En un reciente informe de inteligencia se evidencia un crecimiento en el número de integrantes de las disidencias de ‘Iván Mordisco’, que llegó a sumar un total de 3.859 hombres en 2023, lo que representa un incremento del 9% en comparación con el año anterior, donde se contabilizaron 3.545 miembros.
Este aumento se registra pese a las afirmaciones del gobierno y las fuerzas militares sobre las divisiones internas y los esfuerzos de pacificación en curso.
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El ministro de Defensa, Iván Velásquez, confirmó el 15 de abril la existencia de estas divisiones dentro de las disidencias y advirtió sobre la toma de medidas en contra de los grupos que se abstienen de participar en los diálogos de paz.
La voluntad de paz de estos grupos ha sido cuestionada por el ministro, especialmente después de ataques recientes a la fuerza pública y civiles, atribuidos a las facciones de ‘Iván Mordisco’. Velásquez enfatizó que “estos grupos no tienen voluntad de paz”, subrayando la necesidad de acciones decisivas para contrarrestar sus operaciones.
Dentro de las disidencias de ‘Iván Mordisco’, existen alrededor de 1.651 integrantes que forman parte de bloques como el frente Jorge Briceño, la facción Martín Villa, y el bloque occidental Jacobo Arenas; estos no están involucrados en las mesas de diálogo y tampoco tienen voluntad de hacerlo. Sin embargo, se reporta que 941 integrantes de los bloques Magdalena Medio y bloque suroriental muestran interés en continuar las negociaciones con el Gobierno para avanzar en el proceso de paz.
“Los grupos armados estarían desmoronándose”, mencionó previamente el General Luis Ospina, comandante del Ejército, aunque los datos de inteligencia reflejan una realidad distinta con el aumento de miembros en las filas de las disidencias. Este panorama contrastante pone de manifiesto la complejidad de la situación de seguridad en el país y los desafíos para alcanzar una paz sostenible.
Adicionalmente, la denominada Segunda Marquetalia, otra facción disidente, ha visto un incremento del 5 % en el número de sus integrantes, sumando ahora 1.750, lo que refleja la persistente dinámica de fragmentación y fortalecimiento de grupos armados al margen de la ley en Colombia.
El análisis de estos datos sugiere un desafío continuo para el Estado colombiano en sus esfuerzos por pacificar regiones afectadas por décadas de conflicto armado. La diversificación de las disidencias y su crecimiento en número plantea interrogantes sobre las estrategias necesarias para inducir a todos los grupos en armas a participar en un proceso de paz inclusivo y duradero.
Funcionamiento de las disidencias
En Colombia, la situación de orden público se ve gravemente afectada por las disidencias de las Farc, grupos armados que, tras la firma del acuerdo de paz en 2016, decidieron no acogerse a este y continuar con actividades ilícitas, ejerciendo control sobre vastas áreas rurales. Su accionar no solo se limita a la confrontación armada contra las fuerzas estatales, también realizan actividades económicas ilegales, como la extorsión, la minería ilegal y el tráfico de drogas.
Estos grupos, liderados por antiguos comandantes de las Farc que rechazaron los términos del acuerdo de paz, han visto un significativo aumento en su número de integrantes, superando los 2.500 combatientes en distintas regiones del país. Su estructura se caracteriza por una organización militar con un alto nivel de movilidad y capacidad para ejecutar acciones ofensivas de gran impacto, lo que contribuye a su creciente influencia en áreas anteriormente controladas por las Farc antes de su desmovilización.
Uno de los aspectos más preocupantes de la dinámica de las disidencias es su fortalecimiento financiero a través del narcotráfico. Se estima que estos grupos son responsables de una parte significativa de la producción y comercialización de cocaína en Colombia, con una producción estimada de cerca de 1.010 toneladas métricas al año. Tal actividad los dota de recursos económicos para sostener y expandir sus operaciones, a la vez que incrementa la inseguridad y la violencia en las comunidades afectadas.
La violencia ejercida por estas disidencias se ve reflejada en constantes enfrentamientos con el ejército colombiano, así como en ataques contra la población civil. Esta situación se agrava por el desplazamiento forzado de miles de personas, un grave problema humanitario que continúa creciendo en magnitud con el paso del tiempo.
Además, es importante destacar que las disidencias no solo operan en Colombia. Su influencia y actividades se extienden por las fronteras nacionales, afectando las dinámicas de seguridad en países vecinos. Por ejemplo, se ha documentado la presencia de disidentes en territorio venezolano.
En respuesta a estos desafíos, el gobierno colombiano ha intensificado sus operativos militares contra las disidencias, logrando importantes golpes contra su estructura de comando. Sin embargo, la capacidad de adaptación y la continua financiación ilícita de estos grupos dificultan significativamente los esfuerzos por desmantelarlos completamente. A esto se suma la complejidad de atender las causas subyacentes del conflicto y la violencia en las regiones más afectadas, un reto pendiente para la consolidación de la paz en Colombia.