El desconocido encuentro de Iván Noble con Graciela Alfano: “Fue mucho más dama ella que caballero yo”

A días de su show en Obras Los Caballeros de la Quema recordaron una situación vinculada a la canción que le dedicaron a la actriz. Durante la entrevista también hablaron de política: “Es una lástima que Milei no se haya dedicado a cantar, en vez de a presidir”, ironizaron

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A días de su show en Obras Iván Noble y Martín Mendez en exclusiva en Infobae

Mediados de los 90. El rock barrial –o chabón, como se lo conocía– ganaba las calles y el espíritu de los adolescentes, en las voces de Ciro de Los Piojos y Chizzo de La Renga. También de Iván Noble, de Caballeros de la Quema, la banda que llegaba del cercano oeste; de Morón, más precisamente.

El célebre Arpegios, en San Telmo, ya era un reducto conocido para el grupo, que contaba con Martín Méndez como uno de sus formadores. El show arrancaba a las 3 de la mañana, concluía después de las 5, y Noble, Méndez, Pablo Guerra y el resto ya se encontraban en camarines cuando surgía una inquietud. “Che, ¿vamos a tocar un rato más?”, decía uno. “Pero quedan 25 personas…”, aportaba otro. “¡No importa!”, respondía aquel. Y allá iban de nuevo, cual Caballeros, claro.

“Entonces nos sentábamos y tocábamos dos horas más. Al borde del escenario, así, sentados”, recuerda hoy Méndez. “Como dice el tango: locuras juveniles, la falta de consejo”, aporta Noble, con la nostalgia de un tiempo que ya no es. Pero que a su modo, regresa. En lo musical. Y hasta en lo político, como lo resaltarán los dos en este encuentro con Infobae.

El 22 de junio los Caballeros subirán al escenario del mítico estadio Obras, como hicieron por primera vez 25 años atrás. “No sé si los jóvenes tienen tan claro lo que significaba Obras para el rock. Era el lugar emblemático para las bandas, cuando se consagraban. Nos trae muchos recuerdos. Lindos, todos lindos”, confiesa el cantante.

Surgen las comparaciones entre las épocas. Por caso, cómo se vivía un post show antes. Y cómo es ahora. “Diclofenac y a la cama. Un cafecito –dice Iván, ríe Martín–. Termina el show, bajamos, nos fijamos si quedó algo en la mesa de catering. Y prendemos la tele para ver si está alguna de Rocky o una película clase B, con esos monstruos de papel crepé. Eso es lo mejor que me puede pasar después de un show”.

—Eso es el después. ¿Y el durante? ¿La siguen pasando bien arriba del escenario?

Méndez: —Y… es el momento para el que te preparaste toda tu vida.

Y para el que miles de fanáticos se están preparando. Aquellos cuyas vidas están atravesadas por una banda sonora: las canciones de los discos de los Caballeros.

Iván Noble y Martín Mendez tocán Oxidado

—¿Hacer un Obras tiene que ver con las ganas de ustedes, con el pedido de la gente, con la economía?

Noble: —No (risas). Bueno...

Méndez: —Antes que nada en todos estos años, desde que en el 2017 nos volvimos a juntar, notamos que la banda funciona. Volvemos a estar bien juntos y a disfrutar de hacer música. Y también funciona para afuera. Como que hay gente que se niega a olvidarnos…

—¿En esas juntadas, puede salir música nueva?

Noble: —Estamos empezando a mostrarnos músicas y letras. ¿Quién te dice? A lo mejor este año parimos alguna nueva criatura, después de más de 20 años…

Méndez: —Escuchando las cosas que aporta cada uno de nosotros, nos damos cuenta de que esta esa vibra nunca dejó de estar. Que las personalidades se siguen volcando a esa licuadora que es la banda. Y el resultado, por lo menos lo que venimos esbozando hasta ahora, nos hace sentir nosotros mismos, de alguna manera.

—Si les pido que elijan tres momentos de Caballeros, por lo que sea, buenos, malos, divertidos, ¿cuáles serían?

Noble: —Primero, todo lo que fue la primera época de Caballeros. Cierro los ojos y pienso en nuestra primera sala de ensayo, en la calle Alem, a la vuelta de la estación de Morón. Muchas cosas sucedieron en esa época. Es como la infancia de Caballeros. Salir de madrugada a pegar carteles con engrudo para nuestros primeros shows. Y esos ensayos que terminaban siendo fogones para la gente del barrio, que pasaba por ahí. Las charlas, donde uno empezaba a soñar cosas, prudentemente.

—¿Cuál era el sueño?

Noble: —Y… por ejemplo, cuando tocábamos en barcitos: “Mirá si un día llegamos a tocar en Obras…”. Segundo, recuerdo muy fuerte un festival muy emotivo y multitudinario en la cancha de Ferro, que convocó a todas las bandas de esa época. Eran los 20 años de la fundación de las Madres de Plaza de Mayo. Y el tercer momento… La primera vez que llegamos con nuestros bolsitos y nuestros ojos asombradísimos a Los Ángeles, a grabar música hecha en Morón. Era un choque de planetas hermosísimo, muy divertido. Éramos chicos de Morón en Sunset Boulevard, viendo si nos cruzábamos con algún Guns N’ Roses.

—¿Tus momentos, Martín?

Méndez: —Se me aparecieron 110 mil momentos… El primero: año 89, un día a la tarde en mi casa. Dije “tengo que armar una banda”. Y lo llamé a Iván, que ya habíamos tenido una banda antes que se llamaba El Aleph. Estaba sin banda y me dijo que sí.

Noble: —No me llamó por celular.

Méndez: —No, no… Por teléfono con disquito. Después hablamos con el bajista y a la semana estábamos ensayando en mi habitación. Y después, no sé… De repente estar tocando en el Canal de Beagle o al pie de las montañas de Mendoza. Cuando empezás a buscar imágenes o momentos, es interminable.

Iván Noble y Martín Mendez tocán Hasta estallar

—Con la idiosincrasia y la cultura que tienen los distintos clubes de la Argentina, ¿si Caballeros tuviera que ser de un club de fútbol, cuál sería?

Noble: —A mí se me ocurre algo: Argentinos Juniors. Porque nuestros orígenes fueron pequeños, modestos. Porque llegamos a más cosas de las que imaginamos. Y porque…

Méndez: —Querés ser el Diego.

Noble: —¡Claro! Ahí, cagamos. Bueno, no… Deportivo Morón. El Gallito. Por pertenencia geográfica.

Méndez: —Es como el sueño de un David contra todos los Goliat del mundo. Porque éramos cuatro pibes de Castelar, Morón, Ituzaingó, sin recursos. Íbamos a la facultad, teníamos trabajitos de medio día. Nos endeudamos para comprar los primeros instrumentos, y alquilamos una casa en Morón.

—¿Cómo se están preparando para el 22?

Noble: —Va a haber canciones que nunca tocamos en todos estos shows que hicimos cuando nos encontramos: ni en el Estadio Único de La Plata, ni en el Malvinas, ni en el Luna Park. Vamos a tocar canciones para la vieja guardia, para esos que seguramente estén abajo diciendo: “Pensar que hace 27 años, 25, yo estaba acá…”.

Méndez: —Concretamente, temas del primer disco.

—Voy a ir con algunas frases de sus temas, ”Tener suerte en los fracasos y con los pecados, buena puntería”.

Noble: —No está mal. ¿Quién lo escribió?

— ¿En qué fracasos tuviste suerte?

Noble: —Hacés buenas preguntas… La palabra fracaso tiene una connotación tremenda y negativa. Pero probablemente, después de mi divorcio se pone a prueba cómo va a ser eso que Fito tan sabiamente bautizó como el amor después del amor. Y creo que he logrado tener una relación de muchísimo respeto y cariño con Julieta (Ortega), con la mamá de mi hijo, y eso me parece fundamental, sobre todo para mi hijo.

—Son la pareja divorciada que todos quisiéramos ser.

Noble: —No lo sé.

—¿Quisiste volver alguna vez con Julieta?

Noble: —No.

—A Iván le tocaron los fracasos. Y vos, Martín, ¿pecados con buena puntería?

Méndez: —No. El señor escribió eso… (risas).

—Pero en algo te habrás sentido representado.

Méndez: —Sí. No sé si pecados, pero decisiones con buena puntería, donde te mandaste sin medir consecuencias. Nítidamente: dedicarse a la música, y renunciar a trabajos formales. A la facultad, a la vida social. A algo que hasta cierto momento, tal vez hasta tocar en Obras, allá en el 99, para todos los demás era como: “¡Qué manera de perder tiempo! Estos, con el chingui-chingui, con la guitarrita…”. Y nosotros, inconscientes. No sé si era un pecado, pero podría haberlo sido. No lo fue porque nos la jugamos, porque nos fue bien. Zafé bien, ¿no?

Noble: —Muy bien. Otra pregunta de esas que me gustan.

—Sí. “Vuelvo a mi cucha rengueando estas ganas borrachas de volverte a ver”. ¿Cuánto de pose hay?

Noble: —¡Muchísima! (Risas).

—No hemos perdido tanto en la vida…

Noble: —Pero escuchame: los cantantes, los compositores de canciones que además cantan, son unos cretinos, básicamente. Tenemos patente de corso para ser cretinos. Somos chantajistas emocionales. Y siempre queremos que nos abracen.

—Te habrán abrazado un montón Iván.

Noble: —Bueno, por eso (risas). Una vez que uno descubre, medianamente pronto, que no va a ser un genio, que no va a ser ni Frank Sinatra ni Charly García, decís: “Bueno, entonces, por lo menos haré música para que me abracen”.

—Escribiste “Oxidado” para que te abracen.

Noble: —Sí.

—¿Y “Avanti morocha” también?

Noble: —No, para que me vuelvan a abrazar.

Méndez: —Para que no se vaya (risas).

Noble: —Era una novia a la cual yo estaba tratando bastante mal, y se fue. Y yo le decía: “No te vayas que hay que seguir remándola”.

Méndez: —”Puedo mejorar”.

Noble: —”No tiremos la toalla”. Y mientras yo terminé de decir todo eso, se fue con un guardaparques.

—Hay un tema que dice: ”Un safari hasta las tetas de Graciela Alfano”.

Noble: —(Risas) Por supuesto, era un piropo para Graciela Alfano.

—¿Se lo dijiste? ¿Se la cantaste alguna vez, personalmente?

Noble: —No. Pero fui a llevarle el disco personalmente. Y fue muy generosa.

Méndez: —(Alfano) prefería que digan “lolas”.

Noble: —Dijo eso, ¿no?

Méndez: —Eso dijo.

Noble: —Fue muy generosa. Y aparte es muy pilla, en el mejor de los sentidos por supuesto. La canción se empezó a escuchar mucho y nosotros nos preguntamos: “¿Qué onda? ¿Le tendríamos que decir?”. Me comuniqué con ella: “Mirá, soy Iván Noble, de Los Caballeros. Hay una canción donde te nombramos…”.

Méndez: —A vos, y a un par más (risas).

Noble: —Y entonces dijo: “Ah, qué bueno. Muchísimas gracias. Me gustaría escucharla”. No era como ahora, que te paso el mp3. Y fui a la casa y le llevé el disco. Abrió. Vio la letra. Y tal vez hubo un rictus de extrañeza, pero ella fue mucho más dama que yo, caballero. Y dijo: “Bueno, gracias”. Y yo le dije: “Por supuesto, es un piropo. Son cosas que los varones rústicos decimos cuando nos quedamos solos” (risas). Después hubo otro lío con esa canción de Galtieri, Massera, todo eso.

—”Un buen cáncer en los huevos para los Galtieri y para los Massera”.

Noble: —Sí. Un familiar de Massera me llevó a Tribunales.

—¿Cómo terminó eso?

Noble: —Una audiencia de mediación y nunca más supimos nada.

—Pero pudiste seguir cantando la canción.

Noble: —Sí, por supuesto.

Iván Noble y Martín Mendez tocán Sapo de otro pozo

—”Mi casa es un desastre sin tu risa”: cualquiera de nosotras muere ante esa frase.

Noble: —¿Ah, sí? Varias canciones han tenido destinatarias precisas. La mayoría nunca lo supo, ni lo sabrá. Y de algunas me habré olvidado.

—Martín, ¿vos escribiste muchas canciones de amor o le decías a Iván que te las escriba?

Méndez: —No. Yo hacía melodías. Siempre me interesó la parte conceptual de la banda: cómo suena, el estilo. Y cuando tenía alguna música con alguna idea, se la transmitía a él, que la poetizaba. Un ejemplo. Yo venía de una circunstancia personal trágica, familiar, y tenía una música. Le comenté a Iván cuál era la circunstancia, y él tomó una idea de eso: cómo ponerle el pecho al dolor. Y lo llevó a una instancia más general, más social. Así surgió “Madres”.

—¿Qué pasa con eso, con ser la banda sonora de distintos momentos en la vida del público?

Méndez: —Está buenísimo cuando alguien se te acerca y te comenta lo que significa una canción, un fragmento. Hace muchos años tuve un alumno, un abogado salteño que se le dio por estudiar guitarra, y era fanático de la banda. Cuando vino se levantó el pantalón, así, y tenía en la pierna el tatuaje de un pentagrama, de un solo que yo hago en un tema: “Ni a la banquina”. Y me dice: “Ese solo significa los mejores momentos de mi juventud”. Imaginate las historias que hay detrás de un disco, o de varios.

Noble: —Nuestro oficio es dador de alegrías. Los que hacemos música, creo que no tenemos idea de las cosas que pueden pasar con esas canciones. Y cuando uno está escéptico respecto a su propia existencia, y descorcha un vino y se empieza a preguntar: “¿Qué carajo estoy haciendo de mi vida?”, que después de los 40, 50 años, es un ejercicio bastante habitual…

—¿Pasa seguido?

Noble: —Sí, claro. En el caso de los que hacemos música, siempre es bueno recordar que nuestra vida puede ser un desastre, podemos estar repletos de contradicciones, de miserias, de brevedades, pero hacemos canciones. Y aparentemente hay mucha gente a la que esas canciones, la acompañan. Lo único que hace falta es recordar las canciones que te acompañan a vos. Cerrar los ojos y pensar en “Seminare”, en “Eiti Leda”, pensar en…

Méndez: —”Quién se ha tomado todo el vino”.

—¿Se han enamorado más de ustedes o ustedes se han enamorado más de otras personas?

Noble: —Yo siempre bromeo con esto: siempre hay alguien que termina una canción y (grita) “¡Te amo!”. “Porque no me conocés…”.

—Estás en pareja hace un montón de tiempo. ¿Estás enamorado o es un malentendido?

Noble: —No, estoy enamorado. Pero entiendo que el amor, como institución, es un hermoso malentendido. El mejor de todos. Pero…

—Pero fuiste enamoradizo por ratitos.

Noble: —Confío más en los ratitos (risas). Pero un ratito pueden ser 15 años.

—¿Querés que te rescate de esta situación o…?

Méndez: —Sí, dale.

—Dale. Bueno, en la misma línea: “Siempre esta pata de palo fue más zorra que mi corazón”. ¿El pirata ganó siempre?

Noble: —No, ya no. En ese momento, sí. Pero hay que saber retirarse a tiempo.

—¿Y te retiraste a tiempo?

Noble: —Yo creo que sí.

—¿Se retiró a tiempo?

Méndez: —Paso (risas). Me ponés en unos bretes tremendos. No sé... Sí, claro que se retiró el señor.

Noble: —El concepto de pirata me parece hermosísimo. Es uno de mis héroes favoritos, pero no por la primera acepción que se le da. No es lo mismo un pirata que un corsario, por ejemplo. O que un bucanero.

Méndez: —Él habla de las contradicciones.

Noble: —Hablo de los tipos que navegan sabiendo que pueden naufragar en cualquier momento. Tipos que se hacen a la mar con códigos bastante estrictos. Tipos bravos. Tipos valientes y valerosos.

Méndez: —Me meto yo en el pensamiento de él, pero me parece que es esa cosa del tipo que busca un abrazo, pero que está zarpando. Se está yendo a lo desconocido. Que un poco a los músicos, sobre todo jóvenes y en carrera, nos pasa eso.

—Hace un ratito mencionaste a las Madres. El año pasado estuvieron en la ex ESMA, en el Museo de la Memoria. También estuvieron en la carpa de los docentes. Siempre le pusieron el cuerpo y la voz a esas causas.

Noble: —Sí. Muchas de las bandas de los 90 tratábamos de estar cerca de esas causas.

—¿Y hoy qué les pasa con este revisionismo que estamos viviendo?

Noble: —¿Cuál de todos?

—Bueno, hablábamos de la ex ESMA. Y estamos transitando un revisionismo de los 70.

Noble: —Revisionismo de los 70… Uff, es un tema. Seguramente haya que hacerlo, pero tengo la sensación de que no en los términos en los que se suele plantear.

Méndez: —Por ahí es más para libros que para debates televisivos gritados. En este momento también hay un revisionismo de los 90. Cosas que pensábamos que estaban un poco superadas se están volviendo, ni a discutir… Volvió el pasado. Y cómo.

—Hay derechos que pensábamos que ya teníamos absolutamente ganados, logrados, pero de repente parece que no es tan así.

Noble: —Se ha corrido el arco de la discusión política a lugares impensados y oscuros. Ni siquiera en esos términos es revisionismo: es apología de cosas que antes de ninguna manera se podían poner en tela de juicio. Se podían discutir un montón de cosas, pero cuando yo tenía 30 años, a los pibes con los cuales discutías de política jamás se les hubiera ocurrido tener de avatar en sus redes sociales un Falcon verde, por ejemplo. Y eso pasa hoy.

—Qué doloroso…

Noble: —Es muy doloroso. Probablemente sea algo que excede bastante a la Argentina. Hay una situación planetaria pendular donde, si uno lee historia, siempre hay momentos de revolución y de contrarrevolución, en términos muy generales. Cíclicamente asoman la cabeza y se envalentonan los que, a mí juicio, son las peores cosas que le pueden pasar a un país, las peores fuerzas concentradas, intereses. Pero bueno, vende patrias hubo siempre. Canallas también. Y corsarios. No piratas; corsarios.

—¿Pero vos imaginabas que podíamos estar, en el 2024, escuchando a gente decir que ser gay es una enfermedad?

Noble: —Sí, en los sketches de Capusotto uno pensaba que podía seguir escuchando eso... Pero igual, esa gente siempre existió.

Méndez: —Y va a seguir existiendo. Pero es verdad que hubo un retroceso en ese tipo de discusión, y en tantas otras. Las batallas están planteadas. Va a haber avances y retrocesos. La historia siempre se movió así, en forma cíclica. Con circunstancias que generan eventos que destruyen esas circunstancias. Y cada vez que vivimos una época oscura, siempre pasó. Hasta una dictadura, la más terrible. Tardó un montón en irse, pero un día se empezó a resquebrajar. De ahí salimos a una esperanza increíble en el 83, que también fracasó en muchos puntos. Y de ese fracaso, volvimos a fracasar cuántas veces más. Y los países no desaparecen, no quiebran; se reconstituyen. Siempre será así. Siempre habrá momentos de esperanza. A veces la esperanza va a llegar a algún lugar sensato, y muchas otras veces, no.

Noble: —(El filósofo Baruch) Spinoza hablaba de las pasiones tristes: el odio, el rencor, el resentimiento, la crueldad. Eso parecería estar de moda hoy. O por lo menos, parecería estar muy amplificado. Y el peligro de eso es enojarse muchísimo y entonces contagiarse de esas pasiones tristes, y terminar yendo por la vida lleno de veneno. Eso es una porquería. Y cuando veo a esa gente, pienso en la porquería que serán sus vidas para andar así. Y el otro peligro que yo veo es ser un cínico, que todo te dé lo mismo y que digas: “Bueno, si al final este país es un quilombo. Son todos lo mismo, son todos iguales. Ya fue, me descorcho un vino y que sea lo que Dios quiera”. Eso es la antipolítica.

Méndez: —Pero cuando tenés hijos, ¿cómo administras eso? Querés dejarle algo mejor a tus hijos.

Noble: —No se puede caer ahí, pero a veces es una tentación. Prendés la tele o leés las redes sociales y decís: “Todo esto que está ocurriendo es una demencia. Ya fue, me voy con el mate al mar”.

Méndez: —Es un mecanismo de defensa, también: no te podés hacer cargo de tanto. Ni sabés cómo.

Noble: —Lo que dice él, es verdad: yo no quisiera que mi hijo piense que me da todo lo mismo. O que pienso que la batalla está perdida.

—¿Te vas a seguir peleando con gente en Twitter?

Noble: —Cada vez menos, cada vez menos… Twitter está lleno de sparrings. Y como en general el mundo está lleno de idiotas, malaleches y miserables, y uno no puede andar entrenándose en la calle, bueno, Twitter no está mal para eso. Siempre y cuando no te lo tomes muy en serio.

—¿Y te sale?

Noble: —No hace tanto, pero me sale. Antes, no. Antes me quedaba con una energía… Discutís con “Leonardo1422548″, cuyo avatar es un caniche, y por ahí te estás puteando y estás cenando, y tu novia te dice: “Pará de pelearte con la gente”. Eso me pasaba. Ahora, te juro, eh, a veces es casi como deporte. Digo: “Hoy voy a sacar chispas con alguien”. Como Titanes en el Ring, que te peleas pero de mentirita. Y por diez minutos. En las redes sociales todos exageramos. Pero no hay que empaparse todo el tiempo de eso porque mejor es hacer canciones, tomar vino, fornicar, estar con amigos.

—¿Estás tomando bastante vino, fornicando lo suficiente, todo bien?

Noble: —Todo está en orden.

—¿Vos también?

Méndez: —Algunas de las que nombra, no; otras, tal vez.

—Salen de acá y tienen un mensaje de Javier Milei: quiere contratar a los Caballeros de la Quema para un acto.

Noble: —Tengo que decir que lo vi cantar. Es una lástima que no se haya dedicado a cantar, en vez de a presidir... Y tiene un muy buen baterista en la banda.

—No sé cuánto de doble sentido hay en lo que estás diciendo…

Noble: —No, lo estoy diciendo en serio: tiene un muy buen baterista en la banda.

—Milei los llama para un acto. Hay una paga, que corresponde.

Noble: —Yo no toco para organizaciones criminales y, según él, el Estado es una organización criminal. Así que preferiría que no. Por lo que dice, él es el jefe de la organización criminal. Para eso, preferiría ir a tocar en Las Vegas (risas).

Méndez: —Para que quede claro: no tocaríamos jamás en un evento que tuviera algo que ver con Javier Milei. Estamos en las antípodas. No prestaríamos el nombre, ni lo hemos prestado tampoco a lo largo de nuestra carrera. No es cuestión de “no voy a tocar para tal porque está en tal partido”. No, no funciona así. De hecho, conocimos jóvenes que nos llevaron a tocar porque estaban en la FUBA y después terminaron siendo de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, y te llevaban a recitales que hacía la Provincia o Nación. Una banda no es un partido político. Podían ser radicales, peronistas, socialistas; hemos tocado para senadores de Reuteman en Santa Fe. Pero no en una campaña política. Nos contrataban y tocábamos en eventos, pero no tocábamos para candidatos ni para candidaturas. Pero hay límites. Y el ejemplo que pusiste, para nosotros sería uno.

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Iván Noble y Martín Mendez con Tatiana Schapiro en Infobae
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