El reconocimiento a la Zona Arqueológica El Cerrito como un espacio ejemplar en la conservación ambiental se materializó este 14 de octubre, al recibir el Sello de Biodiversidad Querétaro, una certificación impulsada por la Universidad Politécnica de Santa Rosa Jáuregui (UPSRJ).
La postulación de El Cerrito para este reconocimiento fue impulsada por la Dirección de Ecología del Municipio de Corregidora.
Tras una inspección exhaustiva, se evaluaron aspectos como la superficie del sitio, el porcentaje de especies nativas, la protección del área, la existencia de senderos y señalética, el programa de mantenimiento, las jornadas ambientales, la instalación de bebederos para fauna y la aplicación de buenas prácticas.
El resultado de este diagnóstico determinó que el sitio cumplía con los requisitos para obtener el certificado.
La historia de la conservación en El Cerrito se remonta a 1995, cuando el arqueólogo Daniel Valencia Cruz lideró el Proyecto Arqueológico El Cerrito.
Según relató Claudia Dovalí, desde entonces se identificó la necesidad de profundizar en la investigación arqueológica e histórica del principal centro ceremonial prehispánico del valle de Querétaro, así como de enfrentar la presión derivada del crecimiento urbano.
El enfoque del proyecto evolucionó hacia una conservación integral, incorporando en su plan maestro procedimientos para el control de fuentes de humedad, la recuperación de vegetación durante las excavaciones arqueológicas mediante el trasplante de especies endémicas y el uso de flora local en cercados y cubiertas.
Además, se establecieron perímetros de amortiguamiento ecológico, se diseñaron senderos y señalética de flora, y se implementaron acciones para el manejo de flora nociva, corte de pasto y control de raíces.
Estas medidas permitieron conservar especies vegetales que ya habían desaparecido del entorno urbano y ofrecieron refugio a diversas especies de fauna, consolidando a El Cerrito como un pulmón verde relevante para la región.
En 2023, un equipo de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro realizó un diagnóstico de la flora y fauna del sitio.
El estudio identificó 21 familias y 35 especies de plantas propias de matorrales xerófilos, como mezquites, cactáceas y agaves, así como de bosques tropicales caducifolios, entre ellos copal, ceiba y palo bobo.
En cuanto a la fauna, se registraron 17 especies de aves residentes y dos migratorias, de las 74 presentes en el área urbana de Querétaro.
El inventario también incluyó cuatro especies de arácnidos, como escorpiones y alacranes; cinco tipos de insectos, siete de escarabajos, cuatro de abejas y cinco de hormigas.
Entre los reptiles y mamíferos documentados figuran el tlacuache, el zorrillo cola larga, el zorrillo manchado, el cacomixtle y la zorra gris.
La educación ambiental ha sido otro pilar fundamental en la estrategia de conservación. Se han implementado campañas para sensibilizar tanto a la población local como a los visitantes sobre la importancia de preservar el entorno.
Durante los últimos dos años, más de 7.600 visitantes han participado en recorridos naturalistas, talleres lúdicos, actividades de verano y exposiciones temporales en El Cerrito.
El crecimiento del sitio, proyectado por Valencia Cruz, se refleja en la existencia de un museo, una galería perimetral, 1.404 metros lineales de senderos de visita y una reserva natural destacada.