Después de quince años al frente de la Arquidiócesis de Santa Fe, el obispo José María Arancedo concedió una entrevista en la que hizo un balance de su gestión y elevó duras críticas hacia la dirigencia política en cuanto a la lucha contra el narcotráfico.
Dijo, entre varias cosas, que "la droga destruye y avanza" y que "a veces no hay una dirigencia culturalmente preparada" para abordar la problemática. Además, aseguró que es un problema que se agudizó en la provincia durante los últimos años.
"No lo podemos negar. Quizá se blanqueó y apareció lo que había. Recuerdo cuando la Iglesia sacó un documento fuerte en el que decíamos que la droga estaba instalada y que mataba; muchos políticos nos decían que eso no era cierto. Pero la droga estaba en todos lados, y una vez que se instala, compra y mata. A veces había un descuido; decían que era un problema de los mexicanos, de otros, pero ya había entrado y estaba comprando gente, chicos. (La droga) trae plata y así se va perdiendo la cultura de trabajo. Ahora eso se ha como blanqueado", dijo en diálogo con El Litoral.
Sin embargo, aseguró que la lucha contra ese flagelo "no está perdida" y que hay que seguir combatiendo el problema. "Creo que es una batalla que hay que darla y no meter a veces un mal concepto de libertad. No da todo lo mismo cuando la droga se la despenaliza; se da un mensaje de que no es algo malo, entonces "por qué me lo van a prohibir". La droga no solo destruye y avanza. Es un fenómeno del mundo actual y a veces no hay una dirigencia culturalmente preparada para estos temas", expresó.
Puntualmente sobre la clase política, sostuvo que debería unirse para pelear contra el avance del narcotráfico y no pensar en el rédito propio. Al ser preguntado si estaba a la altura, monseñor Arancedo aseguró: "No caben los juicios de blanco o negro. Hay ideas claras y se toma conciencia.
A veces lo que puede pasar es que hay temas que requerirían de una política de Estado en la cual la dirigencia debería verse unida, por ejemplo lo de la droga. Si en estos casos, cada uno saca su rédito, pierde la dirigencia. Ver a los dirigentes unidos es el mejor golpe que se le puede dar a todo aquello que daña. Y a veces, esa unidad no existe.
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