¿Huye hacia delante o pasa a la ofensiva?. Son varias las interpretaciones que pueden hacerse a la hora de describir la comparecencia de este lunes del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Pero todas ellas coinciden en que el líder socialista ha optado por un cambio de estrategia para tratar de remontar el hundimiento del PSOE tras el caso Cerdán.
Sánchez insiste en que su partido, el mismo que tiene implicados a dos secretarios de organización en escándalos de mordidas, no es un espacio donde se tolere la corrupción. El líder socialista ha admitido que ningún partido está a salvo de ella, pero “lo que marca la diferencia en cómo se reacciona”, ha apuntado. “No vamos a ser como PP y Vox. No vamos a tapar la corrupción, ni amenazar a periodistas, ni destruir pruebas a martillazos, ni tener una sede pagada con dinero en B”, señaló en el discurso.
Sánchez quiere marcar distancias con Génova, pero la hemeroteca, esa que siempre es oportuna cuando se trata de promesas políticas y señalamientos, ha sacado un inquietante parecido entre las palabras pronunciadas por el líder socialista y las del expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy una década atrás.
En agosto de 2013, el exdirigente popular reaccionó al caso de corrupción que implicó a su partido, entre ellos al entonces tesorero del PP, Luis Bárcenas, quien desempeñó un papel fundamental en la financiación ilegal y en los pagos en negro a dirigentes del PP. Rajoy compareció de urgencia ante el Comité del Ejecutivo Nacional para dar sus primeras explicaciones y, ante las acusaciones de la oposición, este defendió que “las cuentas del partido se ajustaron a la legalidad: ”el Partido Popular siempre ha reaccionado con transparencia”.
“Técnicas de agitación”...o una “operación de derribo”
Misma transparencia que ahora ha defendido Sánchez quien ha adelantado que solicitará una auditoría externa para “que no haya ninguna sombra de duda” de que las cuentas del partido son transparentes, según sus palabras, “claras, reales y fidedignas”.
Hasta el fallo judicial, la narrativa que defendió el PP fue que el partido era víctima de “técnicas de agitación” y que en ningún caso “amedrentaría” a su formación. Sánchez no ha empleado esas palabras, pero ha denunciado una operación de “derribo moral” contra el Gobierno y el partido, que al igual que afirmó Rajoy en aquel discurso, “se defenderán”.
Ambos dirigentes prometieron que actuarían contra los corruptores ya que, según los dos, no se cometió ninguna irregularidad dentro del partido. A juicio de Sánchez, “el asumir la responsabilidad no puede ser aceptar la idea absurda de que en materia de corrupción todos somos iguales”. Casualmente Rajoy tampoco aceptaría esta premisa en 2013: “Nunca voy a aceptar que se generalicen conductas simplemente porque es la mayor de las injusticias”.
Hay “algunas verdades”
Entonces, ¿Qué hay de verdad y qué hay de falsedad en las acusaciones que se vertieron contra PP y ahora se dirigen contra el PSOE? Rajoy admitió que las acusaciones que afectaban a su partido “no eran ciertas, salvo alguna cosa”, mientras que Sánchez ha señalado que hay “algunas verdades”, pero “muchas mentiras”. La diferencia entre estas dos afirmaciones es que el tiempo y la investigación quitarían razón al dirigente popular, ya que no fue “alguna cosa”, sino que quedó probado que el PP se financió ilegalmente durante casi 20 años.
La intervención de Rajoy duró 15 minutos, mientras que la de Sánchez duró alrededor de media hora. Ambas intervenciones dejaron muchas frases que quedarían para el recuerdo, incluso en las pronunciadas para cerrar su discurso. Rajoy pidió comprensión porque “no había dormido nada”, mientras que Sánchez pidió compasión haciendo alusión al hambre: “Bueno, son las cinco, no he comido, creo que también es importante”.