Lizy Tagliani con María Laura Santillán: “¿Quién en su sano juicio podría elegir ser una chica trans en mi generación?”

Dice que si hubiera podido elegir, no hubiera elegido ser trans. La emoción de Lizy al recordar cuando fue Luisito y la decisión de que figure en sus documentos. Construyó una casa espectacular en un country, se sintió observada y hoy vive feliz en un barrio agrícola. Las compras, las comidas, los perros, cómo son los rituales de un matrimonio convencional

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María Laura Santillán Con Lizy Tagliani

Sabemos que Lizy es muy divertida, talentosa y carismática. Lo que quizás no se cuenta es que es muy responsable y profesional. Llegó antes que nadie a la entrevista en Infobae, súper puntual. Trabaja mucho, en la radio, en teatro y en la tele, pero además, a los 53 años, está cursando la carrera de abogacía y esperando con su marido adoptar un hijo. Para Lizy nada es imposible. Para Lizy no hay edad.

– No, no existe la edad. Creo que la vida es ésta y la disfruto y la aprovecho a full. Siento que el lugar donde nacemos tiene que ver con nuestra genética. Yo nací en el Chaco, pienso que este cuerpo está preparado para muchísimas más cosas de las que me ofreció la ciudad. Me siento a veces como una de esas camionetas importantes, cuatro por cuatro, patonas… me sobra energía. Y creo eso tiene que ver con con mis raíces.

– El lugar y las dificultades que atravesaste. Vos contaste que en tu infancia había que caminar seis cuadras de barro cada vez que salías de tu casa.

SIEMPRE HUBO DIFICULTADES Y EL TRABAJO FUE LA MEJOR Y LA ÚNICA SOLUCIÓN”

– Exacto, acá en Burzaco, porque me vine muy chiquita. Siempre hubo dificultades y el trabajo fue la mejor y la única solución. La vi en el ejemplo de mi mamá. Hace poco me fui de luna de miel. Sentada en la reposera tres, cuatro horas, en un lugar hermoso de México, decía: se me está yendo la vida echada acá mirando este mar, no quiero estar de vacaciones, quiero volver a trabajar. Si total cuando me muera Dios me va a llevar a recorrer todos los lugares.

– ¿Por qué pensabas en trabajar?

– Porque amo trabajar, lo disfruto. Me levanto sin despertador, incluso cuando hacía radio con Santi (del Moro) a la mañana, tengo el despertador por las dudas. No importa si dormí dos, tres o cinco horas. Me apasiona trabajar.

– Es un don descubrir lo que te gusta hacer, poder hacerlo y disfrutarlo.

– Creo que sin querer encontré lo que me gusta entender, la peluquería, eso que me pasó en los medios. No me animo a decirme actriz.

– Pero sos actriz, sos conductora, sos una gran showman. Sos todo eso.

– Me da vergüenza. En serio, muchísima vergüenza decirme todos esos títulos que yo veía por la tele.

– Tu seriedad al trabajar, se sumó a tu talento. Santi enseguida te compró, no eras famosa.

– Nada famosa, solo en el under. Pero él me dio la posibilidad y aprendí un montón. Yo creo que mi secreto máximo de esta seriedad que tengo es que soy como una niña, o sea, creo en lo que estoy haciendo. ¿Viste que a un nene vos le decís “a partir de ahora esto se convierte en una flor y la ve? Cada cosa que hago, la hago creyendo.

"Amo trabajar, lo disfruto. Me levanto sin despertador, incluso cuando hacía radio con Santi (del Moro) a la mañana", contó Lizy Tagliani (Fotos Gustavo Gavotti)
"Amo trabajar, lo disfruto. Me levanto sin despertador, incluso cuando hacía radio con Santi (del Moro) a la mañana", contó Lizy Tagliani (Fotos Gustavo Gavotti)

– A veces no pensás que es por tu talento que te va bien.

ESTOY CASI SEGURA QUE DICEN: “LLAMÁ A LIZY QUE NUNCA VA A FALTAR”. SOY MÁS RESPONSABLE QUE TALENTOSA”

– Sí, es más, estoy casi segura que en una mesa, cuando se ponen a pensar a quién llamar, dicen “llamá a Lizy porque va a venir siempre, nunca va a faltar. Pienso que soy más responsable que talentosa.

–Sos muy talentosa y además muy querible. No conozco a nadie que no te quiera.

–La vida me ha dado un cariño increíble, desde muy chiquitita, desde que era el putito del barrio. Siempre he sido muy querida. Mi mayor capital es ese amor. Mi abuelo era súper honesto y eso se trasladó a mi mamá y se trasladó a mí. Yo lo que quiero es que la gente confíe, que me crea que lo que estoy diciendo es verdad.

– Los vínculos.

– Siento que los vínculos son indestructibles. Vos me hablaste de Santiago del Moro, es un amor que es muy grande, pero no solamente por lo que ha hecho conmigo al darme una mano, sino por lo que es él como persona, su familia. Ese vínculo no se va a romper nunca. De mi mamá ni hablar, no hay día que no me acuerde.

“NO ME GUSTA QUE ME DIGAN QUE HICE TODO SOLA. MUCHAS PERSONAS PASARON PARA QUE YO PUEDA CONSTRUIR ESTO”.

– Además tenés vínculos con las personas que peinabas. Pasaron por lo menos tres años desde que cerró la peluquería.

– Con mis clientas, con mis amigas de la primaria, con mis amigas de la secundaria, con mis amigas de Adrogué, nos seguimos viendo siempre, todas. No me puedo olvidar yo. A veces alguien me dice “ay Lizy, te admiro porque vos hiciste todo sola” y yo digo: no, no me gusta que me digan que hice las cosas sola, soy un cúmulo de oportunidades de miles de personas, no de una, de miles. Hasta las que no quisieron darme una oportunidad me han dado alguna herramienta. Yo a los cinco años me quedaba sola en la piecita en la que vivía con mi mamá. Si no hubiera sido por la tía Bernarda (una vecina a la que llamaba tía) o por doña Arminda, que era la señora del almacén que me ayudaba… Ella me ayudaba con las tareas, me llevaba a su casa, me hacía el mate cocido y después me acompañaba hasta el camino de cintura para que yo sola, a los seis años, tomara el 306 para ir a la escuela 56. Si no hubiese sido por esa gente, mi camino hubiese sido otro. Muchas personas pasaron para que yo pudiera construir esto y seguramente yo he sido la oportunidad para otras personas. Creo que nosotros somos cuando nos encontramos con el otro, no somos por sí solos. Yo sola, no sé si tengo tanto para dar si vos no necesitás algo. Que nos podemos comunicar y conectar y poder ver cosas mías a través de tus necesidades.

"No me gusta que me digan que hice las cosas sola", afirmó Lizy Tagliani en entrevista con María Laura Santillán
"No me gusta que me digan que hice las cosas sola", afirmó Lizy Tagliani en entrevista con María Laura Santillán

– Sos porque existe el otro.

– No tengo ninguna duda de eso.

“ASÍ COMO EL HUMOR ME SALVÓ DE UN MONTÓN DE COSAS, LA PELUQUERÍA ME MATÓ EL HAMBRE”

– Cerraste la peluquería y te dedicaste a otra cosa. Cuando ves a alguien despeinado, una amiga ponele, ¿te dan ganas de tirarte a esa cabeza?

– Siempre tengo ganas de peinar, de hecho lo hago. Paso color. Tengo una amiga que tiene una peluquería en Gutiérrez y cuando voy, están todos ocupados y viene alguien para cortarse… “te corto yo”. Es parte mía. Así como el humor me salvó de un montón de cosas, la peluquería me mató el hambre. Yo soy un poco el reflejo de todas las mujeres que pasaron por mi peluquería, ellas me han ayudado un montón. Yo no soy muy coqueta, honestamente, pero a mí me gusta cuidarlas y cortar el pelo.

– Tu peluquería estaba en Recoleta, había señoras muy paquetas.

— Muy, con unas historias… Aprendí un montón. Lo que a uno le pasa, es terrible. Tiene que ver por ahí con la pobreza o con la carencia y es muy fuerte. Pero hay otros dolores que van más allá de lo económico. A mí me han hecho confesiones clientas de 98 años, una tenía 102 incluso antes de morir. Una me confesó que en esa época estaba enamorada y su familia no la dejaba casarse solo porque era el hombre era negro. Le dijeron con quién se tenía que casar. Mujeres que han quedado muy dolidas, que sufrieron toda su vida por amor, y que se han casado con gente de la que no estaban enamoradas.

– Historias de principios del siglo 20. ¿Y te seguís hablando con ellas?

– Sigo, sigo. Ofelia fue una de las últimas, también me hablaba mucho. Tengo algo muy gracioso que es una lista del último cumpleaños, cumplía 96, creo. En la lista estaban todas sus amigas. Dice: Betty no puede, sorda. Marta se cayó, enyesada, no puede. Otra, Alzheimer, de las 20, solo cinco podían ir al cumpleaños. Y sí, me sigo hablando con gente muy grande, a mí me encanta escucharlas. Me encanta.

– ¿Te gusta la gente grande?

– Me fascina. Los niños y la gente grande. Con esto de la discriminación… Con una clienta mía, Germaine, siempre nos hacíamos muchas bromas. Nos cargábamos con la edad, con lo lindo, con lo feo, como yo soy siempre. Una vez me dijo “dejá de hacerte la nenita” y se ve que yo emocionalmente no estaba tan bien y lo tomé como que hacía referencia a mi identidad de género. Le dije de todo. “Porque yo más allá de que haya nacido varón…” le di todo un discurso, no sé de dónde me salió. Ella se refería a que no me hiciera la pendeja, la que tenía 15 años. A veces uno pone en el otro algo que ni siquiera dijo.

"A veces uno pone en el otro algo que ni siquiera dijo", explicó Lizy Tagliani
"A veces uno pone en el otro algo que ni siquiera dijo", explicó Lizy Tagliani

– Hay mil razones por las que podías estar a la defensiva.

– Por supuesto. Me di cuenta mientras iba discutiendo con ella que no tenía nada que ver. Me subí a un colectivo que ni siquiera existía.

– Vos no sos fanática de esas cuestiones, de estar a la defensiva, bajar línea…

– No, no me afectan. Nunca me afectaron.

“¿QUIÉN EN SU SANO JUICIO PODRÍA ELEGIR SER UNA CHICA TRANS EN MI GENERACIÓN? SI YO PUDIERA ELEGIR, NO LO ELEGIRÍA”.

– Solamente te vi cierta reacción cuando te preguntaron sobre el género y la elección. Es muy común que digan que esto “se elige”. El género.

– No me gusta que me digan que se elige. ¿Quién en su sano juicio podría elegir ser una chica trans en mi generación? Dónde no ibas a conseguir trabajo, probablemente no tuvieras amigos, lo más probable también es que te echaran de tu casa, no ibas a poder realizar una vida de pareja, yo ni la soñaba en aquel entonces. Si yo pudiera elegir, no lo elegiría. O sea, es algo que está en mí. No me importan las posibilidades que tenga para convertirme en una chica trans. De hecho no tenía ninguna posibilidad y yo soy trans desde los 13 años. Y me las arreglaba sola y buscaba trabajo sola. Mi mamá ha sido una gran ayuda, pero me refiero a que es algo que está en mí. No lo podría elegir. Me brota y no importa. No importan ni las leyes ni el lugar. Es algo que vos sos y lo vas a ser porque no te queda otra. No me veo de otra forma.

María Laura Santillán Con Lizy Tagliani

– Te he escuchado más de una vez decir: yo discrimino, yo sin querer discrimino, como una autocrítica.

– Sí, yo creo que todos somos todos. Somos discriminadores, discriminados, buenos, malos, lindos, feos. Está bien que hubo un exceso de cosas que nos han pasado a las minorías en general. No quiero solo hacer referencia a las chicas trans.

– Y que sigue pasando

– Y que sigue pasando. Pero también somos todos. Si uno iba a un pub y escuchaba los monólogos que hacíamos y que incluso los que se hacen ahora, te das cuenta que es un humor que se ríe de todo. Es como una burla a esa sociedad que te discriminaba, pero no deja de ser discriminador también.

– ¿Vos decís que se ríen del otro, en definitiva?

– Sí. Eso sucede y sigue sucediendo. Y yo también lo sigo haciendo. Es un trabajo constante. Yo antes era muchísimo más. La gente piensa que yo nací, no sé… vino María José, Jesús y yo.

– ¿Qué decías? ¿Qué hacías? ¿Qué recordás?

– Nunca fue la intención desde la maldad, era divertido y gracioso. Un montón de gente festejaba eso y yo lo seguía acrecentando. Por ejemplo, en el barrio donde yo nací, era constante. ¡Los apodos! El de Bolivia era el boliviano, el Rengo, yo era el putito. Para mí no formaba parte de la discriminación, era una descripción. Y yo fui con todo eso a la peluquería, yo decía barbaridades .

– Peluquería en Recoleta.

– En Recoleta, y mis clientas duplicaban las barbaridades. Porque ellas tenían otro concepto de la vida. O sea que lo que yo ya tenía, más lo que me enseñaron, era una bomba súper divertida para mí. Pero cuando te empezás a dar cuenta que ya no es que nos reímos nosotros, sino que está afectando a otro, ahí es donde empezás a decir: no, en realidad no es tan gracioso, no es tan copado.

“MI MAMÁ SE BURLABA DE LA GENTE. YO CREO QUE DIOS SE LA LLEVÓ PARA QUE NO LA CANCELEN”.

– Igual vos sos muy graciosa, ya lo sabes y te reís de todo. ¿Hay algo de lo que no te reís?

– Los niños, los animales y los abuelos. Mi mamá era una persona que se burlaba de la gente. Yo creo que Dios se la llevó para que no la cancelen. Porque era una constante. Pero era la primera que estaba para los demás. Ella le ponía la luz a todos los vecinos nuevos que llegaban al barrio. Ella era empleada doméstica y si había una mujer embarazada, ella le dejaba su plata para que compre la leche o el pan. Era como un ejemplo en la práctica constante de dar. Pero quizás decía “me voy a lo de esta pelotuda”. Lo que decía no era acorde con lo que hacía, era una forma de humor, era gracia. La respetaban todos, la conocía todo el mundo y ella era así. Y eso me quedó y eso lo he ido bajando.

"Las cosas que no están más en mi vida no están por moda, no las digo porque ya no me nacen", aseguró Lizy Tagliani
"Las cosas que no están más en mi vida no están por moda, no las digo porque ya no me nacen", aseguró Lizy Tagliani
“NO HAY QUE GUARDARSE LAS COSAS. ES PREFERIBLE EQUIVOCARSE, QUE TE CANCELEN, APRENDER”.

– ¿Estás atenta?

– Atenta, sí. Pero no hay que hacer lo que está de moda, lo políticamente correcto de guardarse las cosas, porque yo sé lo que está bien y lo que está mal, todos lo sabemos. Entonces, si vos pensás todo lo que vas a decir para quedar bien, no lo estás sacando de vos. Es preferible equivocarse, que te cancelen, que te digan de todo, aprender. Las cosas que no están más en mi vida no están por moda, no las digo porque ya no me nacen.

– Porque te diste cuenta que podía lastimar.

– Sí y porque se fueron de mi vida. Una de esas palabras que no repito nunca es mogólico. Antes cuando yo era chica, era como decir boludo, ¿entendés? Era una palabra hasta divertida. Yo ya sé que es tremendo porque estás discriminando realmente. No la digo porque nunca me aparece ni en el enojo más grande, ni en el humor más grande. Nunca. No me aparece, no me sale, la tengo que pensar para decirla. Y eso está bueno. Ese es el ejercicio que hay que hacer para mí.

– Si la siguen a Lizy en redes van a ver que los perros son los personajes más importantes de su vida. ¿Cuántos hay en total en tu casa?

– Ahora hay siete y dos gatos.

– Hay uno que se llama Justo, por el programa El precio justo.

– Sí, porque justo fue el mismo día que debuté con El precio justo. Me llama una amiga y me dice: hay un señor que está maltratando a un perrito. Le dije “bájate del colectivo ya, no te preocupes”. “Cinco, cuatro” decía Gorki, el director del programa, estaba por salir al aire y yo hablaba con mi amiga. Y cuando terminé lo fui a buscar y me lo traje, se llama Justo por eso. Después tengo otra, Gerarda, que también rescaté. Ahora rescaté dos que se llaman Norma y Mimí por las hermanas Pons.

–Gerarda. ¿Es por Sofovich?

– Sí, pero no quiero decir por qué. Yo leía en las noticias que había tenido un accidente y tenía un problema en una pierna y por eso se llama Gerarda.

– Este verano estuviste muy pendiente de un perrito que no quiso quedarse en tu casa.

– Me ponía el despertador a las seis. Sebastián, mi marido, dijo “nos tenemos que mudar de este barrio porque ya no es sano que te pongas un despertador para ir a buscar a rastrear al perro”. Comía de la mano de Sebastián, pero nunca se dejaba tocar, se iba. Mi obsesión era que no se fuera a la autopista. Y finalmente me mandó un vecino una foto con el perro arriba de él, dándole besos. Estoy feliz también porque encontró su familia. Siempre tengo en el baúl del auto una bolsa de alimento y botellas descartables con agua, por las dudas.

"Ahora tenemos huerta en mi casa, pero me me gusta esto del barrio, ir al almacén, ir a la panadería, sacar el cuero…", confesó Lizy Tagliani en entrevista con María Laura Santillán
"Ahora tenemos huerta en mi casa, pero me me gusta esto del barrio, ir al almacén, ir a la panadería, sacar el cuero…", confesó Lizy Tagliani en entrevista con María Laura Santillán

– Por si ves algún perro. Cada tanto agarrás alguno.

–Todo el tiempo. Me levanto, y en la puerta de mi casa les doy la comida, vienen a comer. Vienen, comen, se van. Es muy divertido.”

“CONSTRUÍ UNA CASA ESPECTACULAR EN UN COUNTRY, PERO DESPUÉS NO ME HALLÉ. ME SENTÍA MUY CONTROLADA Y MUY OBSERVADA”.

–Vivís en un barrio donde los vecinos siembran y cosechan.

–Si, en un centro agrícola, en El Pato y los vecinos son lo más.

– ¿Lo elegiste un poco también porque te hace acordar al Chaco?

– Puede ser, ahora que me lo decís vos, pero en realidad fue porque me gusta esto de golpear la tranquera a un vecino, le das 1.000 $ y te agarrás los tomates, la acelga. Ahora tenemos huerta en mi casa, pero me me gusta esto del barrio, ir al almacén, ir a la panadería, sacar el cuero… Lo primero que hice, porque yo quería ser Joan Collins, la de Dinastía, fue construir una casa en un country espectacular. Todo en una planta, porque como yo ya me hice famosa de grande. El arquitecto me dijo “acá podemos hacer un ascensor que vaya, tirás desde tu cuarto la ropa y cae al lavadero”. No, le dije, a mí en una planta porque yo ya estoy grande, me voy a morir en esta casa. Si yo me descadero... Y una cosa es descaderarme acá que me voy arrastrando hasta la puerta y hasta la calle y otra cosa es descaderarme arriba. No me encuentran nunca más hasta que me comieron todos los gusanos. Lo hice todo en una planta baja, pero después no me hallé. Me sentía muy controlada y muy observada. Así que me fui a un barrio como el que estoy.

– ¿Controlada por la seguridad del barrio o controlada por los vecinos?

– Yo no creo que nada externo te suceda, creo que siempre es una cuestión personal, es algo que me pasaba a mí. Imaginate que la gente de seguridad y la gente del barrio no va a estar pendiente de lo que era una sensación mía.

– No estabas cómoda, relajada. Y llegaste al barrio agrónomo.

– Llegué. Me encanta porque vos hacés dos cuadras y ya pinchaste las cuatro ruedas, porque como le ponen piedras se te pegan en la rueda. O sea, vos tenés que salir con una paciencia y con una fuerza… Tenés que ser Mac Gyver. Vos salís, te inflás tu rueda. Así era salir de mi barrio, de Burzaco, se inundaba. Mi mamá se ponía unas bolsas arriba de las zapatillas y con eso llegábamos hasta el Monteverde para tomar el colectivo.

– Esa odisea la seguís viviendo y te encanta.

– Me encanta, se inunda, se corta. Tenés que sacar toda la porquería de los caños que se tapan, del desagüe.

– ¿Los desagües los destapás vos?

– Sebastián. Yo tengo menos paciencia.

“ME GUSTA EL RITUAL DE LAS FAMILIAS CONVENCIONALES PORQUE NUNCA LO TUVE”.

– ¿Cómo es la vida de casada? ¿En qué cosas Sebastián y vos son un matrimonio convencional?

– En el almuerzo y la cena, por ejemplo, en sentarnos a comer. Qué vamos a comer, lo planeamos, yo cocino o cocina él. Los domingos yo voy a comprar las facturas. Él se va a filtrar la pileta o pasa la bordeadora por el pasto. A mí lejos de querer alejarme de todo el ritual de que tienen las familias convencionales, me gusta acercarme, porque en definitiva nunca lo tuve. Mi mamá lo hacía todo el tiempo ella sola, a mí me gusta. Me cuesta. Por ejemplo, termino de comer y me levanto. Y Sebastián todavía está comiendo, ¿entendés? Me miraba como diciendo “somos dos los que estamos en la mesa”. Pero me gustan esas cosas entonces las voy aprendiendo y las voy incorporando. Me parecen hermosas porque tienen que ver con la conexión, el compañerismo.

“YO MANDO. A MI ME GUSTA MANDAR”.

–¿Por ejemplo, si están en el cuarto y se levanta un frío, quién cierra la ventana?

– Todo Sebastián. Todo.

María Laura Santillán Con Lizy Tagliani

– ¿Por qué?

– Yo mando. A mí me gusta mandar. Es que mi mamá también tiene la culpa. Todo, todo tiene la culpa mi mamá, lo bueno y lo malo. Porque en esa piecita que vivíamos, mi mamá estaba por ejemplo haciéndole un enganche de luz a una vecina y yo gritaba: maaaaaaaa! Maaaaaaa! Y ella venía cansada, agotada. “¿Qué pasó?” ¿Me das el agua?

– ¡Una malcriada vos!

– Una malcriada total. Me encanta.

– Se llevan unos cuantos años con Sebastián.

–16. Él cumplió 37 ahora y yo 53. Yo lo mando. Es como una especie de marido e hijo. “Mientras vivas en esta casa vas a hacer lo que yo digo”, así decía mi mamá. “Esta es mi casa”.

– “Esto no es un hotel”.

— “No es un hotel”. “Y acá se hacen las cosas como yo quiero”. “Si querés hacer las cosas como vos querés, te buscás un trabajo y te vas”.

– ¿Lo mismo le decís a él?

– No, porque él tiene trabajo.

– Pero está claro que vos mandás.

– En todos lados. Yo con la sonrisita y con esta cosa de buenita…

– ¿Qué es “todos lados”? Ponele Telefé.

– Si. También. Nunca me vas a escuchar a mí que tenga un mal modo. A veces no sé qué es peor. Porque con una agujita te voy pinchando de a poquito. Porque algo que no está como yo quiero…

"Nunca me vas a escuchar a mí que tenga un mal modo. A veces no sé qué es peor. Porque con una agujita te voy pinchando de a poquito", contó Lizy Tagliani
"Nunca me vas a escuchar a mí que tenga un mal modo. A veces no sé qué es peor. Porque con una agujita te voy pinchando de a poquito", contó Lizy Tagliani

– Quiero saber en qué anda tu trámite de adopción. Sé que hiciste los exámenes, ambiental, psicológico, y que estás esperando. ¿Cuánto hace que estás esperando?

– Menos de un año, tenemos dos años para esperar y después, si no, hay que volver a hacer todo.

– Sin límite en la cantidad de chicos, ni la edad de los chicos.

– Lo que yo no quiero es tener que estar muy pendiente de un chico que necesite un tratamiento, porque me cuesta un poco el sufrimiento. Pero todo lo demás… No quiero ser muy grosera, pero alguien que no tenga un brazo no me molesta. Es más, yo creo que soy una persona súper capaz de darle todas las herramientas, para que eso no sea ningún impedimento para nada. Porque yo hice todo lo contrario de lo que se esperaba de mí y lo logré superar ampliamente. Entonces creo que sería una buena madre en ese caso.

“YO CREO QUE ME VAN A DAR EL TÍTULO DE ABOGADA CON EL CARNET DE LA JUBILACIÓN”

– Sos súper poderosa. Pudiste con todo. Y después de poder con todo vas por más, porque esto es ir por más. Del mismo modo es ir por más cursar una carrera universitaria, ya metiste 15 materias.

– Sí, 15. Son 40 o 42, pero yo lo hago de a poco, con mis tiempos, porque trabajo mucho. Pero voy a la facultad, hago los cursos. Trato de cumplir todo.

– ¿En qué momentos estudiás?

– En lugar de escuchar música, me pongo los temas y escucho, como si fuera un programa. Me pongo Teoría general del delito y que suene y que me vaya quedando información. Ahora, mientras espero, en el auto, en todos lados. Me gusta mucho la Constitución. El constitucionalismo me encanta, me parece súper interesante. La democracia es lo que quiere la mayoría y muchas veces lo que quiere la mayoría encuentra un límite en nuestra Constitución que es rígida. Me parece que está todo ahí, que no le falta nada. Creo que es espectacular el trabajo que han hecho.

– Abogada constitucionalista.

– Sí, me gusta, me gusta. Todos me dicen ¿vas a ejercer? Y les digo que no creo, porque me van a dar el título con el carnet de jubilación. Las dos cosas al mismo tiempo.

– Porque cuando empezaste la carrera rendías más materias.

ME DA MIEDO QUE MIS COMPAÑEROS DE FACULTAD CREAN QUE COMO SOY CONOCIDA ME QUIERO LUCIR O MANDAR LA PARTE”.

– Al principio rendía más. Ahora voy a cursar regular.

– Te vi festejar un nueve. ¿Qué pasa si viene una baja nota? ¿Te impacta?

– Ay, sí, mucho, porque yo me desespero por demostrar que sé. Se lo dije a una profesora hace poquito, me da mucha vergüenza hablar en clase. Me da vergüenza porque tengo miedo de que mis compañeros crean que como soy conocida me quiero lucir o mandar la parte. Y segundo, me da vergüenza que me vaya mal, todo es por “el qué dirán” que en ese tipo de cuestiones me afectan.

"Me da mucha vergüenza hablar en clase. Me da vergüenza porque tengo miedo de que mis compañeros crean que como soy conocida me quiero lucir o mandar la parte", manifestó Lizy Tagliani (Fotos Gustavo Gavotti)
"Me da mucha vergüenza hablar en clase. Me da vergüenza porque tengo miedo de que mis compañeros crean que como soy conocida me quiero lucir o mandar la parte", manifestó Lizy Tagliani (Fotos Gustavo Gavotti)

– Querías estudiar sociología.

– Pero empecé estudiando Derecho y me enamoré del Derecho. Fui porque quería ir a esa universidad. Mi mamá era mucama y los sábados yo iba al trabajo de mi mamá con ella porque no tenía colegio. Tomábamos el 306 y subíamos y yo le decía “ma, a dónde van todos esos chicos?” Porque veía chicos en el fondo. “A la facultad”. “¿Voy a ir a la facultad algún día?” “Todos pueden ir”. Nunca pude hacerlo. Cuando tuve la posibilidad, dije: lo voy a hacer.

– ¿Por qué es importante el estudio Lizy?

– Para mí el estudio es fundamental. Aprender es fundamental porque uno ahí encuentra respuestas y herramientas y deja de lado mucho la agresión. Yo siento que muchas veces, cuando no tenemos con qué sostener algo, empezamos a agredirnos, me incluyo. Cuando no tenemos una base o algún sostén real, empezamos con la agresión sin sentido. Lo sé porque yo en una pelea podría humillar o destruir a cualquiera en un segundo. El estudio te da una gran base para que eso no suceda.

– Vas a ser una gran abogada. Mientras tanto te pueden ver en teatro en Los Bonobos que es una obra desopilante. Estás preparando la tele y además empezás a conducir las mañanas de Radio Pop.

– Empiezo la radio el lunes 19 de febrero. Aprendí mucho de Santi y amo ese horario por Santiago. Esa primera mañana es mi mamá, es la gente que va al colegio. No podría hacer radio en otro horario aunque lo hice con Andy y la pasé muy bien también, pero ese horario lo siento como mío. Al principio no quería hacerlo, me parecía desleal, irme del programa de Santiago en diciembre y en enero empezar en la otra radio. Pero ya han pasado varios años. Lo primero que hice fue hablarlo con él y estaba feliz y me felicitó y me dijo que la voy a romper, así que estoy muy contenta.

– Doctora, gracias por este reportaje. ¿Doctora Lizy Tagliani serás?

– ¡No! Lizy Rojas porque Tagliani es un invento.

“EL DNI TODAVÍA NO LO CAMBIÉ. YO RECUERDO MUCHO A MI LUISITO, NO LO QUIERO OLVIDAR NUNCA”.

– Es cierto. El trámite del DNI no sé cómo terminó, tenías rollo con eso.

– Sí, todavía no me lo cambié. Pero en la Ley de Identidad de Género hay un artículo que dice que por más que yo no me lo cambie, incluso en mi libreta de casamiento, por más que no figure en el documento, dice Lizy Rojas y entre paréntesis, las iniciales de mi nombre masculino. Con eso ya es legal y es suficiente.

María Laura Santillán Con Lizy Tagliani

– Vos no querías cambiarlo. Vos querés asumir todo, querés asumir que eras Luis

– Sí, amo, amo. Yo recuerdo mucho a mi Luisito. Soy tan feliz. Me da una felicidad y una alegría tan grande, con sus dolores, con sus tristezas, con sus alegrías, con su inocencia. Yo no sé si Lizy tuvo la posibilidad de ser tan inocente como Luisito. Y por eso no me lo quiero olvidar nunca.

– Sos Luisito también.

– Es verdad.

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