Sol Despeinada con María Laura Santillán: “¿Alguna vez vi mis genitales? ¿Los vi de verdad?”

El cuerpo propio, fantasías y deseos. Qué es lo que no podemos dejar de preguntarnos sobre salud sexual. Orgasmos y juguetes sexuales a los 70. Feminismo: ¿por qué hoy se dice presidenta y no presidente? Su botón antipánico por las amenazas de muerte

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María Laura Santillán con Sol Despeinada

Se llama Sol Ferreyra, pero es conocida como Sol Despeinada. Es médica, docente de educacion sexual, feminista e influencer. En sus charlas, sus talleres y sus redes su fuerte es la educación sexual, aunque también habla de feminismo. Todo lo explica de una forma clara, directa, sin eufemismos, pero con mucho humor. Tiene miles y miles de seguidores en Instagram y en Twitter. Fue parte de Sex, la obra de José María Muscari. Pero todo empezó cuando la abuela le regaló la valijita de “Juliana doctora’'.

— (Risas) Mi abuela Blanca me regaló Juliana doctora cuando era chica. La valijita tenía unos elementos que hoy son dudosos para usar en la medicina y jugando me pareció que el juego de rol era interesante, me llegó. Me pareció piola. Enfrente de la casa de mis abuelos vivía un médico traumatólogo y mi abuela se asomaba a la ventana para saludarlo. Era un doctor. Yo veía la admiración de mi familia por este médico y yo quería un poco esa admiración.

— La inspiradora fue tu abuela.

— De alguna manera sí, regalándome ese juguete. Con mi abuela tenía una re linda relación. Viste que los adultos no siempre saben jugar con los chicos. Le gustaba jugar conmigo, se prendía con esos juguetes.

— Te gustó porque tenías el poder, la valijita de médico.

— Sí. En ese momento me parecía que en la comunidad la figura del médico tiene un respeto adicional, un respeto extra por lo que estudió, por lo que sabe.

— Sol Despeinada es por los rulos.

— Exacto, sí, siempre los rulos marcaban mucho mi identidad. Pero en la adolescencia, ahora le decimos bullying, te gastaban.

"Era grandota, gordita, tenía rulos, era un monstruo en séptimo grado", cuenta Sol Despeinada sobre el bullying que sufrió de chica Foto: Gustavo Gavotti
"Era grandota, gordita, tenía rulos, era un monstruo en séptimo grado", cuenta Sol Despeinada sobre el bullying que sufrió de chica Foto: Gustavo Gavotti

— ¿La ruluda?

— Sí, se burlaban, pero de todo. Estaba de moda tener el pelo lacio, ahora por ahí los rulos están más aceptados. Yo era grandota, era gordita, tenía rulos y qué sé yo, era un monstruo en 7º grado. Va costando que las adolescencias vayan formando otro concepto de sus compañeros, y digan: no importa si tiene granos, si es alto, si es bajo, es mi amigo o es mi amiga. En las adolescentes se usa la estética más que nada para burlarse y ser objeto de burla. El pelo fue como un súper tema.

— Hablas de temas difíciles de tratar, y le pones diversión a lo complejo.

— Y, en la vida sino, ¿qué hacés? Dentro de la comunicación de la salud están los señores canosos con su camisa blanca y su corbata roja, con sus maquetas del corazón, para explicarte lo que es un infarto. Es súper necesario, pero siempre son médicos de una determinada edad, con una determinada estética. Hay una estética de médico confiable, ¿viste? Tiene canas, cómo habla, cómo se comunica con sus residentes. Son espacios que me gustaría alcanzar, me encantaría estar en un medio hablando de salud, que haya más mujeres y otras identidades hablando de lo que han estudiado. Cuando son temas de sexualidad ponen mujeres y cuando son temas de neuro, de cardio siempre está el señor con su corbata roja. Respeto muchísimo al colega, no tengo nada en su contra, me entendés. Pero me resulta un desafío pensar por qué en un noticiero en horario central un médico varón no explica cómo poner un preservativo. Sería un montón.

— Faltan espacios de educación sexual, falta información.

— Sí. Además estamos en una etapa de transición, todo lo que salga hoy ya mañana está desactualizado.

— ¿Sobre sexo?

— Sobre identidades. Todo el tiempo se va construyendo material teórico. ¿No sentís que con el tiempo la velocidad de cambio es un poco más rápida? Veo un video mío de hace tres años y digo: uy, no hubiera dicho esto.

"¿Por qué en un noticiero en horario central un médico varón no explica cómo poner un preservativo?", se pregunta Sol Foto: Gustavo Gavotti
"¿Por qué en un noticiero en horario central un médico varón no explica cómo poner un preservativo?", se pregunta Sol Foto: Gustavo Gavotti

— Empezaron a seguirte masivamente a partir de la discusión de la despenalizacion del aborto.

— Sí, fue en Twitter. Había argumentado por qué para mí la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo tenía que ser legal desde mi perspectiva, más allá de si yo lo haría o no, de hecho no sé si lo haría, no me encontré nunca en esa situación. Mi argumento era que no cierra por ningún lado decir que no. Ni desde lo económico, ni desde salud pública, ni desde epidemia, ni desde… Eso se viralizó, no sé si había muchas médicas mostrando la cara. No es fácil poner la cara, pones en riesgo tu trabajo quizás, pones en riesgo tu entorno. En algún momento no era fácil decir que uno estaba a favor de la legalización del aborto en el ámbito de la salud, no era gratuito. En ningún lado igual en lo fue supongo.

— Hablás con lenguaje inclusivo muchas veces, ahora no. Cuando entrevisto a gente que habla en inclusivo los veo hacer un esfuerzo descomunal para sostenerlo.

— Está bueno esto que señalas. Sí, estoy a favor de esta forma nueva, de esta dinámica del lenguaje, a veces la utilizo y a veces no. Es cierto que es un esfuerzo porque crecí cuando el lenguaje no era de la manera en que lo militamos ahora. Esto que marcás es importante, cuando estás muy forzado también distrae de otra cosa.

— Cuando van a verte personalmente a tus talleres, ¿qué tipo de gente va y qué quiere aprender de vos?

— Mucha gente que hace docencia. Trabajadoras sociales. Gente que da otros talleres, que trabaja en barrios populares y quiere llevar una nueva perspectiva de educación sexual. Viene gente joven. Una vez di una charla sobre métodos anticonceptivos y la cantidad de parejas que vinieron agarraditos de la mano escuchando era impresionante. Hermoso.

— Aunque das tu punto de vista lo importante es la información.

— Claro, es la idea. Es una información que creo que todo el mundo tiene que saber. Gran parte del contenido lo puede entender la población general, no hace falta pertenecer al microuniverso de la medicina para entender la sífilis.

"Hay en el cuerpo del otro una curiosidad que nos aleja, nos sirve también como escudo", dice la sexóloga al hablar de la vergüenza Foto: Gustavo Gavotti
"Hay en el cuerpo del otro una curiosidad que nos aleja, nos sirve también como escudo", dice la sexóloga al hablar de la vergüenza Foto: Gustavo Gavotti

— ¿A la gente le da vergüenza escucharte hablar de los órganos sexuales?

— No, nunca sentí. Es parte de mi vocabulario cotidiano. En algún momento uno le saca el prurito a esas palabras. Cuando era estudiante y estaba en 1ero y nos tocaba ver aparato genital, fotos, un pene, una vulva, había una cosa. Hay en el cuerpo del otro una curiosidad que nos aleja, nos sirve también como escudo. Es más fácil poner la curiosidad en el otro que a veces en uno mismo.

— En relación a los derechos de las personas, se ven y se toleran todavía muchas actitudes y dichos machistas y transfóbicos. ¿Qué de todo lo que falta es urgente enseñar?

— En un mundo ideal, que no existe, que no va a pasar, sería maravilloso ocuparnos de todos, de todas, de todes. Pero hay que reconocer que hay identidades que están mucho más vulnerabilizadas que otras. Hace 30 años ser una persona gay o lesbiana no se podía contar. 30, 40, 50 años, no sé. Ahora se puede contar y hasta hay un recibimiento con brazos abiertos, por ahí las identidades trans están recién llegando a los medios. Siempre viene con un retraso de aceptación, de información, de saber qué es. Empiezan esas cuestiones de “es hombre, pero se viste como…”, “es mujer, pero se viste como… La pregunta es el punto de partida para empezar a aprender, siempre que la pregunta tenga la intención de aprender y no la intención de lastimar o herir. En comunicación se está haciendo mucho con respecto al feminismo, a los derechos que tratamos de conseguir. En política estaría bueno que se haga un poco más. Una perspectiva feminista, no entendiendo el feminismo como igual que el machismo, porque no lo es. Intentar la igualdad reconociendo el daño que nos han hecho.

— ¿Son las personas grandes las que no quieren aprender cosas nuevas sobre las identidades?

— Sí. Mucha gente joven tampoco quiere. No tiene acceso a esa información o la tiene y decide no repensar esta idea. No me gustaría caer en viejismos y pensar que la edad hace que las personas no entiendan cosas. Hay mucha gente más grande que nosotras que entiende mejor que nosotras dos juntas en qué mundo estaba viviendo y lo que ha sufrido. Está empezando ahora un movimiento de gente a militar la educación sexual en terceras edades, en adultos mayores. Hay una idea fabulosa de lesbiátricos.

— ¿Qué es eso?

— El lugar donde vamos a ir las mujeres María Laura, porque yo no quiero un geriátrico…(risas) Está empezando a pensarse qué va a ser de nuestros cuerpos en la tercera edad si ahora la juventud o la adultos de edad media estamos repensando nuestros roles y cómo nos vinculamos con el otro. Tengo recuerdos de abuelos de amigas a los que ni les preguntan qué quieren comer. Es: “el plato está acá”. A veces no se les pregunta cómo se sienten, sus opiniones no se tienen en cuenta. Se piensa que su sexualidad está apagada, dormida, muerta. Y sin embargo, lejísimos de ser así, las vejeces esconden que tienen un objeto sexual en su casa, o que tienen relaciones sexuales, o que toman una pastilla. ¿Qué problema hay? Así como queremos terminar con los abusos sexuales en las infancias también hay que pensar en las vejeces. Qué va a ser de nosotras cuando estemos en otro rol en la sociedad.

— ¿Cuáles son las cosas más importantes que enseñarle a la gente más grande que está muy trabada con su sexualidad?

— Uno por ahí no tiene en su habitualidad enterrar amigos ¿no? Lo más habitual es despedirte de gente más grande que vos. Llega una etapa de la vida en la que estás viendo cómo se va gente de tu generación. No estoy diciendo nada nuevo. Pero lo importante es generar espacios recreativos constantemente y que puedan socializar. Se van quedando solos porque como no trabajan, no producen. Terminan siendo a veces un mueble más de la casa.

María Laura Santillán con Sol Despeinada: "Se piensa que la sexualidad de la Tercera Edad está apagada, dormida, muerta"

— ¿Cómo le explicás a una persona grande que puede tener actividad sexual cuando está tan aislado como estás describiendo?

— Ay, es una buena pregunta. Imagino que conversaría como con cualquier otra persona que tiene genitales y los quiere usar. Hay gente que disfruta muchísimo tener un orgasmo, tener un objeto sexual y no tiene que tener 25, 30, 40 años para eso, puede tener sus 70 y tranquilamente antes de irse a dormir… No tendría nada de malo. Muchos señores consultan por Sildenafil, por algún fármaco que facilite la erección del pene porque quieren vivir su sexualidad, bienvenido sea.

— Después de hablar científicamente todo el día de educación sexual, ¿cómo hacés para entusiasmarte? Conocés los hilos…

— Ah, ¿en la vida sexual decís? Ah, no, no tengo (risas). No tengo vida sexual (risas). Hay una cosa lúdica del deseo que la ciencia no puede explicar. Como decís vos tiene sus hilos y demás, pero hay algo más allá de lo orgánico, algo del deseo. Te gusta alguien. Tenés un orgasmo y tu cuerpo vive un torbellino de cosas y no hay mucha explicación. Con tal te pasa y con tal otra persona no. O “me empezó a pasar con esta persona que conozco hace 20 años y nunca me había pasado”. Es tan dinámico que te puede dar una sorpresa. Así que yo estoy a la expectativa. Todo nos puede sorprender.

María Laura Santillán con Sol Despeinada: la discusión con Milei: ¿presidenta o presidente?

— ¿Por qué te atacan en las redes, Sol? Se que tenés un botón anti pánico.

— Ah sí. Tengo un botón anti pánico. Cuando empezó la pandemia fui a un programa de televisión y me pusieron a debatir con un grupo de militantes que actualmente forman parte de La Libertad Avanza. No fue un debate, fue una lluvia de ataques de las dos partes. Hablábamos sobre feminismo. Después de eso empezó un ataque en redes de estas cuentas que no tienen nombre, que no tienen foto y empiezan a insultar, a mandar mensajes privados. Amenazas de muerte con datos específicos, y no me quedó otra que contratar una abogada, llevar todo el material y hacer una denuncia. Es un embole en el sentido más triste de la palabra, desgasta un montón. Y deciden darme un botón anti pánico. Las amenazas eran de muerte. Entonces dije: ante la duda consulto. Había gente que me decía: Sol, mira si pasa algo.

— El fin de semana pasado en la sesión de la Cámara de Diputados, Javier Milei le decía “presidente” a la “presidenta” de la Cámara, vos emitiste opinión sobre eso.

— A veces me caliento, twitteo y después digo no, esto sigue fomentando la bronca. Y después digo no, pero estoy enojada. Y vuelvo y digo: pero por qué ellos tienen la libertad de decir cualquier barrabasada y yo no puedo decir nada. Sí, me parece que más allá de la discusión de si presiden un ente o no, el debate es mucho más profundo, no tiene que ver con la palabra. Creo que eso Milei lo entiende, pero no quiere entrar en el debate de qué significa para una mujer presidir un ente. Qué significado histórico tiene viviendo en un país donde tuvimos más presidentes llamados Carlos que presidentas mujeres. Me parece que tiene una importancia resignificante, que se haga hincapié en el rol que ocupa en la sociedad y lo que ha costado conseguir ese puesto solamente por los genitales que se tiene o por la apariencia que se tiene. Es importante a veces resignificar con esa palabra. Pero esa profundidad en el debate yo creo que Milei no la puede tener.

— A mí me pareció que te irritó.

— Obvio. Es que… ¡por qué grita señor! ¿No nos podemos sentar un segundo? Igual no sé decirte porque me tiene bloqueada también, no es que puedo tener una instancia en la que yo me podría acercar a él. No me acercaría porque tengo un botón anti pánico para una de las personas que trabaja con él. Entonces no podría. Pero me parece muy rico y muy interesante el debate con oposiciones, me parece espectacular, y creo que las oposiciones en cualquier gobierno enriquecen un montón el debate. Enriquecen una Constitución. Enriquecen todo. Pero cuando son enemigos que van al hueso, que te amenazan, que te están gritando, no hacen un segundo de silencio para escuchar lo que dice otra persona, bueno, me cuesta creerles. El lenguaje es importante, tiene un peso, forma criterios. El lenguaje va armando estructuras de pensamiento. El lenguaje es crítico. No es una cosa inocente. El lenguaje dice un montón de cosas. Verbal y no verbal. Y bueno, esto de la discusión entre presidente y presidenta esconde ahí detrás una cosa: este es un espacio de varones y nos molesta que haya mujeres. O vamos a ser así hasta que nos acostumbremos. Me da esa impresión.

— En tus redes hablas de moda, de ropa y mostrás lo que te pones.

— A veces sí, sí. Noto que también hay muchas personas con cuerpos no hegemónicos, personas gordas, que de repente hacen un espejismo con otra persona y dicen: ah mira cómo disfruta de su ropa, mira cómo se muestra. Invita a esas personas a reflexionar. A veces se contagia.

— Sentís que hay gente que se va a identificar con vos que hoy sí disfrutás de tu cuerpo?

— Puede ser. Sí, me costó un montón pero sí, lo disfruto. Y hago un esfuerzo sobrehumano porque siento que la sociedad está todos los días humillándote con discursos, que a veces no son directos. La sociedad son los medios, las publicidades, con modelos aspiracionales masivos y uno trata de ser como. Uno dice: ay, yo soñaría con tener ese pelo, esa nariz, esos ojos, esa boca, partes del cuerpo. O ese abdomen, o esa cola. Y muchos cuerpos sufren mucho porque están inconscientemente tratando de parecerse al modelo a seguir o al modelo aspiracional del medio de comunicación o de la película. Se sufre muchísimo con eso. Todos los días me levanto y hay algún comentario que no tengo ganas de escuchar. Yo no estoy diciéndole a la gente: hoy estás más flaca que ayer o estás menos flaca o lo que sea. Después de un gran esfuerzo sí trato de disfrutar.

Sobre su vestuario, Sol Despeinada dice: "No quiero estar más con ropa apretada. Me siento incómoda, transpiro más" Foto: Gustavo Gavotti
Sobre su vestuario, Sol Despeinada dice: "No quiero estar más con ropa apretada. Me siento incómoda, transpiro más" Foto: Gustavo Gavotti

DIJE: NO QUIERO ESTAR MÁS CON ROPA APRETADA. ME SIENTO INCÓMODA, TRANSPIRO MÁS.

— ¿Cómo lograste sentirte bien?

— Tiene sus sube y baja, no es que me siento allá arriba. En algún momento, me pasó con la ropa. Decir: no quiero estar más con ropa apretada. Me siento incómoda. Transpiro más. Tengo que usar ropa de mi talle. A veces me compro el talle más grande que vende este local y lo estiro a más no poder. No, tengo que ir a buscar un talle para mí que me quede cómodo. Y esa comodidad se refleja en cómo me siento acá a charlar hoy con vos. Si estuviera con el pantalón apretado trataría de tapar un rollo que se me escapa acá. Pero tengo la suerte, el privilegio también de poder acceder a prendas de mi talle y decir: no me aprieta, no me está faltando el aire.

— Dijiste que viví un sube y baja, y estuviste en la obra Sex…En la obra de teatro en las que están todos con muy poca ropa.

— Es verdad. Me había olvidado. Pobre Muscari, le mandamos un beso.

— ¿Cómo que te habías olvidado?

—-Te juro que me olvidé (risas). En ropa interior, sí. Ya ni me veía al espejo. Mi cuerpo era un mueble más del escenario. Yo no tenía escenas con alguna destreza física o algo por el estilo, tenía un monólogo en donde hablaba sobre el orgasmo, era más desde el aula.

— Pero estabas en ropa interior enfrente de un montón de personas toda la noche.

— Ah, pero yo feliz que podía hablar de orgasmos (risas). Yo feliz porque podía hablar de eso. Pero una vez un grupo de chicos jóvenes, en una previa donde parte del elenco se va acercando al público y dialogamos, los chicos decían: que no nos toque la gorda. Fue la única vez. No me iba a acercar y además no voy a hacer nada que no quieras. No hacemos lo mismo que nos hacen ellos a nosotros.

— Para vos lo importante era hablar del orgasmo. O sea que todo el tiempo estás haciendo docencia.

— No lo puedo evitar. Ahora que lo pienso, voy a hablar con mis amigos y van a decir soy insoportable ¿no? (Risas).

— ¿No hacés más consultas?

— No. Hice medicina asistencial tres años con pacientes oncológicos. Iba a hacer mi residencia en medicina familiar y sigo probando con la comunicación. Y acá estoy.

Sol Despeinada estuvo internada por COVID: "En el hospital tuve alucinaciones y vi un monstruo" Foto: Gustavo Gavotti
Sol Despeinada estuvo internada por COVID: "En el hospital tuve alucinaciones y vi un monstruo" Foto: Gustavo Gavotti

— Hay un tema crucial en tu vida el Covid. Estuviste un mes internada y 13 días entubada.

— Sí, 13 días. Y lo bien que dormí (risas). Eso sí, me desperté y no entendía nada. La segunda ola que le agarró más a la gente de 30. No me había llegado el turno de la vacuna. Estuve muy mal en mi casa, y fui al Hospital Fernández que es un gran hospital. Y pasé de la guardia a clínica. En la guardia no había lugar. Yo miraba para los costados y había un montón de personas todas con la bigotera de oxígeno. Faltaba que nos metieran en el baño.

— ¿Qué te dejó el Covid?

— Me dejó una cicatriz. Me dejó cicatrices en los pulmones. Me dejó bronquiectasias. Tuve alucinaciones visuales y vi un monstruo. Eso no fue lo peor igual. Cuando me dijeron: Sol, hay que intubarte porque todo lo que estamos haciendo no está funcionando. Ahí me duermen. Ahí sueño, tengo un montón de sueños. Me despierto y no tenía los anteojos y yo veía todo nublado, no veía nada, no entendía dónde estaba. Veía colores, formas. Yo realmente veo muy poco, tengo mucho aumento. Había algo colgado negro, como una ropa, una cortina, no sé. Estuve un día y medio mirando esa mancha negra, yo veía este monstruo. Miiraba para otro lado y volvía y: ay, sigue ahí (risas), alucinando mal. Y para mí era un monstruito, le veía cara de cansado, en mi alucinación lo veía con un gesto. Cuando me puse los anteojos, cuando me los traen, lo primero que hice fue mirar ese rincón. Y cuando vi que era un pedazo de ropa… una desilusión me dio, yo quería que fuera real.

María Laura Santillán con Sol Despeinada: "¿Alguna vez vi mis genitales? ¿Los vi de verdad?"

— Supongamos que te lee toda la Argentina y que vos les querés enseñar a todos sobre sexualidad que no pueden dejar de saber. Que no pueden dejar de tener claro. Que no puede haber confusiones. ¿Qué elegís para contar?

— Lo primero que propondría, es pensar en el cuerpo propio. Qué conozco, qué no. Si alguna vez vi mis genitales o no. ¿Los vi de verdad o no los vi? Una pregunta por ejemplo, ¿conozco esa parte de mi cuerpo así como conozco mis manos, sé qué marcas tengo, sé los detalles? ¿Con mis genitales pasa igual o es una cosa que está ahí entre las piernas y ni idea? Esa es una pregunta que invitaría a las personas a hacerse. ¿Qué nos gusta? ¿Qué fantasías hay? Esas fantasías son fantasías o estoy deseando algo que no puedo cumplir? Si gozo de buena salud sexual. Si estoy disfrutando con la persona con la que estoy. Si es un compañero, una compañera, pero falta algo más. Preguntas que simplemente son para que la gente disfrute plenamente de su salud sexual. Nadie tiene la intención ni de señalar con el dedo, ni de apuntar, ni de bajar una línea. Cada uno puede hacer lo que quiera mientras tenga la autonomía que merece. Esto lo hago porque quiero, esto lo va a tocar quien yo quiera y lo va a ver quien yo quiera que lo vea y nadie más. Entendiendo que la sexualidad es un dispositivo que históricamente se utilizó para asignar roles en la sociedad, para asignarnos tareas, para asignarnos trabajos, para asignarnos responsabilidades.

— Para someter.

— Para someter sin lugar a dudas. De repente ahora esto es algo que quiero estudiar, algo que quiero ver en mí. Algo que me gustaría disfrutar. Orgasmos que quiero tener o gente con la que quiero estar, compartir mi tiempo. Me parece que no hay nada más lindo que disfrutar eso y que acompañemos ese proceso. Y que cada persona quiera hacerse las preguntas cuando sea el momento también. Ni tarde ni temprano, justo a tiempo. Si de repente te hiciste la pregunta de con quién estás casado o casada hace 30 años. Y bueno, te la hiciste a los 70 años y te diste cuenta que… Pero escúchame, ya está. Te sentás, lo hablás. O si tenés 19 años, si estás en pareja o algo te gusta y se te prende una idea planteátela. Incomodate, me parece que eso es lo interesante que tiene la sexualidad, incomoda siempre.

— ¿Y eso es bueno?

— Sí. Para mí sí. Ay, a mí me encanta. Lo disfruto. No recuerdo avances en mi vida históricos en mi vida que no hayan partido de una incomodidad. De verdad no me acuerdo.

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