Condenado a 14 años de cárcel por agredir sexualmente a su hijastra durante cuatro años

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Santa Cruz de Tenerife, 26 abr (EFE).- La Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha condenado a un hombre a catorce años de prisión por agredir sexualmente a su hijastra a lo largo de cuatro años, desde que la niña tenía nueve.

Además de la pena de cárcel deberá indemnizar a la víctima con 20.000 euros y afrontar los gastos terapéuticos, y no podrá acercarse a ella a menos de 500 metros durante un periodo de ocho años de libertad vigilada cuando salga de prisión en caso de ser condenado en firme.

En la sentencia, a la que ha tenido acceso EFE, se considera probado que el hombre, de 57 años, vivía en una casa en Santa Cruz de Tenerife junto con su esposa y madre de la niña, y otros hijos más de la pareja.

El procesado aprovechaba los momentos en los que la mujer se ausentaba del domicilio para abusar sexualmente de su hijastra.

Todo ello pese a la negativa de la menor y valiéndose de la relación familiar que mantenían, la convivencia y diferencia de edad, indica la sentencia, en la que se añade que le dirigía expresiones como “te voy a matar” y que, en ocasiones, recurría al castigo físico cuando la chica no accedía a sus peticiones, lo que generó un clima de pánico o terror en la menor.

Estos episodios se produjeron al menos una vez a la semana desde que la niña cumplió 9 años hasta los 14, entre 2018 y 2022. En un momento dado se intensificaron, llegando a haber penetraciones.

Este comportamiento hizo necesario que la menor fuera sometida a tratamiento psicológico sin que aún se pueda determinar la duración que tendrá éste y los efectos que le han quedado a causa de las agresiones.

La psicóloga del Cabildo de Tenerife aprecia la existencia de “secuelas graves compatibles con traumas complejos” y en el juicio dijo que fue la menor quien de forma espontánea le contó episodios concretos de lo sucedido.

El hombre se encuentra en prisión provisional desde el 10 de marzo de 2022, cuando fue detenido en las afueras del instituto al que había ido a buscar a la menor, después de que un día antes ella llamara al 112 relatando lo que ocurría.

Tras la denuncia no ha regresado al domicilio familiar, sino que ingresó en un centro de protección de menores, siendo declarada en desamparo provisional con asunción de su tutela por parte de la Dirección General de Protección de la Infancia y de la Familia.

Durante la vista oral, la denunciante hizo un relato que la Sala considera creíble y en el que no incurrió en ninguna contradicción, justificando que contó lo que ocurría por miedo a que le hiciera lo mismo a su hermana pequeña, pero también confesó que se sentía culpable de que el padrastro estuviera en la cárcel.

El condenado, por su parte, se negó a contestar a las preguntas de las partes pero cuando declaró en el juzgado en fase de instrucción reconoció los hechos.

Dijo que primero toqueteaba a la niña y que sólo llevó a cabo una penetración que fue consentida; que era ella quien lo buscaba para jugar, que es más desarrollada de lo normal, que hacía apenas unos meses que comenzaron los abusos, y justificó la denuncia porque le había quitado el móvil unos días antes.

La madre, por su parte, declaró que jamás vio o percibió que estuviera ocurriendo nada extraño dentro de la familia y que su pareja era quien se encargaba de cuidar a los menores cuando salía a trabajar o hacer alguna gestión.

Las pruebas periciales determinaron que en la cama de la niña se encontró el perfil genético del condenado y de una mujer que bien podía ser la víctima. EFE

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