Eloy Vera
Puerto del Rosario (España), 16 may (EFE).- Nancy Huaman emigró de Perú a la isla española de Fuerteventura con el sueño de poder llevar con ella a su hijo Jesús, un joven con un 71% de discapacidad intelectual. Lo logró en 2014, pero su preocupación es cómo superará el examen de la nacionalidad española sin saber leer y sin apenas capacidad de comprensión.
Con seis meses de vida, Jesús sufrió una meningitis que le dejó secuelas físicas y un retraso mental. "Convulsionó y quedó con una dificultad motora, su cuerpo era como una gelatina, no se sentaba, pero a base de rehabilitación fue recuperando la capacidad motora, aunque le quedó una discapacidad intelectual", cuenta su madre a EFE.
Nancy y su marido trabajaban en un mercado de abastos de Lima, pero los dos sueldos no daban para llenar la nevera y pagar la educación de sus hijos, por lo que decidieron emigrar.
El primero en hacerlo fue el padre de Jesús, con el que comparte nombre, y a los dos años, en 2007, Nancy y su hijo César, el más pequeño. Jesús quedó a cargo de su hermana mayor.
"Por la nómina de mi marido, no me permitían traerme a los otros hijos. Se me desgarraba el corazón, me sentía dividida, tenía la mitad aquí y la otra mitad allá", explica Nancy.
Reconoce que traerlo fue librar "una gran batalla": "Mi marido era el único que aportaba dinero pero lo que ganaba no cubría el pago de la casa, y encima, teníamos que mandar dinero a nuestros hijos, vivíamos muy apretados".
Al principio, Nancy trabajó en la economía sumergida hasta que fue contratada, consiguió el permiso de residencia y, años más tarde, la nacionalidad española.
Tras mucha burocracia y miles de obstáculos, en 2014 se pudo llevar con ella a Fuerteventura a Jesús.
El joven no sabe ni leer ni escribir "es como un niño de Preescolar": "No tiene sentido de la ubicación, hay que cocinarle, ayudarle en el baño, abrocharle la ropa y tiene que salir acompañado a la calle porque se desubica y temo que lo pueda atropellar un coche", dice Nancy.
Aún así, es un ejemplo de superación. En 2018 empezó a trabajar, a media jornada, en una planta de reciclaje a través de la Asociación de Discapacitados de Fuerteventura (Adisfuer).
"Está muy integrado, dice que este es su país y que no quiere irse a ningún otro sitio", comenta su madre.
Hace algún tiempo, Nancy y su marido iniciaron los trámites para conseguirle la nacionalidad española, y el pasado 24 de enero el Ministerio de Justicia les comunicó que debía realizar el examen oficial para obtenerla, ya que la discapacidad no se considera una causa "suficiente" para no hacerlo.
Además le informaban de que tenía seis meses para presentarse a los exámenes.
Nancy cuenta con el apoyo de la asociación Entre Mares. La técnica de migraciones María Greco explica que la Orden del Ministerio español de Justicia contempla pruebas específicas para personas con discapacidad auditiva, visual o para aquellos que no saben leer ni escribir.
Sin embargo, precisa, no recoge, en ninguna parte de esos requisitos, "exámenes especiales para personas cuya capacidad intelectual no llegue al mínimo".
Es decir, la normativa, "no contempla casos como el de Jesús, con discapacidad intelectual, tampoco los criterios de integración, pues él trabaja media jornada; está dado de alta; colabora con una asociación en todas las actividades culturales...", aclara Greco.
Pero "esos criterios certificados por la asociación deberían ser más que suficientes para no tener que hacer ningún examen", añade.
La técnica de Entre Mares comparte el temor con la madre del joven: "Él no va a poder hacer ese examen porque no va a comprender lo que se le está preguntando".
La familia de Jesús ha presentado una queja ante el Defensor del Pueblo que ha sido admitida a trámite.
"Mi marido y yo nos estamos haciendo mayores y mi preocupación es qué será de Jesús; quiero que tenga todas las posibilidades como cualquier español y que no las pierda por no saber responder a un examen", remarca Nancy. EFE
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