El "smiley" nació hace 40 años para evitar "guerras de palabras"

Hace 40 años, el 19 de septiembre de 1982, comenzó la historia de los "smileys" digitales. Entretanto, la cara sonriente que comenzó su marcha triunfal por el mundo virtual desde una universidad estadounidense se hizo indispensable en los mensajes de texto.

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Hace 40 años, el 19 de septiembre de 1982, comenzó la historia de los "smileys" digitales. Entretanto, la cara sonriente que comenzó su marcha triunfal por el mundo virtual desde una universidad estadounidense se hizo indispensable en los mensajes de texto.

En la comunicación escrita, los emojis y emoticonos con forma de caras, señales con las manos, corazones y otras imágenes en miniatura que expresan el estado de ánimo del emisor o el tono del mensaje, tienen una función importante. 

"Dan una indicación de cómo debe entenderse un enunciado", señala la lingüista alemana Erika Linz, de la Universidad de Bonn, que estudia el lenguaje y la comunicación en los medios digitales.

Los mensajes de texto carecen de los elementos que dejan claro en una conversación lo que alguien quiere decir: el tono de voz, así como las expresiones faciales y los gestos.

Símbolos para evitar malentendidos en las conversaciones digitales: eso es exactamente lo que pretendía la cara con sonrisa que creó el estadounidense Scott E. Fahlman, un investigador de la Universidad de Carnegie Mellon, en Pittsburg. 

En 1982, los informáticos de su universidad se enviaban mensajes a través de Arpanet, un precursor de Internet, y los publicaban en muros digitales. 

En una entrevista con el diario alemán "Frankfurter Rundschau" a principios de año, Fahlman reveló que la comunidad estaba formada exclusivamente por "nerds" con predilección por el sarcasmo y el humor irónico. Por lo tanto, muchas publicaciones pretendían ser divertidas.

Sin embargo, siempre había alguien "que no entendía la intención y respondía indignado" y esto, según el informático llevó a "verdaderas guerras de palabras". Y para evitar cualquier confrontación se discutió la posibilidad de etiquetar los chistes como tales.

Así, en septiembre de 1982, Fahlman sugirió una combinación de dos puntos, guión y paréntesis :-) que debían mirarse de costado.

En realidad, solo quería divertir a las pocas personas implicadas en las conversaciones, según explicó después. Pero claramente, Fahlman dio en el blanco de algo que faltaba en la comunicación digital. La sonrisa se extendió desde la universidad a través de Arpanet y, finalmente, por todo el mundo a través de Internet.

En los mensajes de texto actuales, los emojis y emoticonos cumplen otras funciones, además de expresar cómo uno quiere que se entienda algo.

Suelen servir como signos de puntuación, explica la lingüista Erika Linz. Si se pone un emoji en lugar de un punto, el texto "adquiere un significado expresivo", precisa. Además, según la lingüista, los caracteres pequeños garantizan una economización de la comunicación, por ejemplo, poner el pulgar para arriba en lugar de una respuesta formulada.

Si no se utiliza ninguna imagen también puede tomarse como una señal, o sea, que la persona quiere decir realmente lo que escribe.

Linz sostiene que la gente es consciente de en qué tipo de mensajes se pueden aplicar los emojis y emoticonos y en cuáles no.

Recientemente, sus alumnos analizaron de qué manera personalidades conocidas utilizan estos pequeños símbolos en Instagram. Los resultados mostraron que los actores y las actrices utilizan los emojis con mucha más frecuencia en sus publicaciones que los políticos.

Entonces, ¿solo se expresa seriedad sin símbolos? Linz opina que, a largo plazo, los íconos digitales que representan una emoción también traspasarán la comunicación formal. "El triunfo de los emojis no se puede detener", sostiene la investigadora.

Sin embargo, lo que no se puede frenar completamente, ni siquiera con estos símbolos expresivos, son los malentendidos. Porque no todos los emojis y emoticonos son completamente inequívocos. Y las personas utilizan algunos en distintos contextos con diferentes intenciones.

Ahí es donde el "smiley" de Fahlman resulta útil. Es casi imposible causar una gran confusión o una grave molestia con la cara de sonrisa :-).

dpa