4 noviembre era un día feriado -se celebraba el fin de la Primera Guerra Mundial y la victoria de Italia contra Austria-, por lo que todas las oficinas públicas estaban cerradas. En Roma no había un solo funcionario en servicio.

El primero en dar la alarma fue el alcalde de la ciudad, Piero Bargellini. "¡Florentinos! Invito a todos a permanecer tranquilos y a reducir al mínimo la circulación, mientras pido a los que tengan botes y medios anfibios que los hagan llegar a Palazzo Vecchio, para los inmediatos socorros sanitarios, alimentarios y de rescate", solicitó por radio.

(La inundación en el cine: escenas de la pelicula 'Amici Miei Parte II', de Mario Monicelli. Un clasico de la comedia italiana)

Sólo varias horas después los diarios y las radios nacionales comenzaron a contar lo que estaba pasando.

La primera página del diario de Florencia ‘La Nazione’
La primera página del diario de Florencia ‘La Nazione’

Pero hay otra cosa que hace a la inundación de Florencia excepcional: fue uno de los primeros desastres en contar con una cobertura informativa mundial y en tiempo real.

"El mundo está por perder Florencia, una de sus joyas", fue la alarma que lanzó la BBC. Y personajes como Ted Kennedy, que se encontraba en una conferencia sobre los refugiados en Ginebra, se subían al primer avión para ver qué estaba pasando en la ciudad toscana.

Los "ángeles del barro"

Los protagonistas de esos días fueron, sobre todo, los miles de chicos y chicas que llegaron de todos los rincones de Italia y del mundo para colaborar en la salvación de las obras en peligro. Esos voluntarios, conocidos como "ángeles del barro", constituyeron una de las primeras manifestaciones espontáneas de jóvenes en el siglo XX.

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Cientos de esos (ex) jóvenes volvieron a Florencia esta semana, invitados para conmemorar el aniversario del desastre y sus esfuerzos por salvar libros, cuadros y otras obras de arte.

"Queremos recordarlos, agradecerles y conmemorar un evento que es parte de la identidad de la ciudad", dijo Dario Nardella, el actual alcalde de la ciudad.

Los voluntarios serán homenajeados poe medio de una estampilla especial y con la celebración de una misa en Santa Croce por el arzobispo Giuseppe Bertori, quien también fue un "ángel del barro".

(Twitter/Ministero della difesa)
(Twitter/Ministero della difesa)

A la tarde habrá una ceremonia en la que volverá a ser colocada en su lugar original, en Santa Croce, la Última cena, de Giorgio Vasari, que contará con la presencia del presidente italiano Sergio Mattarella.

Antonello Venditti, uno de los más famosos cantautores italianos, también fue un "ángel del barro", y estará en Florencia para participar de un espectáculo teatral titulado Bajo una gran lluvia de agua.

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Fue una experiencia íntima, dura y valiosa. Una escuela de civilización, el sentido de pertenecer al mundo

Así Venditti dijo al diario La Repubblica al recordar esos días.

"Llegamos a una ciudad en blanco y negro, completamente cubierta de barro. Era una escena increíble", recordó. "Dormíamos en las zonas en las que habíamos excavado con las palas durante el día, descansamos, también, debajo del porche de los Uffizi, con la bolsa de dormir".

Recuerda, también, que en esos días en Florencia se oía hablar idiomas de todo el mundo.

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"Eran chicos que llegaban de todas partes, dispuestos a adaptarse a la situación y a vivir juntos dando una mano, había unas ganas increíbles de ser útiles a alguien y para algo", manifestó.

Venditti más que otra cosa recuerda el olor de la ciudad inundada.

"El olor del barro podrido aún lo tengo en la nariz. Era lo primero que te llegaba: las maravillas de esa ciudad ofendida lo sentías adentro, incluso antes de verlo con los ojos", contó.

Pero de esos momentos no tiene ni siquiera una foto. "No era ése el sentido de estar ahí. Hoy, en tiempos de selfies, sería impensable".

50 años después de la inundación

El Arno se retiró de Florencia dos días después de haber superado los muros de contención, el 6 de noviembre.

A 50 años de ese evento, la situación del río muestra hoy luces y sombras. Por un lado, según señala la Autorità del Bacino del Fiume Arno (el ente encargado de monitorear el río), el riesgo de que una inundación como la de 1966 vuelva a afectar Florencia disminuyó "seguramente" en el centro, gracias a intervenciones en los puentes y las riberas. Pero, por otro lado, la misma entidad advierte que en las zonas periféricas el riesgo aumentó.

Hoy varias placas indican la altura alcanzada por el agua en 4 de noviembre de 1966
Hoy varias placas indican la altura alcanzada por el agua en 4 de noviembre de 1966

Ahora, además, la ciudadanía puede contar con un Plan de Gestión del Riesgo de Inundaciones, que contiene informaciones, datos y medidas para las distintas fases de una eventual inundación, que haría mucho más difícil tomar a la gente desprevenida como en 1966.

En cuanto a los bienes culturales, tampoco están completamente seguros, aunque, siempre en el marco de la prevención, se creó un mapa constantemente actualizado del riesgo hidráulico para los edificios que contienen obras de arte.

Pero hoy los expertos coinciden en que para la ciudad la tragedia fue también una oportunidad de rescate. Porque si por un lado la destrucción y los daños a las obras fueron grandes, por otro la reacción ante la emergencia sentó las bases para una revolución en las técnicas y competencias en el sector de la restauración, en el que Florencia se convirtió en una de las capitales a nivel mundial.

Las primeras intervencions sobre los libros en la Biblioteca nacional Alinari Raffaello Bencini
Las primeras intervencions sobre los libros en la Biblioteca nacional Alinari Raffaello Bencini

Determinante fue la decisión de mantener las obras dañadas en la ciudad. El entonces supervisor de monumentos y bellas artes, Ugo Procacci, rechazó la oferta de los grandes laboratorios internacionales de hacerse cargo de la restauración, prefiriendo invitar a la ciudad a los especialistas que querían colaborar: al pedido respondieron 150 restauradores de 17 países distintos.

Es un proceso aún en curso. Hay dos proyectos en camino: un censo fotográfico de todas las obras afectadas por la inundación y la creación de una base de datos actualizada de las intervenciones realizadas.

Una indicio de que, a 50 años del suceso, la inudación sigue marcando el futuro de Florencia.

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