Cristian U: las promesas que lo liberaron de la ludopatía, el legado de Gran Hermano y su nueva vida como DJ

En Desencriptados, repasó sus comienzos como adiestrador canino, reveló su lucha contra la adicción al juego y destacó la fuerza interior que le permitió salir adelante. “Pensé varias veces en suicidarme, pero me salvaron mis perros”, confesó

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Cristian Urrizaga, más conocido como Cristian U, es un reconocido participante y ganador de Gran Hermano 2011, quien ha mantenido una constante presencia en los medios tras su paso por el reality.

Se consolidó como panelista en el ciclo Confrontados de Canal 9 durante 2017-2018 y en 2024 participó de Cantando por un Sueño con la cantante Camila Mercado. Juntos formaron una dupla que captó la atención del público y del jurado por su química y desempeño.

En 2025 participó como comentarista del Golden Ticket en GH, el mecanismo que permite a la producción reincorporar a un exjugador al juego, tras una votación popular entre exparticipantes de las últimas tres ediciones. Allí analizó la dinámica del juego y propuso estrategias de confrontación y protagonismo, destacando especialmente el papel de Furia.

A lo largo de su trayectoria pública, Cristian ha estado involucrado en episodios que generaron amplia repercusión mediática. Apasionado por la música electrónica, en los últimos años se convirtió en un exitoso DJ. Se presenta en distintos escenarios de Argentina y es convocado a festivales en varios países.

Cristian U contó su experiencia
Cristian U contó su experiencia con la ludopatía y cómo logró superar la adicción. (Maximiliano Luna)

Inicios profesionales y la relación con los perros

Rulo: — ¿Es verdad que antes de Gran Hermano eras paseador de perros?

Cristian: — Yo era adiestrador canino y era un complemento grandísimo el tema del paseo porque económicamente rendía mucho. Después me fui perfeccionando y tenía un servicio canino completo: era adiestrador, tenía peluquería canina, era paseador y tenía guardería. Lo que es la guardería lo seguimos teniendo con mi hermano en Barracas.

Rulo: — Sos perrero...

Cristian: — Sí. Me he tirado una vez en Puerto Madero para salvar un perro. A una señora se le tiró el labrador y yo salté atrás y lo rescatamos. Yo doy la vida por un perro y siempre me cuestionan eso. Pero dejo la vida por un perro, por un niño y puedo llegar a dejar la vida por un abuelo. Toda la vida tuve esa necesidad de responder por el débil. Debe ser un trastorno. No sé. Pero yo veo a alguien en peligro y me sale el Iron Man.

Rulo: — Siendo alguien tan protector y amante de los animales, ¿cómo está la cuestión de la familia? Porque tenés la fama de ser un soltero empedernido, que disfruta de la noche, las salidas y la diversión. Pero también te imagino como un tipo familiero, padre de tres o cuatro chicos...

Cristian: — Me encantaría poder formar una familia, pero todavía no la pude formar. Tuve parejas de mucho tiempo, incluso me casé y no funcionó. Es una locura lo que hice. A los ocho meses de noviazgo, me casé. Estuvimos en total dos años y no funcionó nada. Mi última pareja real, consistente, fue de casi cuatro años, intentamos formar una familia y no se dio. Creo que el destino habla…

Rulo: — ¿Creés en eso?

Cristian: — Soy muy creyente de las energías, del destino, del karma. Por eso trato de no hacer maldades. Me mando cagadas porque soy un ser humano. Como dijiste, soy un atorrante. Pero cuando estoy en pareja, no hay otra persona que exista en mi vida y me pongo hasta medio tóxico te diría, muy protector. Estaba saliendo con una chica hace poco y toqué en Mar del Plata en una fiesta muy linda y me pasó algo que no me tiene que pasar. Estoy en la cabina con un DJ amigo y yo estaba pendiente a ella. Ella es una divina. Bailaba y estaba en la suya, pero yo estaba pendiente de que no le falte su bebida, de que esté bien. En un momento, había dos chicas que estaban raras, la agarraban de la cintura y bailaban demasiado cerca. Yo vi la secuencia y exploté. Le digo: “Gorda, vení, no les des mucha cabida a esas que no sé quiénes son y no sé qué quieren”. Ella no es de la noche...

Rulo: — Si conocés la música electrónica, tenés que saber que hay gente que viene, te agarra y tenés que saber manejarte.

Cristian: — Ni siquiera le echo la culpa a la música electrónica o a la cumbia ni a nada. Hoy la sociedad está corrompida, está maldita. Cuántos casos habrás escuchado de que en eventos, ni siquiera en fiestas electrónicas, está lleno de viudas negras, de tipos que andan con fármacos que adormecen a una mina y se la quieren llevar para abusarla, te ponen algo en la bebida... Tenés que tener mucho cuidado.

Rulo: — ¿A vos te pasó alguna vez o lo viste?

Cristian: — No. Pero me pasó este verano que tenía que ir a tocar a México, tenía fechas en Tulum que las terminé cancelando porque pasaron cosas y me volví. Hubo algo de México que no me gustó. Pero fui a una fiesta que en el desierto, como la Burning, pero más chiquita. Es de los mismos productores. Habíamos ido con una chica que me hablaba. Ella es de Argentina, pero estaba viviendo en México. Fuimos todo el grupo de amigos de ella y se re pegaban estos pibes. Estaba bailando y me empecé a hablar con una francesa hermosa, de ojos azules, y me puse a hablar. A mí que no me cuesta nada…

Rulo: — Fue una cuestión de cinco segundos.

Cristian: — Me pongo a hablar con la piba que por suerte hablaba español porque era de Francia, pero vivía en España. Y a uno de los pibes que estaba con nosotros le digo: “Dame agua”. Tomo agua y a los dos minutos me dice: “¡¿Qué hiciste?!”. Yo me había tomado media botella y...

Rulo: — ¿Era agua sucia?

Cristian: — Muy sucia. Le habían puesto ácido.

Rulo: — ¿LSD, una pepa?

Cristian: — Sí. Le dije: “¡¿Qué me va a pasar ahora, bolud*?! Yo nunca tomé”. Soy cero drogas.

Rulo: — ¿Cero drogas?

Cristian: — Soy DJ, laburo en la noche, pero soy cero drogas. No te voy a decir que no me he fumado un fasito alguna vez, pero otras cosas no. Yo tuve la adicción de la ludopatía y sé lo que es la adicción. No entraría en otra. El efecto de esa agua me duró como cuatro horas. Veía que a la gente que se le deformaba la cara. A la estructura de escenario la veía como se partía al medio y volvía. Ahí dije: “Nunca más”.

“Soy el más recordado de
“Soy el más recordado de Gran Hermano”, expresó el DJ. (Maximiliano Luna)

Rulo: — ¿Cuánto tiempo fuiste ludópata?

Cristian: — Yo arranqué a los 18 años con un ex amigo mío que era ludópata, pero muy ludópata. Arranco en el bingo de Lanús un día que lo acompaño. Yo no tenía un sope partido al medio y me acuerdo que lo único que tenía eran 10 pesos. Diez pesos en ese momento eran...

Rulo: — ¿Como 10 mil pesos de hoy?

Cristian: — Más o menos. Yo miré los 10 pesitos y estaba la maquinita de la rula electrónica. Tiqui, lo meto. Había varias opciones para apostar y estaba justo puesto en el máximo que eran 10 pesos. Me siento en el sillón, me caigo y aprieto el 33… “No va más” dice la maquinita. Yo dije: “¡Uy! No, fue una sola…”. Me quería morir, apreté mal. Pero toca el 33. Ahí recibí 360 pesitos.

Rulo: — ¡Era plata en ese momento!

Cristian: — Sí. Ahí voy corriendo y le digo: “Gordo, vení, que gané 360 pesos”. Ahí nomás dije: “Yo nací para esto. Si me siento en la máquina sin haber jugado, me caigo, me toca el 33. Es lo mío”. Sigo jugando un ratito más y le pegué al 32, al 5, al 8. Me fui con una platita linda. Al otro día gano en el Bingo Avellaneda. La cuestión es que me había armado una buena plata en dos o tres días. Arranqué y me empezó a pelar. Terminé vendiendo el home, la cama, vendí todo y terminé con un colchón. Yo era un pibe que ganaba, a plata de hoy, unos cinco o seis palos por mes a los 19 años. Yo laburaba mucho 12 o 13 horas por día y era un buen laburante, pero entré en ese vicio. No tenía un sope, no tenía ni para comer. Lo llamaba a viejo, que era un trabajador, encargado de edificio, y le decía: “Pa, ¿tenés cinco pesos para el sanguche…?”. Me iba desde Barracas a la Boca, agarraba los cinco pesos, me compraba el sanguchito, lo comía y seguía laburando. Eso es la ludopatía. Tres años estuve así.

Rulo: — ¿Cómo saliste?

Cristian: — Pensé varias veces en suicidarme. De hecho, una vez me tomé un blíster entero de Rivotril y me salvaron mis perros. Ese día rompí la base y dije: “Basta, loco”. Lo llamo a Lucas, un amigo de toda la vida, y le digo: “Me pasó esto, amigo” y me dice: “¿Por qué no me compras el scooter? Vos cobrás bien, me podés dar 500 pesos por semana”. “¿Vos me estás escuchando? No tengo un peso”, le respondí. Eran esos que los prendías con el control remoto. Pero tomé la decisión ese día de ir a buscar esa moto y me comprometí con él. No le podía fallar porque perdía la moto y la amistad. ¿Qué hice? Bien de apostador, lo agarré a mi papá y le dije: “Necesito que me ayudes a salir de esto, ¿tenés tarjeta de crédito?” “Sí”, me respondió. “¿Me la prestarías?”, le pregunté. “No, nene con los quilombos que tenés vos”, me dijo. “Vamos a comprar televisor, cama, comprame todo. Yo te digo hasta que límite puedo pagar y te prometo que pago todo”, le expliqué. Mi papá era un laburante, no tenía un sope, así que no le podía fallar a él.

Rulo: — O sea tomaste un crédito con tu viejo y con la moto de tu amigo para comprometerte y no jugar más.

Cristian: — Sí y no fui a jugar más. Pasé de levantarme en el colchoncito, a tener televisor, cama, moto...

Rulo: — Te hizo más fuerte para poder salir adelante.

Cristian: — Siempre me parece que la parte psicológica va por ese lado. Para vencer algo que te está dañando, tenés que agarrar otra cosa que te haga bien. Si vos te quedás intoxicado, te quedás ahí. A veces hay que tomar la fortaleza de salir y afrontar la vida. Pasa lo mismo con las parejas.

El ex participante de Gran
El ex participante de Gran Hermano reflexionó sobre su popularidad y estrategias en el reality. (Maximiliano Luna)

Por sí o por no

El conductor invitó a Cristian a responder el cuestionario utilizando los carteles de Sí o No, según corresponda y a revelar detalles de su vida personal y los momentos más mediáticos.

Rulo: — ¿Te ofrecieron alguna vez dinero para armar lío en la tele?

Cristian: — No. Los que hice fui yo (risas). Es que yo soy así, ¿viste? Soy picante. Sé de lo que hablo. Y hay veces que por ahí ser efusivo me hace hacer cosas de más. Y por ahí digo algo que puede molestar. También sabemos que el otro lado está recibiendo a alguien que le sirve.

Rulo: — ¿Alguna vez te ofrecieron dinero por sexo?

Cristian: — Sí, me iba a hacer el bolud*. Pero sí.

Rulo: — ¿Y aceptaste?

Cristian: — No. Yo tengo mis valores. La verdad es que no me divierto haciéndolo con alguien que no me guste. Pero… tampoco es que me han ofrecido 100 mil dólares.

Rulo: — ¡Ah! Bueno. Es un tema de inversión (risas).

Cristian: — Entra el “pitufo” (risas). Es un departamento por media hora...

Rulo: — Por sí o por no. ¿Fuiste o sos el jugador más querido de Gran Hermano?

Cristian: — Te pongo que sí, pero viste que todo esto va variando. Sí soy el más recordado. En esta última edición que ganó este chico Tato, el uruguayo. Me dio mucha gracia porque yo ni miré Gran Hermano. Habré acotado diez o quince veces en X o Twitter durante toda la edición de algo que veía y era tendencia Tato y Cristian U. Porque la gente se pone a comparar con ediciones anteriores. En todas las finales o en la mitad del programa, siempre aparezco como tendencia.

Rulo: — Dejaste la vara alta y quiero saber cuántos días te hubiera llevado sacar a Tato.

Cristian: — No sé. Yo te busco, soy callejeros. Te busco hasta que te encontré el punto débil y ahí empiezo a atacar hasta morir. Vos pensá que yo a mitad de programa de 2011 ya lo tenía ganado. Lo único que me podía perjudicar fue una acción que tuve al final porque ya no aguantaba más y me la agarré con Martín Anchorena, que era mi amigo y que lo adoro. Me discutió algo y me re zarpé, ya lo quería cagar a trompadas. Pero era lo único que me podía hacer perder. Caso Furia, por ejemplo, no había cosa más fácil para sacarla que hacerla explotar contra ella misma todos los días de su vida. ¿Cómo la hacés explotar? Mojale el colchón sin que te vean, complotá con alguien, sacale la comida sin que te vean, porque el público es el que te juzga. El punto es que no te vean y digan: “¿Quién fue?" Ahí el público dice: “Esta mina está re loca, nadie le hizo nada”. La hacés explotar el doble y la hacés explotar afuera. Era recontra fácil. Lo que pasa es que nadie la vio.

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