“En Finlandia, para ser maestro, hay una competencia muy grande en el ingreso a la carrera”

Invitado por el Ministerio de Cultura de la Nación, Aulake vino a Buenos Aires para exponer en el encuentro "C+D Cultura y Desarrollo" -organizado en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- sobre su experiencia de 20 años en la materia, como asesor especial del gobierno y como vicedirector de Exportaciones Culturales y Unidad de Intercambio del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.

Al margen del evento, que se desarrolló en el Centro Cultural San Martín esta semana, Infobae consultó a este experto acerca de la formación docente y la inminente reforma educativa en Finlandia. Sus respuestas son por demás significativas a la luz de la polémica causada en nuestro país por la última evaluación docente (Aprender 2016) y por el hecho de que, como lo reveló recientemente este medio, el sistema de formación docente argentino está sobredimensionado y descontrolado al mismo tiempo.

Conceptos como competencia y restricción, que entre nosotros suelen desatar tormentas, son pronunciados con naturalidad. A la vez, en un sistema que se actualiza permanentemente, la tecnología no es vista como una panacea que todo lo resuelve.

— ¿Cómo se forman los docentes finlandeses?

— Todos nuestros docentes tienen que tener estudios superiores. Si enseñan matemáticas tienen que tener un diploma en matemáticas y otro en pedagogía; si su materia es el inglés, formación universitaria en inglés. Entonces, todos los maestros, incluso la mayoría de los de jardín de infantes, tienen un nivel de formación universitaria o superior. Un maestro es tradicionalmente muy respetado. No puedo decir que está bien pago pero sí que está por arriba del promedio de los ingresos de la clase media alta.

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— Si le dijesen  que un país tiene 1400 institutos de formación docente y que el ingreso es absolutamente irrestricto para todos los que tengan título universitario [caso de Argentina], ¿qué reflexión le despertaría eso?

— No estoy en posición de evaluar algo así, pero lo que sí puedo decir es que en nuestro sistema, convertirse en maestro es como querer acceder a cualquier otra carrera universitaria. Hay una competencia muy fuerte para ingresar. No está abierto para todos, y no todo el que comienza lo va a terminar, pero este sistema para nosotros, que somos un país pequeño, ha funcionado muy bien. Sólo gente muy motivada entra a estas carreras, personas que quieren ser maestros, y la mayoría tienen nivel de master o sea que están muy bien formados.

— O sea que el ingreso a la carrera es vía examen…

— Sí, sí, es competitivo, hay un examen.

— ¿En qué consiste el cambio que están a punto de implementar en la organización de los estudios?

— La idea es enfatizar el aprendizaje basado en fenómenos, es decir temas societarios o, por ejemplo, un caso que conozco, que es la enseñanza de la música. Normalmente, esto implica cantar o aprender a tocar un instrumento, pero la música que se está interpretando ha sido compuesta por otra persona. Y en este campo, ya lo vemos, los alumnos usan la tecnología para componer sus propias canciones. Sigue siendo enseñanza musical pero utilizamos tecnología y software, lo que implica un nuevo tipo de entrenamiento. Y cuando uno quiere escribir una letra para una canción eso se integra con el aspecto del aprendizaje de una lengua que en general es la materna, pero también puede ser inglés o sueco y esa puede ser una forma lógica de enseñar.

— ¿Qué pasa con los maestros en este nuevo sistema?

— Está claro que los maestros tienen que aprender nuevas formas de enseñar pero han estado muy interesados en esto y han estimulado este tipo de cooperación en torno a un fenómeno como algo lógico, natural.

— La revolución tecnológica y de la comunicación que estamos viviendo lleva a algunos a sostener que ahora el conocimiento está a disposición de cualquiera que se lo quiera apropiar. ¿Puede la tecnología sustituir al maestro?

— Absolutamente no. No reemplaza a los maestros. Hay una cantidad ilimitada de data y surge data nueva todo el tiempo, pero la información es algo para alguien. Sin una estructura, sin un análisis crítico, no se puede transformar los datos en información. Y valorar cómo se usa la información. Ese es un proceso que dura toda la vida. No estamos a priori estructurados para hacerlo. Sin alguien que conozca el tema, vas a estar perdido en un mar de información o de datos y no vas a saber qué es cierto, que no es cierto, cómo usar esos datos para tu propio beneficio, como ser un ciudadano activo. Los maestros, en este nuevo sistema de educación formal, van a tener un rol cada vez más importante permitiendo este aprendizaje basado en fenómenos, no como alguien que te da hechos previamente digeridos -la Guerra Fría terminó en 1989- sino que hay que conectar las cosas y permitir un aprendizaje activo de los estudiantes.

El impacto de la cultura en el desarrollo

Previamente, en su intervención en el panel sobre "Política cultural como desarrollo", Kimmo Aulate aseguró que cada vez existe "más evidencia" acerca del impacto genuino que tiene la política cultural en el desarrollo y que ese es un motivo muy fuerte para justificar el presupuesto destinado a esa gestión. En el caso de Finlandia es de 400 millones de euros anuales -lo que representa algo menos del uno por ciento del PBI. A esto hay que sumarle la inversión de los municipios que es importante y que eleva la cifra total a mil millones de euros.

De los 17 objetivos de la Agenda 2030 de su área, el funcionario eligió destacar tres: vida saludable para todos, crecimiento sostenible e inclusivo y promoción de sociedades pacíficas e inclusivas. La finalidad fue señalar "la convergencia significativa entre los objetivos de una agenda de desarrollo y de una política cultural".

"Son los mismos objetivos -dijo ante el numeroso público reunido en el San Martín-. Pese a esta convergencia de finalidades todavía falta mayor diálogo entre ambas áreas".

La ecuación clásica para medir el crecimiento, explicó, no tiene en cuenta la producción intangible. Pero hay economistas que buscan renovar esa ecuación clásica, que se limita a medir lo que generan el capital y la fuerza de trabajo y sus interacciones, para incluir la economía creativa. "Lo intangible también es un factor a tener en cuenta en la producción. A muchos países tal vez les falte capital material pero culturalmente son muy ricos", sostuvo.

También comentó que, en el marco de una reunión de los ministros de Cultura de los países miembros del Consejo de Europa, en 2013, se diseñó un proyecto para evaluar esta relación entre cultura y desarrollo, a través de 177 indicadores. Surgieron así correlaciones muy interesantes. Un país con elevada creatividad cultural tiene también mucha democracia. O una correlación entre participación cultural y confianza en las instituciones.

Moderado por Enrique Avogadro, secretario de Cultura y Creatividad del ministerio que dirige Pablo Avelluto, el encuentro C+D incluyó también un panel sobre "Cultura, creatividad e innovación" y otro sobre "Cultura e inclusión social", en los que participaron Daniel Burman y Mario Pergolini, entre otros.

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