Cuáles eran los consejos que daban los padres a sus hijos antes de casarse en la cultura mexica

Las madres solían recomendar a sus hijas antes de casarse, que fueran discretas, mesuradas y que no mascaran chicle

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Tenochtitlan era la capital del imperio mexica. 
Crédito: IG/@pijama_surf
Tenochtitlan era la capital del imperio mexica. Crédito: IG/@pijama_surf

En la actualidad, en México, las parejas cuando deciden unir sus vidas lo hacen por medio de una ceremonia religiosa. Así es la mayoría de las veces, y en un mayor porcentaje de ellas, la ceremonia es católica.

Las parejas se casan en por medio de una boda que se hace en una iglesia, donde un sacerdote une sus vidas. Además, tienen un casamiento civil, que es una manera de comprobar, ante el Estado, que son pareja.

Sin embargo, en la época de los mexicas, esto era diferente, pues a los novios, sus familiares les daban muchos consejos antes de casarse. Así se explica en el texto El matrimonio y la sexualidad, publicado en el sitio oficial de la revista especializada Arqueología Mexicana. En ella se leen algunas características del amor y la sexualidad en los mexicas.

Se señala que la madre recomendaba a su hija, cuando ya estaba en edad para casarse, que fuera discreta, mesurada, que no masticara chicle ni se riera con los hombres, que no se engalane ni sea desvergonzada como las prostitutas, que no le dieran su cuerpo a nadie, pues cuando se casaran y sus maridos se dieran cuenta que no eran vírgenes, siempre sospechará de ella y nunca estará en paz.

Antes del matrimonio, los padres recomendaban a sus hijos, especialmente a las mujeres, no tener sexo. Foto: Ciencia UNAM
Antes del matrimonio, los padres recomendaban a sus hijos, especialmente a las mujeres, no tener sexo. Foto: Ciencia UNAM

Otra de las recomendaciones que daba la madre a las hijas era que no traicionara a su esposo, pues era adulterio y se castigaba echándola a la calle, además de que sería asesinada por su falta. También se aconsejaba a las mujeres que le sirvieran bien al marido e hiciera sus deberes mujeriles, que eran ir de compras, hacer la comida, limpiar, que nunca se ensoberbezca con su marido, y que no se muestre altiva. Se entendía que el matrimonio era una obligación, un deber y se tenía que ser fiel.

Al varón, por su parte, su padre le recomendaba que antes de casarse dejara de “retozar por ahí”, que no se arrojara a la mujer “como se arroja el perro a lo que ha de comer, dándose a las mujeres antes de tiempo”. También, que se manejara con templanza y discreción, para que no le pasara lo que al maguey cuando le sacan la miel de pequeño, para que no la pierda y se seque, pues cuando llegara a casarse y no pudiera satisfacer los deseos de su mujer, ella buscará a otro hombre y la empujará al adulterio.

La delectación carnal, se lee en el texto, fuera del matrimonio, era sucia. Las jóvenes solteras no tenían acceso a la sexualidad, en cambio, los jóvenes lo practicaban con prostitutas, aunque se les recomendaba que no se fueran a “secar”. También había alcahuetas y casamenteras. Estas últimas eran encargadas de buscarle mujer a los jóvenes cuando sus padres decidían que ya habían llegado a la edad de casarse, de vivir de manera independiente y de mantenerse por sí mismos.

La petición de la novia incluía muchos ritos, entre ellos el baño de la joven en el temazcal antes de que encerraran a los novios en un cuarto por cuatro días.