Durante siglos, los gatos negros han sido víctimas de supersticiones injustas. Asociados con la mala suerte y la brujería desde la Edad Media, arrastran un estigma cultural que aún hoy los relega al último lugar en la lista de adopciones. En muchos refugios, estos felinos esperan tres veces más tiempo que otros para encontrar un hogar. No por su carácter, que suele ser excepcional, sino por el simple color de su pelaje.
Esta discriminación carece de base real. De hecho, quienes han convivido con un gato negro saben que son animales profundamente afectuosos, intuitivos y leales. Muchos cuidadores coinciden en que estos gatos muestran una gran capacidad de adaptación y una sensibilidad especial hacia las emociones humanas. Son observadores natos, capaces de acercarse en momentos de calma o retirarse cuando sienten tensión. Su inteligencia emocional los convierte en excelentes compañeros para quienes valoran una relación auténtica y respetuosa con los animales.
Símbolos de protección y fortuna
A diferencia de lo que dictan los mitos occidentales, en otras culturas los gatos negros son considerados símbolos de protección y buena fortuna. En Japón, se cree que traen suerte, especialmente a las mujeres. En Escocia o Inglaterra, se les asocia con la prosperidad. Tal vez haya llegado el momento de revisar nuestras creencias y mirar más allá de los prejuicios.
Vivir con un gato negro es, en muchos sentidos, una lección de vida. Estos felinos nos enseñan a convivir con serenidad, a respetar los ritmos propios y ajenos, y a valorar la presencia sin ruido. No buscan llamar la atención; simplemente están, con una nobleza silenciosa y una elegancia que nace de lo auténtico. Nos invitan a frenar, a observar, a habitar el momento presente sin necesidad de aparentar.
A nivel práctico, los gatos negros son tan juguetones y divertidos como cualquier otro. Aunque a veces puedan parecer más tímidos con los extraños, en casa suelen establecer vínculos profundos y fieles. Su carácter combina la dulzura con la independencia, y su presencia puede convertirse en un verdadero refugio emocional para quienes saben mirar más allá del color.
Adoptar un gato negro es un acto de justicia, pero también de sabiduría. Significa trascender apariencias, romper con estereotipos y abrirse a una conexión sincera. Significa también dejarse enseñar por un animal que no exige, pero acompaña; que no impresiona a primera vista, pero conquista con el tiempo.
Terrassa prohíbe su adopción durante Halloween
En un esfuerzo por proteger a los gatos negros de posibles abusos relacionados con supersticiones, el Ayuntamiento de Terrassa (Barcelona) ha suspendido temporalmente su adopción en el Centro de Atención de Animales Domésticos (CAAD) durante el mes de octubre. La medida estará vigente desde el 1 de octubre hasta el 1 de noviembre e impide entregar en adopción a cualquier gato negro durante este periodo.
El objetivo es prevenir actos de maltrato o rituales vinculados a Halloween, una festividad durante la cual las protectoras han detectado un aumento de solicitudes “sospechosas” para adoptar gatos de este color. La decisión, anunciada por el concejal de Bienestar Animal, Noel Duque Alarcón, a través de un vídeo en Instagram, busca concienciar sobre la adopción responsable y proteger a los animales más vulnerables frente a creencias aún arraigadas.
“En Terrassa, si queréis adoptar un gato negro, tendrá que ser después de Halloween”, afirmó el concejal, subrayando que esta iniciativa se basa en la prevención y la empatía hacia seres que, aún hoy, sufren las consecuencias de mitos infundados.