San Pío V papa y todos los onomásticos que se celebran este miércoles 30 de abril

La lista los santos y mártires para que sepas a quiénes debes felicitar en un día como hoy

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Majestuosidad de santos católicos en
Majestuosidad de santos católicos en el arte barroco de vidrieras en catedrales. Todos los días hay una celebración onomástica. (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace unas décadas, incluso siglos, los ancestros acostumbraban a nombrar a sus hijos con el nombre del santo del día en que nacieron, no en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.

El onomástico hace alusión día en que se festeja algún santo, aunque es común que mucha gente lo use como sinónimo de cumpleaños, lo cual es erróneo, pues al hablar de él sólo se alude al listado de los nombres del santoral.

Como todos los días del año, hoy también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.

Este es el santoral del miércoles 30 de abril.

Celebración del día: San Pío V papa

San Pío V, papa, de la Orden de Predicadores, que, elevado a la sede de Pedro, se esforzó con gran piedad y tesón apostólico en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina cristiana y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. Se durmió en el Señor en Roma, el día primero del mes de mayo.

El legado de Pío V: un pontificado marcado por la acción y la fe

La vida de Pío V culmina el 1 de mayo de 1572, tras meses de agonía debido a una enfermedad que deterioró su salud. Sus restos, hoy reposando en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, son testigos de la grandeza espiritual y política de un Papa que dejó profundas huellas en la historia cristiana. La canonización no llegó hasta el 22 de mayo de 1712, decretada por el Papa Clemente XI, tras haber sido beatificado en 1672 por Clemente X, consolidando así el reconocimiento de su impacto en la Iglesia católica.

La figura de este pontífice, nacido como Antonio Michele Ghislieri, se erige como símbolo de determinación. Su nombre está inevitablemente asociado a la Contrarreforma, la lucha doctrinal contra la herejía y el intento de revitalizar la fe católica en Europa. Fue bajo su liderazgo que la Liga Santa, una coalición militar cristiana, enfrentó al Imperio Otomano en una de las batallas navales más simbólicas de la historia: la Batalla de Lepanto.

El 7 de octubre de 1571, mientras 300 naves turco-musulmanas se posicionaban en el Golfo de Lepanto, la respuesta cristiana se organizaba bajo la dirección de la Liga Santa. El enfrentamiento, que se prolongó durante horas, culminó en una victoria decisiva para las fuerzas europeas. En Roma, el Papa Pío V, convencido de que ese triunfo fue un signo divino, ordenó que las campanas resonaran en toda la ciudad y estableció la fiesta de la Virgen del Rosario en agradecimiento. La importancia de este hecho no solo marcó el legado espiritual del pontífice, sino que también lo convirtió en un referente político frente al avance otomano en Europa.

No obstante, su influencia no se limitó al campo militar o diplomático. En el ámbito litúrgico y teológico, fue el responsable de la publicación del Misal Romano (1570), el Breviario (1568) y el Catecismo Romano, los cuales definieron la práctica religiosa durante siglos. Además, en su esfuerzo por garantizar la ortodoxia, promulgó la bula *In Coena Domini*, destinada a reforzar la custodia de la fe y combatir con firmeza las herejías.

La atención de Pío V también se dirigió a las necesidades más inmediatas de su tiempo, especialmente las de los más vulnerables. Durante la carestía de 1566, el pontífice optó por medidas concretas: eliminó gastos innecesarios en el Estado pontificio, distribuyó alimentos y mejoró la atención sanitaria creando hospitales y otras instituciones de caridad, como el Monte de Piedad. Este compromiso social fue un pilar de su gobierno, destinado a mitigar los estragos de la pobreza y el hambre en Roma y sus alrededores.

En cuanto a las disputas internas de la Iglesia, su lucha contra el nepotismo y las conductas impropias fue clara. Redujo el lujo de la corte papal, reforzó la obligación de residencia para los obispos y subrayó la importancia del decoro y el orden en las ceremonias religiosas. Al mismo tiempo, demostró habilidad diplomática al asegurarse de que las resoluciones del Concilio de Trento fueran aceptadas en varios territorios como Italia, Polonia, Alemania y Portugal, aunque enfrentó resistencia en Francia. En un movimiento decisivo, excomulgó a Isabel I de Inglaterra, apoyando de forma indirecta la causa católica representada por María Estuardo en el conflicto sucesorio inglés.

Pío V es una figura multifacética, a menudo recordada por su actitud inflexible frente a lo que consideraba amenazas a la fe y el orden católico. Su muerte marcó el final de un período intenso para la Iglesia, pero sus reformas y acciones continúan influyendo, desde las liturgias hasta las estructuras sociales implementadas durante su pontificado. Cada año, el eco de las campanas de Lepanto guarda el recuerdo de un Papa que vio en la fe un arma tan poderosa como la diplomacia o la resistencia militar.

Junto a este personaje hay otros santos y mártires a los que también se les celebra este miércoles 30 de abril como los siguientes:

Beato Benito de Urbino (s. XVII)

San Donato de Evorea (s. IV)

San Gualfardo (s. XII)

San Eutropio de Saintes (s. III)

Beato Guillermo Southerne (s. XVII)

San Erconvaldo (s. VII)

Beato Pedro Diácono (s. VII)

San Lorenzo de Novara (s. IV)

San Mercurial de Forlí (s. IV)

Beata María de la Encarnación Guyart Martin (s. XVII)

Beata Paulina von Mallinckrod (s. XIX)

San Aulo (s. VII)

San Pomponio de Nápoles (s. VI)

San Quirino tribuno (s. III)

La canonización

Comerciante durante la canonización del
Comerciante durante la canonización del papa Juan Pablo II. (Reuters/Romeo Ranoco)

La Iglesia Católica y ortodoxa usan la canonización para declarar como santo a una persona ya fallecida, lo que implica incluir su nombre en el canon (lista de santos reconocidos) y el permiso de venerarla, reconociendo su poder ante Dios.

Durante el Cristianismo, las personas eran reconocidas como santas sin necesidad de un proceso formal; sin embargo, ello cambió en la Edad Media.

En el caso del catolicismo, la Iglesia debe hacer una investigación exhaustiva de la vida de la persona a santificar y existen cuatro formas de lograr el nombramiento: la vía de las virtudes heroicas; la vía del martirio; la de las causas excepcionales, confirmadas por un culto antiguo y fuentes escritas; y la del ofrecimiento de la vida.

Además, es requisito indispensable que haya hecho al menos dos milagros (o uno en el caso de ser mártir). La canonización se hace en una solemne declaración papal y se le asigna un día de fiesta para la veneración litúrgica.

No hay un periodo establecido para realizar la canonización de un personaje, pues incluso hay casos como el de San Pedro Damián que fue canonizado hasta 756 años después de su muerte o, por el contrario, el caso de San Antonio de Padua que fue nombrado hasta 352 días después de su deceso.

La última canonización tuvo lugar en octubre de 2019, cuando el Papa declaró santos al cardenal John Henry Newman y a la hermana Dulce, de Brasil.