Cuando una dirigente del PSOE y dos del PP se conchabaron para poner de acuerdo a Zapatero y Rajoy con la ley antitabaco

El nuevo libro del periodista Manuel Sánchez, ‘Zapatero, el legado progresista’ (Penguin Libros), recoge la trastienda de las principales políticas progresistas impulsadas durante los dos mandatos del exlíder socialista

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Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, en un acto en Madrid. (José Oliva/Europa Press)
Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, en un acto en Madrid. (José Oliva/Europa Press)

“La complicidad de tres mujeres de dos partidos diferentes hizo que los máximos líderes de estas formaciones, ambos fumadores, dieran vía libre a una ley antitabaco con más resignación que entusiasmo”. Se trata de la exministra de Sanidad Trinidad Jiménez y de Soraya Sáenz de Santamaría y Ana Pastor, representantes por aquel entonces del grupo popular en el Congreso.

Las tres dirigentes políticas se conchabaron para poner de acuerdo al expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero y a quien hacía de jefe de la oposición, Mariano Rajoy, con la reforma de la ley antitabaco de 2010. La modificación legal entró en vigor el 2 de enero del año siguiente entre fuertes quejas de hosteleros y fumadores ante la restricción de fumar en locales públicos de ocio (restaurantes, bares, discotecas), además de los accesos de los hospitales y los parques infantiles.

Esta es una de las historias que recoge el periodista político Manuel Sánchez en su nuevo libro, Zapatero, el legado progresista (Penguin Libros). A lo largo de sus cerca de 300 páginas, el autor cacereño narra la trastienda de las principales políticas progresistas impulsadas durante los dos mandatos del exlíder socialista cuando se cumplen 20 años desde que llegara a la Moncloa: la retirada de las tropas en Irak, la primera ley contra la violencia de género, las leyes de la dependencia, de plazos para el aborto o la del matrimonio entre personas del mismo sexo; la creación de la UME, o el fin de ETA.

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En un contexto en el que el actual Ministerio de Sanidad, dirigido por Mónica García, busca apoyos entre las comunidades autónomas a su plan antitabaco, cabe recordar los escollos que encontró la Administración de Zapatero para llevar a cabo las dos normas antitabaco promulgadas durante los siete años y medio de mandato (desde marzo de 2004 hasta que el 26 de septiembre de 2011 convocó elecciones generales).

“Hubo muchas actuaciones y especialmente dos leyes que, además de causar polémica social, etiquetaron al Ejecutivo de prohibicionista. La segunda ley antitabaco y las duras medidas adoptadas para penalizar el consumo del alcohol al volante y castigar más duramente las infracciones de tráfico, sobre todo el exceso de velocidad, fueron las dos principales banderas que levantó el PP de Mariano Rajoy para acusar al Gobierno socialista de intervencionista y de restringir libertades”, recuerda el periodista.

“Cuando Zapatero llegó al Gobierno, aún se podía fumar en los centros de trabajo públicos y privados y, por supuesto, en bares y restaurantes”, reza el libro. La primera ley antitabaco del Gobierno socialista entró en vigor en 2006, con la ministra Elena Salgado al frente de Sanidad. Una de las medidas estrella fue la prohibición de fumar en los que hasta entonces estaba permitido, como los centros de trabajo, “pero a los bares y restaurantes se les dejó que pudieran decidir si querían permitir seguir fumando o ser espacios libres de humo. La inmensa mayoría optó por que se pudiera seguir fumando en sus establecimientos. Aunque hubo detractores, no causó un excesivo rechazo social”.

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Una ley antitabaco más ambiciosa

Tres años después, ya con Trinidad Jiménez como titular de Sanidad, la dirigente malagueña planteó a Zapatero la posibilidad de avanzar en las restricciones de este hábito con una consigna clara: “Había que prohibir su consumo en todos los lugares cerrados, sin excepciones”.

Pese a las presiones del lobby del tabaco, movilizando al sector del ocio y la hostelería, la ministra manifestó a Zapatero sus intenciones. Concretamente, le dijo “presidente, voy a intentar llevar una segunda parte más ambiciosa de la ley antitabaco adelante”, según manifiesta la propia exministra al periodista.

La exministra de Sanidad y Política Social Trinidad Jiménez. (José Oliva/Europa Press)
La exministra de Sanidad y Política Social Trinidad Jiménez. (José Oliva/Europa Press)

Consciente del impacto que podría tener medidas como la prohibición de fumar en bares, Zapatero, fumador habitual, puso una condición a la ministra para llevar a cabo su plan, esto es, le pidió recabar un amplio consenso parlamentario, entre el 60 y el 80%, y contar con el apoyo del PP. “Nadie sabrá nunca si Zapatero puso esta condición sabiendo que Mariajo Rajoy era un gran fumador de puros y difícilmente iba a dar luz verde a una ley restrictiva, o si solo quería evitar el coste político que pudiera suponer una nueva ley para el Gobierno aprobándola en solitario, pero no parece que el presidente acogiera con mucha ilusión la iniciativa de la ministra”.

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Dicho y hecho. Tras recabar el respaldo de CiU e Izquierda Unida, Jiménez se lanzó a obtener el apoyo “decisivo” del PP. Manuel Sánchez cuenta que la ministra habló con la portavoz del PP en el Congreso, Sáenz de Santamaría, y la diputada Pastor, “y logró la complicidad de ambas para sacar adelante la ley”. En este sentido, las dos dirigentes populares “pidieron tiempo para convencer” a Rajoy y al resto de integrantes del grupo parlamentario. En todo caso, se mostraron favorables a prohibir fumar en todos los sitios cerrados, y respaldar, por tanto, la iniciativa del Gobierno de Zapatero.

“La ministra sabía que, además de por la condición impuesta por Zapatero para sacar adelante el proyecto de ley, necesitaba el apoyo del PP por otros motivos”. Según las declaraciones de la propia exdirigente socialista recogidas en el libro, “porque en el partido también había voces críticas que decían que la ley iba a perjudicar a la economía y nos iban a tachar de prohibicionistas”.

La ministra logró el apoyo del PP y, “con el compromiso de los populares de apoyar la ley que le había garantizado personalmente la que luego fue vicepresidenta del Gobierno con Mariano Rajoy, no tardó en ir a toda prisa para informar a Zapatero de que sus condiciones se habían cumplido y que llevaría de inmediato la ley al Consejo de Ministros”.

Aunque los populares introdujeron modificaciones durante la tramitación parlamentaria de la norma, la ley fue aprobada en diciembre de 2010 con una “abrumadora” mayoría en el Congreso y el Senado. La ley recibió luz verde con Leire Pajín al frente de Sanidad (Jiménez fue nombrada ministra de Asuntos Exteriores y sustituida), pero según cuenta Manuel Sánchez en el libro, la ministra destaca “la labor de Soraya Sáenz de Santamaría para lograrlo”.