Lo que debía ser una simple reunión entre jóvenes en el sur de Francia terminó derivando en un caso judicial insólito. Una adolescente de Saverdun, en la región de Occitania, organizó una fiesta en la casa familiar durante la ausencia de sus padres, sin imaginar que la noche terminaría con el robo de dos armas de fuego. La historia, relatada en detalle por el medio local francés La Dépêche, se ha convertido en un ejemplo de cómo la imprudencia y la falta de control pueden desencadenar consecuencias graves.
Las armas no son juguetes
El episodio ocurrió el 30 de junio de 2024. La menor invitó a varios amigos a su vivienda para pasar la noche. Todo parecía una típica celebración juvenil, hasta que la anfitriona decidió mostrar dos armas que su padre, aficionado a la caza, guardaba en la casa: una escopeta y un rifle con mira telescópica. Según se reconstruyó en el juicio, los asistentes reaccionaron con entusiasmo, manipulando las armas “como si fueran juguetes”. Fue la propia joven quien lo describió así en sus declaraciones posteriores, una frase que hoy resume la dimensión de lo ocurrido.
La sorpresa llegó al amanecer. Cuando la fiesta se disolvió y los padres regresaron, descubrieron que las armas ya no estaban. La denuncia no tardó en presentarse y la investigación se puso en marcha. Pese a los esfuerzos, nunca se logró recuperar el armamento. Las sospechas se concentraron en Scott, un joven de 19 años, presente en la reunión, que se marchó de la vivienda en plena madrugada. El joven trabajaba en una planta de reciclaje de chatarra y presuntamente aprovechó un descuido para llevarse las armas. A su alrededor también aparecieron sospechas: uno de los amigos de Scott, que asistió a la fiesta, tenía antecedentes por robar una consola.
Detalles de la investigación
Además, otro detalle resultó clave en la investigación. El teléfono del principal acusado registró búsquedas inquietantes en internet la misma noche de los hechos: “rifle de 22 mm”, “arma de francotirador 220”, “me robaron en una fiesta, ¿qué hago?” y hasta “denunciar el robo de arma de caza si no está en caja fuerte”. Todas estas consultas se realizaron entre las 3:50 y las 17:50 horas del día siguiente. Para los investigadores, eran pruebas que apuntaban a su implicación. El acusado, sin embargo, negó haber hecho esas búsquedas y afirmó que, en ocasiones, prestaba su teléfono a otros. Su defensa insistió en que el interés en armas no necesariamente demuestra un delito y pidió al tribunal considerar la ausencia de pruebas directas. El valor del material sustraído fue estimado entre 1.100 y 4.000 euros. La escopeta podría costar entre 500 y 2.500, mientras que el rifle con mira telescópica se valoró entre 600 y 1.500 euros. A ello se sumaban los estuches de transporte, también desaparecidos.
Sentencia y repercusión social
Finalmente, el tribunal dictó sentencia: cuatro meses de prisión con periodo de prueba y una multa de 1.200 euros como resarcimiento por los daños y perjuicios ocasionados. Asimismo, el caso puso sobre la mesa un debate sensible en Francia: la seguridad de las armas de caza en los hogares y el riesgo que representan cuando caen en manos inexpertas. La fiesta de Saverdun, que debía ser apenas un encuentro adolescente, terminó en una lección amarga para todos los involucrados.