La educación en el hogar ha vuelto a ocupar un lugar central en el debate público en Italia a raíz del reciente caso de una familia que vivía aislada en una casa en el bosque y que fue denunciada ante los servicios sociales.
En este contexto, una de las voces más destacadas en ese país en defensa de la escolarización en casa es la de Erika Di Martino, presidenta de la Fundación Libera Schola. Educadora y madre de cinco hijos, Di Martino optó por un modelo educativo alternativo: ninguno de sus hijos ha asistido nunca a una escuela tradicional. “La decisión de educar en casa no surgió de un rechazo a la escuela en sí”, ha explicado al medio italiano Leggo. Según relata, el punto de partida fue una intuición: “La idea de que la infancia no debe domesticarse demasiado pronto”.
Di Martino cuenta que comenzó a observar cómo sus hijos aprendían de forma espontánea. Lo hacían en la vida cotidiana y a través del juego. Eso la llevó a preguntarse si era necesario interrumpir ese proceso para adaptarlo a un sistema externo. “Me pregunté si realmente era necesario insertarlos en un sistema que responde más a las demandas externas que a las necesidades reales de los niños”. La elección fue, según sus palabras, “gradual pero imparable”.
Otros modelos de educación y enseñanza
El recorrido de sus hijos es parte central de su argumento. Su hijo mayor nunca fue a la escuela y hoy cursa el tercer año de ingeniería matemática en la Universidad Politécnica de Milán. Los otros hijos, ya mayores, están trabajando. En este sentido, y desde su experiencia, Di Martino sostiene que existen muchos mitos alrededor de la educación en casa. Una de las más extendidas es la idea de que solo un experto externo puede enseñar. “La humanidad siempre ha aprendido en relaciones vivas”, declara, invitando a la sociedad a pensar otros modelos desde los que plantear la educación.
Otra de las cuestiones que siempre le han preocupado es la socialización. Para ella, pasar tantas horas en un entorno artificial no garantiza vínculos sanos. Opina que fuera del sistema escolar los niños y las niñas pueden vivir relaciones más auténticas. Asimismo, cuestiona la idea de que la educación en casa sea una solución temporal. En Italia, asegura, hay más de 16.000 estudiantes educados en casa, y la cifra es aún mayor en otros países.
Habilidades interpersonales fuera del aula
Además, la educación en casa, según explica, desarrolla una serie de habilidades interpersonales. Entre ellas, la autonomía. “Los niños aprenden desde pequeños a gestionar el tiempo, las decisiones y las responsabilidades”. Por otro lado, menciona la empatía, la flexibilidad y la curiosidad.
Para Di Martino, cuando el aprendizaje no es forzado, la curiosidad se convierte en el motor principal. Esa forma de aprender, sostiene, cambia también el rol de los padres. “A veces enseñas, a veces observas, a veces aprendemos juntos”, dice. En consecuencia, se define más como “facilitadora” que como una maestra.
Su mirada sobre la escuela tradicional es crítica, pero no pretende confrontarla. Reconoce el esfuerzo de muchos de sus compañeros docentes dedicados a la educación presencial y pública. No obstante, explica cómo, muchas veces, el escepticismo hacia la educación en casa nace del miedo. “Cuestiona una institución que damos por sentada”.
Para ella, no se trata de estar en contra de la escuela, sino de ampliar las alternativas. Sus hijos, asegura, siempre tuvieron la posibilidad de elegir ir a la escuela. “La educación en casa no debería ser una restricción”.