Así funciona el control de huellas en supermercados venezolanos

El gobierno de Maduro busca implementar un sistema biométrico para terminar con el contrabando de productos de consumo básico y masivo. Sin embargo, crea interminables esperas y no acaba con la escasez

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 Reuters 163
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En medio de empeoramiento de la escasez, Venezuela alcanzó recientemente un hito de dudosa valía: se ha unido al grupo de Corea del Norte y Cuba en las raciones de comida para sus ciudadanos.

En una mañana reciente y bochornosa, María Varge se puso en la fila fuera de una tienda de comestibles llamada Centro 99, lista para recorrer las estanterías de los artículos escasos, como el aceite y la leche. Pero antes de entrar, Varge tuvo que escanear su huella digital para asegurar que no compraría de más.

A pesar de su giro tecnológico en el viejo folleto de adjudicación, el nuevo programa de racionamiento de Venezuela es indignante para consumidores que dicen que crea esperas aburridas, que no exime a la escasez y que pasa por alto las profundas reparaciones económicas que el país necesita para resolver el problema.

"Estas máquinas crean filas más largas", dijo Varge, mientras era empujada por la gente que estaba en similar situación.

El Gobierno puso en marcha el sistema de lectoras de huellas digitales el mes pasado en 36 supermercados en Zulia, cuya capital es Maracaibo, con una reciente expansión a un selecto número de mercados de propiedad estatal en Caracas.

Venezuela está adoptando el racionamiento debido a la escasez causada por lo que los economistas llaman una mezcla tóxica que torna improductivas a las industrias locales -paralizado por las nacionalizaciones y la intervención estatal- y un régimen monetario complejo que no puede proporcionar los dólares que los importadores deben usar para pagar sus insumos.

El precio d el petróleo de Venezuela, que ha caído casi 15 dólares por barril desde septiembre -a 77,65 dólares el viernes-, es probable que signifique aún más escasez en el país con problemas de liquidez, según los economistas.

Bajo el sistema de lectura de huellas digitales, se limitan artículos básicos como leche, arroz, café, pasta de dientes, detergente y pollo y se asegura que un comprador no vuelva una y otra vez para abastecerse.