La semana de las palabras malditas

Compartir
Compartir articulo

Mientras el dólar forcejaba en los mercados tensionando hasta la exasperación el ánimo de todos, una sorda guerra de guerrilla se cocinaba en redes y medios.

La semana tuvo su palabra maldita: "saqueos". Desde las usinas del oficialismo hay quien propuso que se hable de "robos organizados". Esquivar el vocablo para conjurar el fantasma más temido y evitar el efecto contagio. No funciona.

"Robo en poblado y en banda" tipifica el Código Penal. Una etiqueta jurídica que no alcanza para describir la embestida agitada por provocadores que buscan la ganancia en el río revuelto. Una suerte de "robo piraña" armado con inteligencia previa e impronta desestabilizadora.

La estrategia de encender fuegos sobre la sequía cambia de modos y herramientas pero siempre regresa, ahora arropada en el anonimato y la pretendida indemnidad que permiten las redes sociales. Cadenas de Whatsapp, audios viralizados, retuits de advertencias incendiarias generaron intentos de asalto y arremetidas aisladas contra supermercados en distintos puntos del país. Terrorismo digital a la criolla.

El Gobierno respondió con un plan de seguridad basado en cámaras y monitoreos. Mientras se pretende amortiguar la cuestión social aumentando la AUH y reforzando la ayuda alimentaria en los sectores atenazados por la vulnerabilidad, se encienden todos los sensores para detectar desbordes y violencia.

Gabinetes de prevención trabajan rastreando las redes con herramientas propias del marketing para identificar y neutralizar movidas. Esta es la novedad, los departamentos de investigación de ciberdelito están en estado de alerta máxima. Se llega a los activistas en la web y sus teléfonos en cuestión de horas. La tecnología juega de manera contemporánea tanto en contra como a favor.

La Justicia logró identificar tres celulares, uno radicado en el sur del país y otros dos en el Conurbano desde los que se fogoneaba el descontrol. Viralizaban contenidos utilizando Whatsapp y Facebook sobre nóminas de destinatarios de planes, asignaciones por hijo y garrafa social. Ese común denominador permite pensar en el robo de una base de datos.

La denuncia judicial, la investigación y los allanamientos que arrojaron rápidamente algunos resultados lograron aplacar los ánimos y desalentar a los que siempre se excitan con el caos.

La ministra Patricia Bullrich puso la mira en sectores del kirchnerismo, club del helicóptero y afines, pero por el momento no hay nombres. Solo la certeza de que las arremetidas contra supermercados de esta semana no fueron espontáneas sino claramente organizadas.

Mujeres y niños en Villa Pineral. Grupos de jóvenes arrasando con bebidas alcohólica, Red Bull y cajas registradoras en Mar del Plata. También los hechos de Olavarría. De los casos en el interior, que los hubo y varios, el más grave fue el de Chaco, en el que murió un chico de 13 años. El proyectil que lo mató no provino de un arma policial, se habla de una pistola tumbera. El miedo siempre activa nuestros peores reflejos.

El fin de semana parece augurar una tregua. En cualquier caso, no hay tiempo para distracciones. Con el dólar levemente a la baja, se entra en la segunda fase de la crisis. De la histeria de los mercados a la legítima preocupación por la cuestión social. Los devastadores efectos de la devaluación trasladada a precios, consecuencia absolutamente previsible e inevitable en una economía dolarizada.

A los de más abajo se llega reforzando planes y partidas. Nada que no se haya venido haciendo pero redoblando. Para los sectores medios, los "precios cuidados". Nadie cree demasiado que funcionen, pero algo es algo. Desde la madrugada del viernes están colgados en la red, a la espera de llegar a las góndolas. Un 60% son alimentos y bebidas, canasta básica. Pocos frescos: carne picada y espinazo, y algo de manzanas y papas es lo que hay. También lámparas led.

El programa es de acceso voluntario, pero ya cerraron su adhesión proveedores y grandes supermercados. Se obligan ahora a mantener stock y precios hasta enero. Con los súper chinos todavía no hay acuerdo. Se trabaja en una lista de 25 productos, pero todo es más difícil en ese frente. Desde el Gobierno se dice que se implementará un sistema de alerta temprana para detectar problemas de abastecimiento. Otro fantasma a conjurar: los faltantes y las góndolas vacías.

El lunes se reúne el Comité Ejecutivo de la COPAL, trabajan sobre consensos internos para enfrentar un eventual escenario de urgencia máxima, buscan diálogo con el Gobierno para atenuar el impacto de las retenciones en algunos sectores de la producción. En la agenda de emergencia, el tema de las tasas de interés.

No son pocos los que reclaman que se empiece a pensar en medidas más allá del corto plazo. Según el diputado del FR Ignacio de Mendiguren es imperativo desdolarizar la economía. Si bien el anuncio de las retenciones va en ese sentido, para el Vasco, esta vez "entraron con un hacha al quirófano". Desde ese convencimiento pide que se empiece a pensar en aplicar "sintonía fina" discriminando por sector. No parece que vaya a ser escuchado en lo inmediato. Mucha dispersión en la toma de decisiones.

"Vamos a pasar los días más terribles de la Argentina, pero hay que resistir" aseguró en tono de stand up Elisa Carrió en Hotel Alvear ante casi quinientos empresarios reunidos en el Latam Economic Forum. La diputada asegura estar viendo la luz al final del túnel y que como sea Macri va a recuperar la plata robada de la causa de los cuadernos. En una semana en que no logró moderar sus palabras, Lilita exhumó otros demonios. Aseguró que a ella y a Macri, llegado el caso, la sacan como a Allende de La Moneda en el 73. "Qué chic que me mate Luis D'Elía". Muy entretenida pero no ayuda si lo que se pretende es un poco de calma tras una semana de estrés para todos y todas en la montaña rusa de la economía.

Otro que aportó a la confusión fue el inefable Hugo Moyano: "Tiene ganas de rajarse" dijo de Macri. No aclaró cuál es su fuente. "Tocan dos teclas y se llevan diez veces más que los bolsos" revoleó en los medios.

Mucho más piadoso estuvo Mario Quintana, el único que plantó bandera. Se despidió del Gobierno con un poema del monje budista THich Nhat Hanh: "No digas que partiré mañana porque todavía estoy llegando… todavía estoy llegando para reír y llorar, para temer y esperar". Una pieza literaria que reivindica el saludable ejercicio de la duda y pone en cuestión las certezas de los que interpretan todo desde los resbalosos bordes de la grieta.