El camino hacia las elecciones presidenciales de 2026 empezó a tomar forma en diciembre de 2025, cuando el Centro Democrático definió a su carta más visible para disputar la Casa de Nariño. Tras una consulta interna, el partido anunció a Paloma Valencia como su candidata, luego de imponerse frente a María Fernanda Cabal y Paola Holguín en una contienda que puso sobre la mesa las principales apuestas del uribismo para el próximo ciclo político.
Valencia llega a esta etapa con una trayectoria consolidada en el Congreso y un perfil académico que marca su estilo político. Es abogada y filósofa de la Universidad de los Andes, con una especialización en economía y una maestría en escritura creativa de la Universidad de Nueva York. Esa combinación entre formación técnica y vocación intelectual es una constante en su discurso público y en su desempeño legislativo.
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Su carrera en el Senado comenzó en 2014 y se extendió por tres periodos consecutivos. Durante esos años impulsó iniciativas enfocadas en la reactivación económica, la reducción de la pobreza, la austeridad en el gasto estatal, la inversión social, la protección ambiental y el fortalecimiento de la justicia. Tres de esos proyectos lograron convertirse en leyes de la República, uno de los principales balances que suele destacar su equipo político.
Antes de esta nueva aspiración, Valencia ya había buscado la Presidencia de Colombia. En 2018 fue precandidata y se consolidó como una de las voces más visibles del Centro Democrático, especialmente durante el movimiento de Resistencia Civil que promovió el voto por el No en el plebiscito sobre el acuerdo de paz con las Farc. Desde entonces, su nombre estuvo asociado a una línea dura en temas de seguridad y orden público.
En el Congreso, hizo parte de la Comisión Primera, la Comisión de Derechos Humanos y la Comisión de Paz, y actualmente preside la Comisión de Instrucción del Senado. Además, es una defensora activa de los derechos de niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual en el conflicto armado, así como una aliada constante del sector agropecuario, con énfasis en el respaldo a productores paneleros y cafeteros.
Nacida en Popayán, Paloma Valencia pertenece a una familia con peso histórico en la política y la academia. Es nieta del expresidente Guillermo León Valencia y de Mario Laserna, fundador de la Universidad de los Andes. Antes de llegar al Legislativo trabajó en la Procuraduría General de la Nación y en el Departamento Nacional de Planeación, y fue columnista y analista política en medios como El Espectador, El País y Blu Radio.
Ya como candidata presidencial, Valencia empezó a delinear sus propuestas en distintos escenarios. En materia de seguridad, ha puesto el foco en la situación de regiones como el Cauca, donde aseguró: “Me duele mucho que los caucanos estén viviendo la guerra sin cuartel”. Su planteamiento parte de evitar que el país “vuelva al pasado” y se estructura sobre una estrategia que denomina las “r”: “reducir los ingresos a los ilegales, robustecer nuestra fuerza pública y reconquistar a las comunidades”.
El sector energético también ocupa un lugar central en su agenda. Valencia cuestiona que los usuarios asuman pérdidas del sistema y ha planteado que, en un eventual gobierno suyo, se eliminaría esa obligación. Según explicó, una parte del presupuesto nacional se destinaría a aliviar esos costos y a generar incentivos para mejorar las redes de distribución. Además, propone reformar el sistema de transmisión eléctrica para llevar nueva energía, principalmente hídrica, a todo el país y diversificar la matriz, incluyendo petróleo, gas, carbón y recursos hídricos. En ese contexto, planteó “un gran programa para cambiar los electrodomésticos de última generación que ahorren y que le eviten tantos costos a todo esto”.
En salud, la senadora ha sido crítica del manejo del Gobierno de Gustavo Petro y ha vinculado el deterioro del sistema a las crecientes deudas con clínicas y hospitales. “Cuando no se paga a las clínicas y hospitales, estos comienzan a cerrar servicios”, afirmó al referirse a los problemas financieros que, según ella, afectan directamente la atención de los pacientes.
En educación, su postura apunta a un modelo de subsidios a la demanda. Valencia señaló que el Estado debe subsidiar la calidad educativa y permitir que estudiantes y familias tomen la decisión final sobre dónde estudiar, una visión que también trasladó al debate sobre el Icetex y el acceso a la educación superior.
Con este conjunto de propuestas, Paloma Valencia entra oficialmente a la carrera presidencial de 2026 con un discurso centrado en seguridad, economía, energía, salud y educación, y con la intención de consolidar al Centro Democrático como una de las fuerzas protagonistas del próximo debate electoral en Colombia.