Pese a que el ministro de Economía y la propia Presidente de la Nación indicaron a lo largo del mes que no se va a devaluar el peso, el curso del tipo de cambio oficial que determina el Banco Central ha tomado una carrera alcista, en línea con los últimos ajustes de salarios en paritarias.
A modo de ejercicio estadístico, puede advertirse que la tasa de devaluación del peso en el mercado oficial se aceleró en el último mes a 1,74% y, de mantenerse en ese ritmo en los próximos doce meses equivale a un incremento de 23 por ciento.
Esa proyección está alineada con la cotización de la divisa en el mercado de futuros, de 22,8% anualizada a diciembre, y 24% en la tasa implícita a fines de enero de 2014, en el Forex del Mercado Abierto Electrónico.
Alivio para el sector real
De ahí que sin decirlo, la autoridad monetaria parece responder a las inquietudes de la economía real, como los productores agropecuarios e industriales, vinculadas con la pérdida de competitividad cambiaria, porque sus costos de producción han venido creciendo en los últimos tres años muy por arriba de la tasa de ajuste de la paridad cambiaria.
Si bien la decisión de alinear la tasa de devaluación para los exportadores al de la inflación real constituye un alivio, porque implica frenar el deterioro de la capacidad de hacer negocios con el resto del mundo, aún está lejos de corregir el desfase acumulado.
Seguramente consciente de ese escenario, a comienzos de mes fue Cristina Kirchner quien anunció la devolución plena a los productores de trigo de las retenciones de 23% que rige para la exportación del grano.
Mientras que del lado de los importadores, el encarecimiento de la paridad cambiaria contribuye a disminuir las restricciones discrecionales de la Secretaría de Comercio, porque tiende a diluirse el efecto de la apreciación artificial de la moneda, al menos en perspectiva.