La Isla Gorriti del pasado: tierra de piratas, un antiguo cementerio, hospital y prisión

En la temporada alta la visitan 500 turistas por día, pero pocos conocen su historia. Durante el siglo XVI fue testigo de expedición, invasiones y eventos que marcaron la vida de Punta del Este

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La Isla Gorriti es parte del Patrimonio histórico

Por día de temporada la visitan 500 turistas. Son veraneantes que salen de la costas de la península y recorren 2 kilómetros en barco con un propósito claro: disfrutar de la naturaleza virgen, casi inexplorada. Casi como un ritual del ocio, allí encallan con sus embarcaciones en busca de un día en la ‘isla de las historias’.

La escena es muy lejana a la que conoció Juan Díaz de Solís en 1516. Cuando este español la ‘encontró´, hace 502 años, la nombró “Isla de las Palmas” en referencia a las palmeras yatay que poblaban la zona. Ese mismo año descubrió también la tierra que siglos después se convertiría en Punta del Este. Lo registró en su diario de viaje: “Siguiendo la costa vieron una saliente de arena con una isla rasa al sur…”, según lo transcribe el historiador Fernando Cairo.

Testimonio de hechos trascendentales para la historia, se la declaró Patrimonio Histórico Nacional. Los primeros sucesos relevantes datan de 1531, cuando los hermanos López de Souza se internaron ocho días en la isla donde grabaron en una piedra un escudo con las armas de Portugal.

La vista desde la Mansa a la Isla Gorriti

Antes de finales de siglo, en 1594, el Rey Felipe II exigió una exploración exhaustiva de islas y costas de la bahía. La Real Orden, un documento oficial emitido por el propio monarca, designó al sitio con el nombre “Maldonado”: en la isla aparece el antecedente más antiguo de una denominación que prevalecerá hasta 1771.

En 1599, hubo una nueva expedición: el holandés Hendrik Tosen, al mando de la nave “Mundo del Plata”, se aprovisionó de alimentos y dejó una carta oculta en una cruz de madera para informarle su rumbo a otro navío que se había perdido en una tormenta. En ella le avisaba que iba a seguir camino hacia el Río de la Plata.

Al año siguiente, en 1600, el Gobernador de Buenos Aires Diego Rodríguez Valdés de la Banda cumplió con las órdenes de Felipe II: la carabela “Sanvento” conducida por Antonio Fernández Camiña e integrada por veinte mosqueteros y arcabuceros realizó un expeditivo reconocimiento de la isla. Elevaron un informe al rey con una minuciosa descripción de su vegetación, geografía, recursos; trazaron el primer plano de la costa, isla y bahía de Maldonado que aún se conserva en el Archivo General de Indias en Sevilla, España; y recomendaron fortificar la isla por su ubicación estratégica: habían hallado los mensajes que revelaban la presencia de portugueses y holandeses.

Fue testigo de expediciones

Entre la vegetación autóctona de las 22 hectáreas de la isla, allí donde confluye el océano Atlántico con el Río de la Plata, aún quedan las huellas del pasado bélico como las baterías y los cañones de artillería que sirvieron para bombardear al enemigo y custodiar la zona. Uno de los grandes secretos de este lugar, es “el polvorín”, una fortificación que servía para para almacenar la pólvora.

La Isla Gorriti también fue testigo de las invasiones inglesas, de las esfuerzos británicos por controlar el comercio legal y contrabando, y fue también su final. El “Cementerio de los Ingleses” se llamó el sitio donde las lápidas se distribuían sin lógica ni orden.

“Los muertos tiene mucho más que decir que los vivos”, explicó Federico Olascuaga, del instituto uruguayo -argentino a cargo de la investigación de la zona.

Las lápidas que aún se encuentran

En 1874, enviaron allí el cuerpo del sastre Carlos Mills, residente de Maldonado, para ser inhumado en la Isla porque al ser de religión protestante su entierro estaba vedado. Años más tarde, generó un conflicto diplomático entre los Estados Unidos y Uruguay, al querer comprar la porción dónde habían sido sepultados para embellecerla, sin embargo el país vecino se negó. Algunas tumbas fueron trasladadas a Maldonado, otras aún pueden verse entre la vegetación.

Además de cementerio, por su disposición geográfica también funcionó como cárcel. En 1771 adquirió su nombre actual por el capitán Francisco Gorriti, que estuvo preso dos años, de 1751 a 1753. Por allí pasaron, contrabandistas, indios, ladrones de caballos.

Gorriti fue responsable de defender el territorio de los portugueses. La isla sufrió múltiples ataques. “La tuvieron españoles, portugueses, brasileñas, inglesas y de todos ellos han quedado vestigios que hacen a la historia local", explicó el doctor y historiador Fernando Cairo, en diálogo con Infobae.

Entre pinos y el mar, también se levantó un hospital. Lo llamaron“de la Misericordia” y etuvo bajo la dirección del cirujano español José Benito Pereyra. Hay quienes aseguran que el naturista Charles Darwin participó en 1829 de un centro de investigaciones científicas.

A fines del siglo XIX recuperó su independencia. Y con el paso de los años se convirtió en una de las atracciones turísticas más populares del Este. Todo el verano se organizan paseos diarios en busca de los mejores atardeceres. O, quizás, para deshacer el camino de piratas, prisioneros y conquistadores.

Los paseos en barco a la isla son un clásico de cada verano (Shutterstock (8608994a))

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