En una charla íntima, Flavio Mendoza abrió su corazón y compartió el profundo impacto que tuvo la separación de su última pareja en la vida de su hijo Dionisio, de siete años. Además, el reconocido bailarín y coreógrafo relató cómo esta situación afectó su manera de relacionarse y la tajante decisión que tomó para resguardar el bienestar emocional del niño.
Todo comenzó durante la participación de Mendoza en el programa La mañana con Moria (Eltrece). Allí, el bailarín abordó con franqueza el proceso que atravesó Dionisio tras la ruptura con Waldo Gómez, quien había ocupado un rol paternal en la vida del niño. “Me da mucho miedo ingresar a alguien a mi vida con un nene tan chiquitito. Tuve mi última pareja. Fue cuando Dio era muy chico y fue un momento muy traumático la separación”, confesó Mendoza.
En ese contexto, Flavio reconoció que la situación no solo fue difícil para él, sino que también dejó una marca en Dionisio: “Yo vi que después de que él se fue, Dio tuvo actitudes que no me había dado cuenta en el momento. Me di cuenta después que las había hecho porque le faltaba alguien”.
El coreógrafo admitió que, en medio de la separación, surgieron reproches hacia su expareja por no priorizar el bienestar del niño. “Y ahí me enojé con él. Porque yo le decía que más allá de nuestros problemas había que cuidar a Dio y ahí creo que no lo cuidamos”, relató Mendoza, haciendo hincapié en la responsabilidad compartida de proteger a su hijo.
En el diálogo con Moria Casán, la conductora remarcó la importancia de anteponer a Dionisio por sobre cualquier otra prioridad, a lo que Mendoza asintió. “Primero Dio, y después los tres espectáculos que tenés”, señaló Casán, recibiendo la aprobación del artista, quien ha dejado en claro que su rol de padre está por encima de su carrera y de cualquier vínculo amoroso.
La determinación de Mendoza de proteger a su hijo se encuentra profundamente ligada a su propia historia personal. El artista reveló que su infancia estuvo marcada por el bullying y el abuso sexual, experiencias que han influido de manera decisiva en su manera de ejercer la paternidad. “Yo tengo que proteger a ese nene para que no le suceda nada de lo que yo pasé”, afirmó, evidenciando cómo aquellas situaciones lo habían marcado y cómo el peso de su pasado influía en sus decisiones actuales.
Mendoza recordó episodios de su niñez en los que evitaba pasar por ciertos lugares para no ser víctima de acoso verbal que se vivía. “Se ve que desde chiquitito a mí se me iban las caderas. No lo sé, no me acuerdo si era tan afeminado”, rememoró, relatando cómo llegó a dar vueltas de hasta veinte cuadras para evitar el hostigamiento. Finalmente, decidió enfrentar sus miedos: “Tengo que pasar, tengo que superar esto”, se dijo a sí mismo. Al hacerlo, volvió a recibir insultos, aunque esta vez respondió con firmeza: “Pero vos te pensás que porque yo sea pu…, te voy a dar bola a vos”.
El relato de Mendoza también incluyó la confesión de un episodio de abuso sexual sufrido a los siete años por parte de una persona cercana a su familia, cuya identidad prefirió no revelar y que falleció recientemente. Al referirse a ese momento, el artista describió cómo esa experiencia marcó un antes y un después en su vida, transformando su infancia de manera irreversible.
La vivencia de Mendoza muestra cómo ciertos acontecimientos pueden interrumpir abruptamente la niñez, dejando una huella imborrable y determinando el modo en que se asume la protección de los hijos.