Quiénes son los jueces, fiscales y policías que manejan el verdadero poder en “La república bonaerense”

En su nuevo libro, Luis Beldi investiga el “poder paralelo” de la provincia de Buenos Aires: sindicalistas, barrabravas, delincuentes y narcotraficantes.

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Luis Beldi: "Las autoridades de la República Bonaerense son hombres de fortuna. No tienen ideología. Los que ingresan a ese círculo manejan la ilegalidad como una empresa".
Luis Beldi: "Las autoridades de la República Bonaerense son hombres de fortuna. No tienen ideología. Los que ingresan a ese círculo manejan la ilegalidad como una empresa".

“En la República Bonaerense el verdadero poder no lo tienen las personas elegidas por el voto popular -escribe el economista y periodista argentino Luis Beldi-. La integran jueces y fiscales aliados con parte de la policía y del Servicio Penitenciario Bonaerense. Sus brazos ejecutores, además del Poder Judicial y los intendentes, son sindicalistas, barrabravas, delincuentes y narcotraficantes”.

En su nuevo libro, La república bonaerense, Beldi expone un poder paralelo en la provincia de Buenos Aires a partir de escuchas y pruebas obtenidas por la Justicia. Gracias a una investigación de años, ilumina los secretos de casos resonantes como el doble crimen de Unicenter, el vuelo de los hermanos Juliá, el triple crimen de General Rodríguez, la liberación masiva de presos en pandemia, la banda de los jueces y la del “comisario millonario” que manejaba el dinero de la Bonaerense.

“Las autoridades de la República Bonaerense son hombres de fortuna. No tienen ideología. Los que ingresan a ese círculo manejan la ilegalidad como una empresa. Sobreviven a todos los gobiernos y, para perdurar, cada tanto entregan a alguno de ellos, especialmente si creen que ha ido demasiado lejos con sus ambiciones o está en la mira de los medios”, escribe el autor.

¿Cómo se perpetúan en el poder estas figuras? ¿De dónde sale el financiamiento? ¿Cuál es el rol de los punteros? ¿Y el de los “sindicalistas, barrabravas, delincuentes y narcotraficante”s? ¿Cómo es el proceso de “cosechar votos a cambio de favores”? Todo esto y más en La república bonaerense, editado por Planeta.

Así empieza “La república bonaerense”

infobae

El verdadero poder

Mario Ishii, el intendente de José C. Paz, es uno de los barones del conurbano. Barón, en la provincia de Buenos Aires, no es un título nobiliario, pero no desentona con el manejo feudal que hacen de su territorio. Son gente necesaria para quien quiera llegar al cargo de gobernador.

Ishii trabaja en los detalles para sostener su poder. El poncho rojo que lleva a todos los actos públicos este morocho de abundante pelo en una frente sin entradas, cara redonda con papada y sonrisa y enojo fáciles, es un arma de conquista de votos; una estrategia que no está descripta en El príncipe de Maquiavelo, pero es efectiva: la gente lo percibe como un nacionalista y hombre del pueblo.

Es un intendente que tiene el carisma que da el poder. Pronuncia discursos encendidos con voz áspera, casi ronca. Maneja un número limitado de vocablos; los necesarios para seducir o castigar. Sabe que fuera de su municipio no cosecha las mismas simpatías, por eso sus ambiciones se concentran en ser poderoso en el lugar que gobierna. Su instinto es superior a su carisma y su sabiduría es conocer sus limitaciones.

Así se destacó entre los intendentes, y el presidente Alberto Fernández, en su afán de reforzar su posición interna en un peronismo que no termina de aceptarlo, lo subió al avión oficial en su gira a Rusia y China. Y en el peor momento de su relación con Cristina Fernández de Kirchner, lo visitó en su municipio. Ishii lo recibió con sus punteros, los hombres que trabajan en todos los barrios para cosechar votos a cambio de favores. El hombre abarca poco y aprieta mucho.

En 2003, cuando viajó a Japón, dejó a su madre al frente del municipio; el hombre de los detalles la había hecho elegir primera concejala.

Ishii es uno de los referentes del peronismo en el conurbano bonaerense: cumple su cuarto mandato como intendente en José C. Paz, fue senador por la provincia entre 2014 y 2017, con licencia como intendente.

Pero en su carrera, construida desde 1994, enfrentó el COVID y no salió beneficiado. El 20 de julio de 2020 lo filmaron con un celular y el video se hizo viral.

El intendente Mario Ishii junto al presidente Alberto Fernández en su viaje a Rusia y China.
El intendente Mario Ishii junto al presidente Alberto Fernández en su viaje a Rusia y China.

El intendente de José C. Paz mantenía un cruce con empleados de salud que reclamaban menos horas de trabajo. Le hicieron lo que en la jerga se conoce como «apriete». Ishii respondió con más plata y dejaron de extrañar sus casas y hasta le propusieron trabajar veinticuatro horas consecutivas con veinticuatro horas de franco.

Ishii se sintió absoluto dominador y en su afán de avasallar al que encabezó la rebeldía, en una mezcla de arenga y reto, le dijo: «Yo quiero laburar con los que quieren laburar y tengan ganas de laburar. Los que no quieren laburar, muchachos, tienen libertad de acción. Porque cuando se cagan de hambre, vienen a pedir laburo y yo se los doy. O se mandan una cagada, venden falopa y yo los tengo que cubrir. No los rajé todavía, cuando me están vendiendo falopa con las ambulancias».

La filmación se propagó por los medios y las redes sociales y desató el escándalo y la polémica.

Pero en el poder generó encubrimiento. Bastó que horas después el intendente se disculpara —«No protejo al narcotráfico», dijo— para que recibiera el apoyo que necesitaba. Para el gobierno de la provincia de Buenos Aires vender drogas en las ambulancias con un intendente encubriéndolos, no fue delito. Para la justicia, tampoco. No hubo fiscal que actuara de oficio para denunciarlo ante un juez.

Una semana después, el 27 de julio de 2020, el jefe de gabinete bonaerense, Carlos Bianco, dio una conferencia de prensa para aclarar el tema. No solo acudió a la frase de catálogo de que las declaraciones fueron sacadas de contexto, sino que afirmó que Ishii «se encuentra a derecho» y culpó al estrés por lo sucedido. «Él trataba de que los trabajadores hagan un esfuerzo adicional en un marco muy complejo».

Hoy, cada vez que se nombra a Ishii, se lo asocia a la venta de falopa en las ambulancias. Aunque la memoria de la gente es más fuerte que la capacidad de olvido de los funcionarios, Ishii salió impune.

Conocer a estos hombres es entender a la Argentina. Manejan el distrito que aporta 35% de los votos; el lugar que acumula la inmigración interna y la de los países limítrofes. En la República Bonaerense el verdadero poder no lo tienen las personas elegidas por el voto popular. Ellos están gobernados por un poder superior que funciona como una logia. Lo integran jueces y fiscales aliados con parte de la policía y del Servicio Penitenciario Bonaerense. Sus brazos ejecutores, además del Poder Judicial y los intendentes, son sindicalistas, barrabravas, delincuentes y narcotraficantes. Ellos garantizan la financiación de este poder paralelo que se rige por leyes que ningún Congreso votó, pero permiten manejar el destino de los habitantes de la provincia.

Las autoridades de la República Bonaerense son hombres de fortuna. No tienen ideología. Los que ingresan a ese círculo, sus sucesores, deberán demostrar con hechos que son dignos de ocupar ese lugar. Después vendrán el dinero y el poder, en ese orden. Manejan la ilegalidad como una empresa. Sobreviven a todos los gobiernos y, para perdurar, cada tanto entregan a alguno de ellos, especialmente si creen que ha ido demasiado lejos con sus ambiciones o está en la mira de los medios. La publicidad es el punto vulnerable de la organización. Por eso, una parte de los fondos se destina a sobornar con pautas a algunos medios y periodistas.

Luis Beldi: "En esta República, la justicia es una tiranía con modales democráticos".
Luis Beldi: "En esta República, la justicia es una tiranía con modales democráticos".

La recaudación proviene de causas que arma la policía, de robos en zonas liberadas, de fugas coordinadas con hombres del Servicio Penitenciario Bonaerense, de las drogas, las fiestas ilegales, la apropiación del espacio público, del transporte ilegal de pasajeros, de las extorsiones de sindicalistas a empresarios, del control del estacionamiento en calles y parques, de la reventa de entradas en el Estadio Único de La Plata y del pago de sueldos a gente que presta su nombre en las nóminas municipales, entre otras actividades.

En esta República, la justicia es una tiranía con modales democráticos. Es la que decide la libertad de un ciudadano o define un juicio contra la propia provincia de Buenos Aires. Pero no solo influyen en la vida de los más débiles. Los más fuertes, los que tienen poder político y económico, son deudores de favores que los dejan vinculados a perpetuidad. Los políticos ambiciosos y corruptos que se confunden cuando llegan al poder y creen que pueden manejar esa organización, al final de su mandato se dan cuenta de que estaban derrotados desde el principio. La República Bonaerense los deja avanzar, saben que cuando pierdan las elecciones, les florecerán causas judiciales y condenas. Curioso: la misma suerte siguen los que llegan con el voto de la gente y pretenden combatirlos para eliminar la corrupción.

En sus manos está la libertad, la prisión, la vida y la muerte de inocentes y delincuentes. El único modo de eludirlos es pagar el precio que les piden para no encarcelarlos.

Como servicio anexo, uno de sus tentáculos, la policía, brinda protección a comercios y barrios. Si no se paga esa protección, hay zona liberada y quedan a merced de los delincuentes que les envían.

También liberan zonas después de hacer «escruches» —espionaje a las casas de vecinos acaudalados—. Vigilan sus horarios o cuando salen de vacaciones y le informan a la policía que a su vez le avisa al juez de turno para que libere la zona.

A veces son policías jefes de manzana los que informan del movimiento del barrio y cuáles son los lugares apropiados para hacer una «entradera». La policía cita a su banda de delincuentes para que procedan a robar sin ser molestados.

Los intendentes son soldados de esta República y deben rendir cuentas de lo que sucede en su municipio. Allí protegen a usurpadores porque los punteros que manejan a esa multitud de desposeídos significan votos y dinero. Los usurpadores pagan el lugar que ocupan. Son una parte de la caja. Los jueces de la República Bonaerense tienen en su escritorio el listado de los comisarios. Controlan sus traslados e influyen en sus carreras. No siempre los mejores ascienden. Por supuesto, cuando quieren extender sus dominios, van por la cabeza de intendentes que no han seguido los códigos de ese poder paralelo.

Cada vez que se intentó atacarlos, se convierten en la Hidra de Lerna, el monstruo mitológico de varias cabezas. Cuando Hércules le cortaba una cabeza, crecían dos.

Quién es Luis Beldi

♦ Estudió Economía en la UBA.

♦ Se inició como periodista en 1978, en Economic Survey, y un año después ingresó a Ámbito Financiero, donde fue secretario de Redacción y jefe de Redacción.

♦ A partir de 1991 trabajó en radio, televisión y otras publicaciones. Es columnista de Infobae desde 2013.

♦ Publicó Los 12 Apóstoles (2008), Presas de amor (2012) y El robo del siglo (2014), entre otros libros.